Científicos dinamarqueses encontraron bacterias sobrevivientes dentro de frascos de manteca que fueron sellados hace 130 años.
El descubrimiento se realizó durante un estudio que investigó muestras históricas almacenadas en condiciones controladas de refrigeración. El hallazgo es sorprendente, aunque no inédito. Contrariamente a la creencia popular, ciertos microorganismos pueden persistir durante décadas,
incluso siglos, en entornos con muy baja actividad metabólica, siempre que estén
dadas ciertas condiciones que permitan su conservación.
Las muestras analizadas procedían de envases de manteca producidos a fines del
XIX y principios del XX, conservados en colecciones de museos científicos.
A pesar del largo periodo transcurrido, algunas bacterias permanecieron viables, aunque en poblaciones diminutas, latentes e inactivas la mayor parte del tiempo. Los científicos aislaron estas bacterias y verificaron su capacidad
reproductiva y actividad metabólica, después de recibir “estímulos ideales” en el
laboratorio.
La investigación destaca no sólo la curiosidad sobre los microorganismos “resucitados”, sino también preguntas importantes acerca de temas como la resistencia a los antibióticos, adaptabilidad, microbiología evolutiva y seguridad alimentaria.
Según informa el portal noticioso UOL, los investigadores enfatizaron que este tipo de bacteria antigua probablemente acumuló mutaciones con el tiempo y podría diferir genéticamente de las poblaciones modernas. También están evaluando si los genes de resistencia presentes en estos
microorganismos podrían representar un riesgo, aunque no hay evidencia de un
peligro inmediato para la población.
Otro punto de interés para los científicos es el almacenamiento de las muestras: las tapas, el tipo de envase, el entorno (temperatura, humedad) y la ausencia de contaminación externa fueron cruciales para garantizar que estas bacterias no fueran destruidas por el calor, el
oxígeno ni los microorganismos invasores.
Desde un punto de vista histórico-científico, el hallazgo refuerza la importancia de preservar colecciones biológicas con riguroso cuidado técnico. Estas colecciones permiten comprender los cambios bacterianos a lo largo del tiempo, incluyendo la evolución natural, las adaptaciones y las
respuestas al medio ambiente. También fomentan la reflexión sobre la
preservación de alimentos antiguos, como documentos biológicos, datos sobre biodiversidad
y ecología microbianas.