Montevideo Portal
En la madrugada del domingo, cuando sonó el teléfono en la casa de la familia Cajtak, Marcos tardó unos minutos en entender que le estaban diciendo que su hijo Agustín había fallecido.
El teléfono sonó varias veces hasta que lo atendieron. Pensó que quizá era una broma de mal gusto, recordó las veces en que se había imaginado una situación así y luego, casi como un reflejo, comprendía que no le pasaría.
Efectivos de la Seccional 11 de Maldonado le informaron que el joven de 18 años, junto a su novia —también de la misma edad y llamada Lola Ferrares—, había muerto tras chocar de frente en el Camino de los Arrayanes.
Desde que tiene uso de razón, Marcos siente una pasión desmedida por los autos. Sin embargo, no consiguió transmitírsela a su hijo, quien optó por el fútbol, deporte que practicaba con gran entusiasmo.
“Agustín era de los que no tomaba refresco por el tema del azúcar, de los que se dormía temprano para poder jugar al otro día. Era un gurí sanísimo y responsable; no lo digo ahora para dejarlo como un angelito, pero realmente lo era”, contó el padre en diálogo con Montevideo Portal.
Marcos se define como una persona estrictamente realista, porque la vida le enseñó que pelearse contra los hechos es como hacerlo contra una pared. Entiende que su situación es complicada y, durante el día, busca mostrarse fuerte, distraerse y ayudar a su esposa para transitar un camino que recién comienza y que, sabe, será complejo.
“Tenemos una niña de 7 años. Ella se merece una vida como la que le dimos a Agustín. Tenemos que tratar de que esto, a ella, le pegue lo menos posible”, añadió.
Agustín manejaba un Volkswagen Gol que su padre le había comprado como primer auto. Marcos lo había adquirido a su hermano y, más tarde, se lo regaló a su hijo. Tras el accidente, se dijo que el Gol tenía la suspensión modificada y que el joven era “fierrero”, algo que su padre desmiente de plano.
“Es cierto que el auto tenía una modificación diferente, pero no se andaba arrastrando. El auto lo compramos así y, en medio de los festejos cuando se lo dimos, el tío de Agustín le dijo: ‘Después te doy la suspensión original’. Pero Agus le respondió que lo dejara así, que le daba igual”, recordó Marcos.
Sin rencor
Apasionado por los autos, Marcos ha tenido la oportunidad de ser piloto y vivir varias experiencias al volante. Sabe lo que es llevar un motor al límite y, por tanto, entiende los riesgos que implica hacerlo en lugares inadecuados.
El Gol tenía un GPS que transmitía en tiempo real el lugar y la velocidad de circulación. Antes del choque, marcó 63 kilómetros por hora, según un video difundido tras el accidente.
De frente, tras una curva pronunciada, apareció un Volkswagen Golf que circulaba a más de 110 kilómetros por hora, de acuerdo con las primeras pericias. El impacto fue tal que el auto terminó sobre el de Agustín, provocando la muerte instantánea de él y de su novia.
“Está claro que el hecho ocurrió en el carril en el que venía mi hijo. No se cambió de carril y no iba a más de 70 km/h”, afirmó Marcos, quien pidió que la investigación sea transparente. “Yo sé que no voy a recuperar ni a mi hijo ni a su novia, pero no quiero que se empiecen a tocar determinadas cosas con el fin de encontrar donde no hay”, insistió.
Marcos no siente rencor hacia Diego, el joven de 22 años que conducía el Golf, porque sabe que todos “alguna vez nos mandamos alguna”.
“A veces pasa que empujamos o colaboramos para que determinadas cosas ocurran. Si a mí me dicen que él no venía alcoholizado, fue un accidente y punto. Si no, será la Justicia la que diga qué fue”, aseguró.
Le doy mis llaves
Quienes conocían a Agustín destacaban su tranquilidad. Su grupo de amigos prefirió no ser identificado, pero coincidió en que era una persona responsable, “a veces por demás”.
“Era de esos que no cedían cuando no estaba de acuerdo con algo. ¿Viste cuando tenés esos amigos que decís ‘le doy mis llaves del auto de ojos cerrados’? Bueno, así era”, contaron.
Esa tranquilidad también la demostraba al conducir. En uno de los videos posteriores al accidente se lo ve junto a su novia, a baja velocidad y con el cinturón de seguridad puesto.
“Por suerte, antes de que muriera le dije que fuera feliz, que lo material iba y venía, y que lo iba a apoyar en todo”, finalizó Marcos.
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