El presidente Yamandú Orsi asistió este miércoles a la entrega de la distinción doctor honoris causa al contador Enrique Iglesias, otorgada por la Universidad Católica del Uruguay (UCU). La ceremonia se realizó en el marco de la creación de UCU Senior, una propuesta académica destinada a personas mayores de 60 años impulsada junto a la Fundación Astur, que preside Iglesias.
El reconocimiento, de carácter honorífico, busca destacar a quienes contribuyeron al progreso de la ciencia, la cultura o el bienestar social con impacto a nivel nacional e internacional. En el caso de Iglesias, la universidad subrayó su extensa carrera vinculada al desarrollo de Uruguay y de la región.
A lo largo de seis décadas ocupó cargos de relevancia: fue secretario técnico de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico, presidente del Banco Central del Uruguay, secretario ejecutivo de la Cepal, canciller uruguayo, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y primer secretario general iberoamericano. Actualmente está al frente de la fundación Astur.
A la actividad también asistieron la vicepresidenta Carolina Cosse, el canciller Mario Lubetkin y el ministro de Economía Gabriel Oddone, entre otras autoridades nacionales.
En su discurso, Iglesias reflexionó sobre los modelos económicos, la reducción de la pobreza y la inclusión de las minorías. Dijo que los reconocimientos que ha recibido tienen directa o indirecta relación con los frutos del conocimiento y de los valores transmitidos por su familia, por la Universidad de la República y por el país.
Se refirió al rol de las universidades en la sociedad del futuro y advirtió que cuanto más se avanza en el terreno de la tecnología, más se interpela la ética y la cultura. En ese sentido, aludió a los desafíos que plantean la inteligencia artificial y la genética. “Existe la misma necesidad de ética y presencia de cultura en las áreas de las ciencias sociales que en las de las económicas”, afirmó.
Iglesias también sostuvo que la racionalidad económica solo puede alcanzarse sobre un profundo conocimiento de las realidades políticas, sociales e institucionales, y siempre acompañada de valores que inspiren esa racionalidad. “De esos valores, el que más aprendí a apreciar es el de la solidaridad entre pueblos y naciones”, expresó.
Finalmente, subrayó que el crecimiento económico debe ir de la mano de un crecimiento espiritual de los individuos y la sociedad. “Un desarrollo sin identidad es un espejismo. Nuestro pequeño país ha conseguido generar una identidad propia, no es poco mérito”, concluyó.