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Noticias Nacionales

Camino a Kafka o cuando los fantasmas, lo ominoso y el delirio velan la agonía

todayjunio 4, 2024

Fondo


La puesta en escena

El estreno de “Camino a Kafka” será el jueves 6 de junio, y se presentará en 15 funciones, los jueves, viernes y sábados, siempre a las 20.30 horas (las entradas están a la venta en RedTickets).

El elenco que dirige Solarich está integrado por Alejandro Sosa (Franz Kafka), Vital Menéndez (Hermann Kafka), Analía Troche (Julie Löwy), Maia Cayrús (Ottilie), Florencia González (Dora Diamant), Claudio López (Max Brod), María Eugenia Margalef (Felice Bauer), Mariano Solarich (Josef K -El Proceso), Tomás de Urquiza (Peter el Rojo -Informe para una Academia-), Maite Guerrero (Guardián -Ante la ley-), Joaquín Álvez (Gerente -La Metamorfosis-), Mateo Rebollo (Oficial -En la Colonia Penitenciaria-), Candelaria Acosta (Josefina -Josefina la cantora-).

La agonía, los fantasmas

La historia “Camino a Kafka” transcurre en la agónica víspera del 3 de junio de 1924, cuando Kafka estaba internado en el hospital de Kierling, en las afueras de Viena. Allí, horas antes de su muerte, las defensas caen, la mente afiebrada trama la polifonía que ensambla de forma dramática las voces familiares, las voces de los personajes, las voces de los miedos.

“A mí siempre me interesó el tema del fantasma, es un elemento recurrente en mi obra”, contó Sandra Massera. “Para el teatro me parece fabuloso el recurso, porque el fantasma puede ver a los vivos, puede observar lo que está ocurriendo sin que a él lo vean. Y en este caso, Kafka todavía está vivo, está en ese pasaje, en ese umbral entre la vida y la muerte, y ahí, rodeado por los fantasmas, los hombres y mujeres que marcaron su vida, él tiene una cierta libertad moral, una visión, una percepción de lo que va a ocurrir. Por algo le dice a su hermana ‘váyanse a América porque se viene ese tal Hitler, ese que ahora está soliviantando a todo el mundo’.

En una obra anterior, “Hotel blanco”, Massera ya había utilizado este recurso. “Ahí los personajes acosaban al autor y le reclamaban ‘por qué no terminaste de escribir sobre mí’, ‘por qué no me pusiste nombre’. Ahora, en esta otra obra, me pareció interesante volver sobre los fantasmas, ya que Kafka tuvo una muerte muy peculiar. Y en los últimos días quizás tuvo esas visiones al sentirse muy mal, al respirar diferente, al no poder comer. La idea, entonces, era plantear qué pasaría si él viera no sólo a las personas más cercanas -la familia, la novia, amigos-, sino a sus personajes que llegan para interpelarlo”.

“Esto me lleva a lo que una vez me dijo un médico amigo”, agregó Solarich. “Él me explicó que incluso en casos graves, como la esquizofrenia, solo se puede imaginar, delirar, con lo que se ha vivido, con lo que se tiene en la mente. O sea que hasta para delirar se apela a tu propia historia. Y es un aspecto muy interesante en la historia de Kafka”.

El proceso

“Sandra me dio su texto después de ver ‘La tierra baldía’, un espectáculo anterior”, recordó Solarich. “Y me dijo, ‘mira, yo creo que vos tenés que dirigir esto, léelo; y te pido una sola cuestión, casi como una condición: me gustaría que muchos de estos chicos (el elenco) puedan estar en esta puesta’. Y yo cumplí con eso porque es un elenco de treintañeros, muy capaces, muy buena gente; es una generación fuerte, sólida, que piensa. El texto de Sandra es increíble, me enamoré enseguida. Ahí hay un conocimiento muy profundo de la vida y de la obra de Kafka, y hay un valor agregado fundamental: su arte para integrar los hombres y mujeres que fueron parte de la vida del escritor, y los personajes de sus obras”.

A partir de este texto, siguió, “iniciamos hace dos años un largo proceso de investigación en lo actoral, en lo escénico, pero en ese trabajo no quemamos etapas de forma apurada, sino que le dimos el tiempo justo para que la búsqueda madudara. Ahora este trabajo está en su etapa de culminación y, quizás no por azar, no por casualidad, sino por causalidad, estamos por estrenar justo en el centenario de la muerte de Kafka. Todo estaba alineado”.

En ese proceso “trabajamos de forma colectiva sobre la época, el prólogo al nazismo, el período entre guerras”, sobre “una mirada profundamente social y política” que se pliega sobre “las soledades de Kafka, sus frustraciones, sobre su propia creación”.

Con base en esa rica y compleja trama de tópicos que se urde en el texto de Massera “fuimos improvisando, investigando, logrando un montón de cosas, de estados, de gestos, de climas, articulando la palabra con lo sonoro, con la luz, el tránsito entre los espacios”.

Esto sirvió también para componer una imagen “sobre lo laberíntico, sobre esa forma de ganar perspectiva respecto al tamaño del ser humano frente a la institucionalidad, la arquitectura, la omnipresencia que te aplasta, la burocracia, la escalera, la biblioteca”. Por esto surgió, ya en las últimas fases del proceso para definir la puesta, la idea “de poner la obra en la Biblioteca Nacional, que es fastuosa, imponente, el templo del libro. Fue un desafío, pero, como con la coincidencia con el centenario kafkiano, hicimos muy buena empatía con el director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo, que le pareció preciosa la idea”.

Tanto Solarich como el elenco, agregó Massera, “tienen experiencia en trabajar las puestas en espacios no convencionales, y eso es interesante, valioso. Cuando fui a ver el ensayo, fue impactante descubrir cómo se integra a la trama, a la historia, el comportamiento del sonido en un espacio inmenso, imponente como el de la Biblioteca, que crea como un clima de ensoñación. Esto quizás no se logre en un escenario tradicional, donde domina la inmediatez. No sé si podría, después de ver el ensayo, imaginarme esta obra en otro espacio. Esa sonoridad, ese rebote del sonido, más el ambiente que compone la luz, los techos casi inalcanzables, contribuyen a crear lo ominoso de la situación que están viviendo Kafka y sus personajes”.





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Escrito por hiperactivafm


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