El precandidato colorado Andrés Ojeda contó el vínculo de su
familia con uno de los fundadores del Frente Amplio (FA) y políticos más
destacados del país, Líber Seregni.
En diálogo con Gonzalo Camarotta, en el marco de Encuentros presidenciales,
el abogado contó una anécdota atesorada por su familia.
“De las pocas personas que entraron al apartamento de
Seregni cuando lo liberaron, el día del discurso del balcón, que se sentaron en
su living, fueron mi padre y mi abuelo”, dijo el precandidato a la presidencia.
Ojeda recordó el 19 de marzo de 1984, cuando Seregni fue
liberado de la Cárcel Central y desde el balcón de su casa dio un discurso que
el FA recuerda como “uno de los más importantes” para la fuerza política.
Ese día, una multitud recibió al líder de izquierda en su
edificio, y entre ellos estaban los Ojeda, que subieron al apartamento y “tienen
una foto sentados en el living de Seregni”.
?? «De las pocas personas que entraron al apartamento de Seregni cuando lo liberan, el día del discurso del balcón, fueron mi padre y mi abuelo»@AndresOjedaOk en #EncuentrosPresidenciales sobre la relación que unía a su abuelo con el fundador del Frente Amplio. pic.twitter.com/oEUFoCXF5N
— gonzalo cammarota (@Elcammarota) April 18, 2024
La anécdota fue atesorada dentro de la familia Ojeda. “Mi
abuelo no era muy de comentar sobre temas políticos, pero evidentemente tenía
su cuestión muy arraigada con Seregni”, contó Ojeda.
El día que Seregni, preso por la dictadura cívico-militar, fue liberado, sus
seguidores lo celebraron en las calles de Montevideo. “Seregni, amigo, el pueblo
está contigo”, le cantaban. El fundador del FA se acercó a su balcón y saludó al
pueblo, y desde allí habló.
“Quiero decirles dos o tres palabras. Primero, mi tremenda emoción,
mi reconocimiento y mi cariño para ustedes. Han pasado diez largos años: salgo
con la conciencia tan tranquila como entré. Salgo más firme, más convencido de
nuestros ideales. Fuimos, somos y seremos una fuerza constructora, obreros de
la construcción de la patria del futuro”, exclamó Seregni el 19 de marzo de
1984.
