Un insólito hecho conmocionó recientemente a la localidad de
Villa Carmela, en la provincia argentina de Tucumán.
La escena, que bien podría formar parte de un folletín decimonónico,
se produjo el viernes, cuando una familia velaba los restos de un joven de 22
años, quien el día anterior se había arrojado debajo de un camión en una ruta
cercana a la ciudad.
Según informa el medio local Nuevo Diario Web, el joven
entró inesperadamente —nunca mejor dicho— a la habitación donde sus deudos lo lloraban, se plantó frente
a todos y dijo: “estoy vivo”.
El informe detalla que el fiscal local Carlos Sale había
caratulado inicialmente el hecho como homicidio culposo, aunque las primeras
pericias apuntaban a un posible suicidio.
Tras el hallazgo del cuerpo, una mujer se presentó en la
comisaría de Alderetes, en cuya jurisdicción se produjo el siniestro, y aseguró
que podría tratarse de su hijo.
Se llevaron a cabo los trámites de rigor, la mujer fue conducida
a la morgue y allí reconoció los restos. Con esa validación, la Justicia ordenó
entregar el cuerpo a la familia y la burocracia fúnebre hizo lo suyo.
Horas más tarde, mientras el velorio se llevaba a cabo en la
residencia de la familia, se produjo la
ya referida aparición del “no muerto”.
“Hubo un lío tremendo. Muchos se espantaron, otros gritaron
y lloraron. La verdad es que quedamos helados”, contó Ana Laura, una vecina de
la familia, que estaba en el lugar.
En medio de la confusión y la alegría por la buena noticia,
los deudos llamaron a la comisaría de Villa Carmela, desde donde se notificó a
las autoridades judiciales. El fiscal Sale dispuso que el joven fuese
entrevistado. En su declaración, afirmó que había estado en Alderetes
consumiendo drogas y que, al regresar, desconocía que su familia lo había
identificado como la víctima del accidente.
Paralelamente, el cuerpo entregado erróneamente fue
trasladado por orden del fiscal a la morgue judicial, donde permanece sin
identificar.
La Justicia continúa trabajando para establecer la verdadera
identidad del fallecido y deslindar responsabilidades en torno al error de
reconocimiento.