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La agencia calificadora Fitch Ratings mantuvo la calificación
crediticia de Uruguay en BBB como
emisor de deuda en moneda local y de largo plazo, “con perspectiva estable”.
“La calificación de Uruguay está respaldada por un PIB per
cápita relativamente alto, indicadores de gobernanza e institucionales sólidos
y finanzas externas robustas”, informó este viernes el Ministerio de Economía y
Finanzas (MEF).
En el informe de la consultora estadounidense se destaca que
la calificación está “limitada” por “débiles perspectivas” de crecimiento económico
a mediano plazo, una carga de deuda pública que supera la mediana de la calificación
otorgada y es “sensible a las fluctuaciones del tipo de cambio”, un “largo
historial” de alta inflación (aunque acota que va “en mejora”), y una “flexibilidad
política limitada por la dolarización, la indexación y la escasa profundidad
financiera”.
La nota de BBB es la más alta otorgada por Fitch a Uruguay desde que la agencia comenzó a calificar al país en enero de 1995. La última
mejora en la calificación de esta agencia se había producido hace más de diez
años (marzo de 2013), cuando Uruguay recuperó el grado inversor cuando Fitch
calificó la deuda soberana del país en el grado “BBB-”.
En detalle
Fitch habla de que el actual presidente Yamandú Orsi, del
partido de “centroizquierda” del Frente Amplio, no planteaba “diferencias políticas
marcadas” con la de su rival en las elecciones pasadas, Álvaro Delgado. Además,
reconoce que “limitaciones fiscales implican un desafío para la agenda” de
políticas públicas.
La consultora pronosticó que el crecimiento se “modere” hacia
2,4% en 2025 y que haya un déficit fiscal “en línea” con lo pronosticado por el actual
gobierno, es decir, de 4,1% (también para 2026).
En esta línea, el documento evalúa dos principales factores
que podrían —individual o colectivamente— disminuir el grado inversor de
Uruguay. Uno de ellos es un alza “sustancial” en la deuda pública “debido a,
por ejemplo, una ampliación del déficit fiscal”; el otro es un debilitamiento “significativo”
de las perspectivas de crecimiento económico o sucesos que “socaven la
previsibilidad de las políticas y la estabilidad macroeconómica”.
Por el contrario, hay tres factores que podrían mejorar la calificación
del país: una reducción “sostenida” de la inflación y “anclar” las expectativas
en torno a la meta, así como avanzar en desdolarizar o reducir la indexación para
“mejorar la flexibilidad de la política económica”; una disminución “sostenida” de la deuda pública “en
consonancia con un bajo déficit presupuestario”, y una “mejora” del
crecimiento económico y las perspectivas de inversión “mediante, por ejemplo,
reformas económicas que aborden las debilidades competitivas”.
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