El jefe de Policía de Maldonado, Víctor Trezza, confirmó que
la Jefatura del departamento decidió “largar la alerta” por una nueva modalidad
de estafa a trabajadores.
El modus operandi implica una llamada desde un número
extranjero para contratar servicios —como instalación de piscinas y arreglos de
aires acondicionados—, pero luego piden datos personales y ejercen presión sobre
las víctimas.
El mensaje de Trezza se dio el pasado miércoles después de
que un hombre contara a FM Gente el calvario que vivió cuando fue a brindar un
supuesto servicio para instalar una piscina próximo a Garzón. El mismo día en que la
víctima, que salió ilesa, brindara su testimonio, otra persona denunció haber
sufrido una situación similar.
“Decidimos largar la alerta. Ayer, en Barros Blancos,
quisieron hacer lo mismo con otra persona, y gracias a la nota se pudo
alertar”, dijo Trezza a FM Gente este miércoles. El jefe de Policía de
Maldonado confirmó que ninguno de los denunciantes fue estafado, aunque
encendieron alarmas en el Ministerio del Interior.
Por su parte, la Policía investiga si los estafadores
estaban en el lugar desde donde realizaron una de las llamadas. “Estamos
investigando si realmente estaban en el lugar cuando llamaron por el caso de la
piscina, por las cámaras existentes en la zona”, explicó, en referencia al
relato del primer denunciante.
Tal como informáramos, un trabajador del rubro piscinas
de Maldonado denunció haber sido víctima de un intento
de estafa, en el que lo contrataron para un supuesto trabajo, que
terminó siendo para una persona “importante” de un “cartel de Jalisco”, por
la que le pidieron datos personales para realizar el trabajo,
mencionaron a Sebastián Marset y le exigieron US$ 2,5
millones para liberarlo.
En diálogo con FM Gente, el hombre, que no compartió su
identidad, contó que sigue “medio shockeado” por la situación que vivió
y que no se siente “muy seguro del todo”.
“Ahí me fui, pasé todas las entradas por la ruta 9
que hay para entrar a Garzón y hete aquí que llegué a un punto que ya no tenía
más para Garzón, pero había una más, que es más hacia el este y este
norte”, rememoró la víctima.
El trabajador siguió su camino rumbo a Rocha, y el GPS lo
redirigió hacia un camino de balastro que tenía barro producto de la lluvia.
Antes, había preguntado varias veces el estado de la ruta y le habían dicho que
estaba “bueno”. Después de hacer ocho kilómetros, llegó al lugar, en el
que había un embarcadero de vacas de metal, una columna con una cámara
que se movía y “dos o tres cámaras apuntando a varios puntos cardinales”.
El episodio comenzó cuando una persona se contactó
con él desde un número con prefijo de Colombia y le pidió presupuesto para que
le instalara una piscina. El presunto cliente le dio la ubicación, que era
próxima a Garzón. Como es común que el trabajador se traslade por
Maldonado porque “hay preguntas que sin ver los lugares no puede contestar”, le
pidió la ubicación.
Una vez que le dijeron dónde estaba ubicado el predio en el
que trabajaría, que era a varios kilómetros de su casa, el trabajador le dijo
al cliente que debía pagarle los viáticos, porque “gratis no iba a ir”.
En una primera instancia, el presunto interesado le dijo que “por
motivos de seguridad” no podía girarle dinero, pero que le pagaría en
efectivo. El hombre accedió, aunque por un momento dudó.
Al llegar ahí, no vio ninguna casa ni a ninguna
persona, por lo que volvió a contactarse con el cliente, que decía llamarse
Héctor Suárez.
“Ahí recién me contacta otro número de las mismas
características de arranque. Una persona que se dio a conocer como el comandante
JJ o Juan José”, dijo el trabajador. Esa persona le dijo ser seguridad
de Suárez, a quien describió como una persona “muy importante”.
De ese modo, comenzó a hacerle ciertas preguntas personales,
como su nombre completo y su estado civil. El tono era “amable”. En
determinado momento, el “comandante” le pidió la cédula de identidad,
que el hombre se negó a brindar. “Yo vi que la cosa no estaba bien. Tuve
que haberle hecho caso a mi primer sentir”, lamentó el hombre, que se
describió como un “trabajador”.
El hombre brindó el número de su esposa, que notó
que la situación era extraña y la denunció ante la Policía y de su
hijo, que notó que se trataba de una estafa y brindó datos erróneos.
Sin embargo, en un momento el supuesto comandante JJ dijo
ser parte del cartel de Jalisco y le afirmó al instalador de piscinas que
estaba siendo apuntado por armas. Asimismo, en la llamada, se escuchaban conversaciones
de fondo en las que mencionaban a Marset y le preguntaron qué tenía que ver con
el narco prófugo.
El hombre “estaba aterrorizado”. Al
intentar irse, el presunto cliente lo amenazó y le exigió US$ 2,5 millones.
El hombre, al que los estafadores veían por una cámara que antes le habían
pedido que conectara, dijo que no tenía esa suma de dinero. De todos modos, a
pesar de haber sido amenazado, decidió irse.
“Salí pensando que no llegaba”, confesó el hombre. “Me
comencé a mover, subí a la camioneta con la plena seguridad de que no iba a ver
más a mi familia, pero no me iba a quedar ahí a esperar a que me vengan a
matar sin hacer nada”, dijo a FM Gente.