La caída del muro de Berlín y la posterior reunificación de Alemania tuvo consecuencias muy diversas. Algunas de hondo calado social, económico y político. Otra, como esta, más bien anecdótica.
El protagonista de la historia es el Trabant, un auto compacto lanzado en Alemania Oriental en 1958. Pequeño y un tanto rústico, el coche se ganó un lugar en los usuarios del país —que tampoco tenían mucho para elegir. El pequeño auto siempre encendía, y se ganó el apodo de “bujía con techo”.
A pesar de su famosa calidad de construcción deficiente, baja velocidad máxima, terribles emisiones de escape y propensión a los desperfectos, el Trabant siempre tuvo una lista de espera de entre 10 y 13 años para posibles nuevos compradores.
Según recuerda la publicación especializada Silodrome, los alemanes del este solían hacer un pedido de un Trabant cuando nacía su bebé o cuando su hijo comenzaba a ir a la escuela; de esta manera, cuando el niño fuera un adulto joven, su automóvil podría estar listo para ser entregado.
En diferentes versiones, el Trabant llegó a contar con unos 3.7 millones de unidades, que salieron de fábrica hasta el cese definitivo de su producción, el 30 de abril de 1991.
Rápidamente sustituidas por coches occidentales, las “bujías con techo” quedaron literalmente abandonadas en las calles. Por millares.
La cantidad de Trabant “huérfanos” fue tan grande que el Gobierno Federal lanzó un plan para recogerlos y desguazarlos de forma sistemática.
De manera tristemente irónica, fueron los ingenieros de la firma VEB Sachsenring, encargada de fabricarlos, quienes diseñaron una máquina dedicada exclusivamente a destruirlos
Este aparato, conocido como «Trabant-Kompaktor», compactaba los vehículos y también ayudaba a separar los materiales para su posterior reciclaje, como el plástico duroplast de la carrocería y los componentes metálicos del motor y chasis.
Pese a semejante exterminio, el Trabant era un coche relativamente común en las calles del este de Alemania hasta principios de los años 2000. Y si bien en la actualidad ya casi no se los ve circular, gozan de un cierto resurgimiento gracias a nostálgicos y coleccionistas.
De hecho, en 2024 se empadronaron en Alemania más autos Trabant que en los 16 años anteriores.