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Noticias Nacionales

A un año del día que los gurises tocaron el cielo con las manos en el Mundial sub-20

todayjunio 11, 2024

Fondo


Por Gonzalo de León

Minuto 85. Fabricio Díaz acomoda la pelota. Levanta el
córner. Alan Matturro la pelea. Andrés Ferrari no puede en su intento. Matturro
insiste y remata. El balón rebota. Se eleva. Los corazones de tres millones de
uruguayos se detienen. Luciano Rodríguez salta. Cabecea. Y un grito unísono en
La Plata: Goooooool.

Domingo 11 junio de 2023, una fecha marcada en la historia
del fútbol uruguayo. Ese día, un año atrás, un grupo de gurises se imponía con
mucho fútbol y carácter a Italia y conquistaba, de esa forma, el primer Mundial sub-20 de
Uruguay. El Estadio Único Diego Armando Maradona de La Plata, en Argentina, fue
testigo de este hito.

Un día después se cumplía un año de una histórica derrota
7-0 con Brasil en un amistoso, pero el panorama continental ya había cambiado
para ese entonces. En verano todos nos ilusionamos con un Sudamericano
espectacular, en el que los gorriones celestes fueron subcampeones, perdiendo
en el partido definitorio con, justamente, los norteños.

El “se busca rival en Sudamérica” de Andrey Santos se
transformó en un “se busca rival en el mundo” de los jugadores uruguayos. Nunca
favoritos, siempre desde atrás. De callados. Así como nos gusta a nosotros en
este pequeño país lleno de gloria.

El camino

Pero vamos al comienzo, cuando se comenzó a gestar la obra
de Marcelo Broli. 29 de marzo. Fecha clave. Ese día, la FIFA decidió de forma
oficial sacarle la organización de la Copa del Mundo a Indonesia, que no
aceptaba el ingreso al país de Israel por distintos conflictos entre ambas
naciones.

Quienes se postularon fueron nuestros vecinos, los actuales
campeones del mundo a nivel de mayores. Ellos no clasificaron a través del
Sudamericano y, organizando el torneo, se podían meter. FIFA aceptó y el 17 de
abril confirmó que el Mundial se iba a disputar en Argentina. Ahí, ya íbamos
ganando 1-0.

La cercanía de la sede hizo que los uruguayos se
entusiasmaran aún más con un plantel que venía de emocionar a todo un país en
el Sudamericano de Colombia, en el que representaron la gloriosa camiseta
celeste de la mejor manera. Y qué bien hicieron en ilusionarse.

El 8 de mayo la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) dio a
conocer la lista de 21 futbolistas convocados. En el camino se lesionó Renzo
Sánchez, clave para Broli en el Sudamericano, y Real Madrid no prestó a Álvaro
Rodríguez, uno de los goleadores. Problemas para el DT, que se las arregló y
formó un grupo espectacular.

Dos días más tarde disputó su primer partido amistoso de preparación, que acabó con triunfo 1-0 sobre Honduras con un gol de Luciano Rodríguez. La cosa ya pintaba bien. Y Alan Matturro lo presagiaba: “Nos tengo tremenda fe para el Mundial”.

Luego, el 13, la Celeste se despidió de su gente con un 2-0 sobre Uzbekistán en el Estadio Centenario, partido en el que anotaron Fabricio Díaz y Anderson Duarte. La delegación celeste viajó a la ciudad de
La Plata, donde iba a disputar sus dos primeros partidos, ante Irak e
Inglaterra, el 10 de mayo. El hotel Grand Brizo fue el bunker elegido para descansar de cara a
los partidos.

El comienzo de todo

Y llegó el día. Lunes 22 de mayo, el debut. Los dirigidos
por Marcelo Broli se prepararon para este momento. El Estadio Único Diego
Armando Maradona de La Plata fue testigo del contundente 4-0 frente a Irak, que
situó a la Celeste en lo más alto del grupo E debido a que Inglaterra a primera
hora le había ganado 1-0 a Túnez.

Matías Abaldo gritó el primer gol uruguayo en esta Copa del
Mundo y en el segundo tiempo aparecieron Andrés Ferrari, Facundo González y
Alan Matturro para convertir triunfo en goleada. “Fue un debut soñado” y “es un buen
puntapié inicial” fueron algunas de las valoraciones de Abaldo ese día tras el
partido.

¡Y cuánta razón tenía! Ese día comenzó a gestarse algo
maravilloso, pero no todo sería color de rosas. Los siguientes dos días fueron
de preparación en City Bell, el predio de entrenamiento de Estudiantes de La
Plata. ¿El objetivo? Llegar de la mejor manera para el duelo ante los ingleses.

El 25 de mayo era la fecha marcada para el partido más
importante del grupo. El que ganaba iba a ser líder y se aseguraba su lugar en
octavos de final. El que perdía debía luchar hasta el final. Lamentablemente, o
afortunadamente con el diario del lunes, Uruguay cayó 3-2.

Bashir Humphreys y Alfie Devine aprovecharon
desconcentraciones celestes en el fondo y pusieron en ventaja a los europeos,
pero Franco González dio suspenso nada más comenzar el segundo tiempo. Darko
Gyabi sentenció todo en el tiempo de añadido, junto antes de que llegara el
tanto de Anderson Duarte. Fue derrota y amargura en un estadio repleto de
argentinos que hincharon por Uruguay y que hicieron enojar a los jugadores
ingleses.

“Frustración no tenemos, pero sí el dolor de no conseguir el
resultado que veníamos a buscar. Hubo cosas muy buenas, el equipo compitió muy
bien ante un adversario durísimo, nada menos que el campeón de Europa”, comentó
Broli en zona mixta, y dijo algo clave: “Hay que seguir confiando en lo que
proponemos porque es lo que nos va a llevar a grandes cosas”.

Después de ese partido, el plantel debía hacer borrón y
cuenta nueva. Al día siguiente viajaron hacia Mendoza para afrontar el último
partido del grupo ante Túnez. Mendoza la hermosa, una ciudad fría pero muy
acogedora que apenas se enteró que había un Mundial en disputa allí.

Un triunfo colocaba a la Celeste en la siguiente ronda, y
así fue. El 28 de mayo Uruguay ganó 1-0 con un tanto de penal de Franco
González sobre el cierre del partido. Victoria y clasificación a octavos de
final como segundos, pero, nuevamente, no todo eran buenas noticias.

En ese partido, se retiró lesionado Matías Abaldo tras un
mal movimiento de su rodilla y terminó sentido Andrés Ferrari. A la noche se
hicieron estudios y al día siguiente la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF)
confirmó las entidades de las respectivas lesiones.

Abaldo padeció “un episodio de traumatismo indirecto con
mecanismo de extensión y flexión, a nivel de su rodilla derecha, con afectación
del sector anterior en su menisco interno”, mientras que Ferrari sufrió “edema
a nivel de la unión miotendinosa del bíceps crural”. Los dos estaban
prácticamente descartados para el resto del torneo, y, finalmente, así fue. No
volvieron a jugar.

Pero no había lugar a lamentos, porque ese mismo día se dio
el viaje a Santiago del Estero para enfrentar en octavos a Gambia. Del frío de
la cordillera de Los Andes al calor del norte argentino.

Igualmente, la salida de Mendoza fue traumática. Debían viajar a las 12:15, les cambiaron el vuelo para las 14:30, después para las 17:00 y, por último, para las 21:00. “A las 21 horas salíamos para Santiago, pero en realidad lo hicimos 22:20 de la noche. Al arribar a destino nos enteramos que la mitad del equipaje no vino. Una parte la habíamos mandado vía terrestre porque en el avión no entraba y, la otra, que volaba con nosotros, no llegó en su gran parte”, dijo Marcelo García, presidente del Consejo Único Juvenil de la AUF, a FútbolUy.

Me permito ilusionarme

La siesta es sagrada en Santiago del Estero, al punto de que
(casi) todos los comercios cierran entre las 13:00 y las 18:00, pero no así el
Estadio Único Madre de Ciudades. Este hermoso recinto abrió sus puertas en la
tarde del 1º de junio para recibir a los gorriones celestes, que se impusieron
por 1-0 con gol de Anderson Duarte y avanzaron a cuartos.

“Ganar de esta manera, con un grupo que deja todo dentro de
la cancha, es impresionante. Creemos en este equipo, en la palabra de Marcelo
Broli y todos trabajamos para llevarlo al terreno de juego. Este grupo deja el
alma”, expresó Duarte luego. ¿La mala noticia? La injusta expulsión de Luciano
Rodríguez.

La Perla se iba a perder el partido de cuartos de final, que
horas más tarde se confirmó que el rival era Estados Unidos, que llegaba con puntaje perfecto. Lo bueno para el
plantel, que ya contaba con tres jugadores menos entre lesionados y
suspendidos, es que se quedaban en Santiago y podían descansar bien.

Los tres días entre partido y partido parecieron eternos,
pero el día llegó. 4 de junio. Domingo. Nublado en Santiago del Estero. Nada
importó. La Celeste salió a comerse la cancha y pasó por encima a Estados
Unidos, que nunca estuvo cerca de dañar el arco celeste. Anderson Duarte volvió a anotar y luego se
convirtió en contra Joshua Wynder para el 2-0 final de los de Broli.

Tras el partido, el entrenador destacó: “Sentimos que nos
representan por el comportamiento, la entrega y el coraje para jugar en los
momentos más complicados”. Por otra parte, Juan Cruz de los Santos, una de las
figuras de la noche, expresó: “Como país y como jugadores, tenemos un plus que
se conoce”. Pese a los problemas, el equipo seguía dando de qué hablar.

Al día siguiente de ese gran triunfo, la delegación partió
nuevamente rumbo a La Plata, una ciudad conocida que tenía preparadas aún más
alegrías. Pero las malas noticias no paraban de llegar para el equipo de
Marcelo Broli.

Además de la baja de Mateo Ponte, quien sufrió ante los norteamericanos una “lesión muscular del bíceps femoral del miembro inferior derecho” que lo sacó del resto del certamen, se conoció que Luciano Rodríguez recibió
dos partidos de suspensión por la roja ante Gambia, por lo que se perdería la
semifinal contra Israel, selección que había dado el batacazo al eliminar a
Brasil, el campeón sudamericano.

Durante esos tres días en la capital de la provincia de
Buenos Aires previo al duelo, el nerviosismo en los futbolistas no se veía,
pero sí esa ansiedad de jugar tan importante partido.

Hasta que llegó el día. El Estadio Único se llenó de hinchas
uruguayos, pero también de israelíes que, en realidad, eran argentinos
alentando por el país de sus antepasados.

Foto: Miguel Frey / FútbolUy

Foto: Miguel Frey / FútbolUy

Partido duro ante una selección muy buena tácticamente y que
estuvo cerca de convertir, pero en el arco estaba un enorme Randall Rodríguez.
Hasta que, a los 60 minutos, una patriada de Alan Matturro, típica de los
defensas históricos de Uruguay, acabó en un remate al palo que empujó al fondo
de la red Anderson Duarte.

Sí, Ander. El tacuaremboense se volvió a vestir de héroe y
metió a la Celeste en una final del mundo a nivel sub-20 por tercera vez en la
historia. “Este equipo mete huevo y corazón como loco”, retrató Andrés Ferrari
tras el partido, y Matturro señaló: “En la final dejaremos hasta la última gota
de sudor”.

Lugo de ese partido, Italia derrotó 2-1 a Corea del Sur y
sería el rival de Uruguay en la gran final. Ese partido fue muy seguido en el
hotel Grand Brizo, donde concentraba la Celeste. Muchos dirigentes y algunos
miembros de la delegación, sumados a la prensa, observaron y analizaron el
pasaje de la Azzurra.

Gracias, simplemente gracias

La final estaba marcada para el 11 junio, pero esos tres
días fueron eternos. Un día más tarde de la semifinal, Marcelo Broli dio una
conferencia de prensa y comentó: “Nuestra base es el sacrificio del equipo
acorde al orden táctico. El campeonato del mundo te hace crecer muchísimo,
debido a que conlleva muchas resoluciones en momentos claves y aprendés a
sobrellevar la tensión”.

Ni la final de la UEFA Champions League un día antes opacaba
el hecho de que estos gurises estaban a las puertas del primer título mundial
de nuestro país en juveniles. Y eso quedó demostrado con el apoyo que
recibieron, ya que más de 70.000 uruguayos cruzaron el Río de la Plata, algunos
con entradas y otros sin que buscaron por todos los medios conseguir una.

En 1997 Uruguay había perdido la final con Argentina 2-1 en Malasia y en
2013 con Francia en Turquía por penales, pero estos chiquilines tenían algo distinto. Algo que llenaba
de confianza a los uruguayos. Además, la final era en Argentina, “el patio de
mi casa”, como lo denominaban algunos usuarios en redes sociales, motivados por
todos los títulos logrados por Uruguay allí.

Y llegó el día. Domingo 11 de junio. Hasta ese momento, casi
todos los días habían sido grises y fríos, pero en esa ocasión amaneció con un
sol radiante, como si de un paralelismo psicocósmico se tratase. En el hotel,
todos los jugadores concentrados en el partido. Afuera, cientos de hinchas
uruguayos gritando y alentando, con canciones nunca vistas para un partido de
la selección uruguaya.

El camino hacia el estadio estaba imposible de transitar,
con hinchas celestes por todos lados. Las tribunas, repletas. Todos cantando el
popular “soy celeste”, aplaudiendo a los suyos y abucheando a los italianos,
que tuvieron el apoyo de unos escasos ciudadanos argentinos.

El momento mas emocionante fue, tal vez, escuchar el himno
nacional cantando por todo el estadio. Cada uno de los presentes dejó su
garganta ahí ese día y era imposible no emocionarse. Ese fue un pequeño
adelanto de lo que sería el partido.

Uruguay salió a jugar como lo hizo en todo el Mundial: a
comer a su rival. Dominó por completo en el primer tiempo y estuvo cerca de
ponerse en ventaja hasta en tres oportunidades, pero la efectividad estaba faltando a la cita.
A los europeos se los veía muertos en la cancha, y no generaron peligro nunca.

La Celeste, nuevamente, contra todo y contra todos. A los
80’ Mateo Pratti pegó una patada descalificadora en la rodilla a Fabricio Díaz
que le costó la roja, pero del VAR llamaron a Glenn Nyberg y dio marcha atrás en su decisión. De no
creer. Igualmente, fue una buena noticia para los nuestros.

Los de Broli sacaron todo su coraje y empujaron contra el
arco tano. Y a los 85’ llegó lo que todos estábamos esperando. Fabricio Díaz
ejecutó un tiro de esquina, Alan Matturro peleó la pelota, Andrés Ferrari no
pudo rematar, Matturro siguió luchando y consiguió disparar. La pelota rebotó
en un defensa y se elevó.

En ese momento apareció Luciano Rodríguez, ese pibe al que,
injustamente, habían sacado de semifinales. Saltó y cabeceó. En ese momento se
detuvo el tiempo y se escuchó un grito que cruzó el Río de la Plata: Gooool.

El estadio explotó con el grito de gol. La locura era total.
Los minutos no pasaban más. Hasta que, después de tanto sufrimiento, el árbitro
pitó el final del partido y los uruguayos saltaron a la cancha, que se vio
invadida por llantos y abrazos. La copa se levantó y sonó el “vamos, vamos los
pibes” en el Estadio Único Diego Armando Maradona de La Plata.

“Estos muchachos conmueven. No me entra en el pecho
la alegría que tengo y quiero compartirla con todo el Uruguay. Se generó
algo muy hermoso que sentimos desde allá, la energía que sentimos, la
gente que vino, fue algo maravilloso. Esto es de todos”, dijo un Broli
muy emocionado nada más terminar el partido.

Alan Matturro se llevó el Balón de Plata del torneo y el
público abucheó la decisión de FIFA de nombrar como Guante de Oro al italiano Sebastiano
Desplanches y no a Randall Rodríguez, quien recibió solamente tres goles en
siete partidos y mantuvo la valla invicta en cinco partidos consecutivos.

El después

Muchos fueron los pensamientos que se pasaron por la cabeza
de todos, como bien lo retrató Juan Cruz de los Santos: “Cuando el árbitro pitó
el final, solo pensé en mi familia”. “La gente me daba palo como loco y no
imaginaba esto”, fue la reflexión de Matturro.

Quien tenía bien claro el camino era Diego Ruso Pérez, ese
que, tal vez, era ídolo de muchos de estos gurises y que pudieron compartir
muchos meses a su lado en la selección: “Esto debe ser un golpe anímico en jóvenes
para forjar los futuros campeones”.

Todos disfrutaron en el estadio, interrumpieron la
conferencia de prensa de Marcelo Broli con cánticos y bombos, y hablaron con
todo el mundo, pero la fiesta ya estaba preparada en el hotel. Hacia allí se
dirigieron rápidamente, donde lo esperaban cientos y cientos de personas, entre
ellas sus familiares.

El lobby hotel estaba repleto de gente, desde familiares
de jugadores, los propios futbolistas, parte del cuerpo técnico, directivos de
la AUF, e hinchas. Los trabajadores del minibar que había ahí se volvieron locos
de tanta comida y bebida que tuvieron que preparar y vender, pero el ambiente
era de fiesta y hasta ellos disfrutaron.

Foto: FútbolUy

Foto: FútbolUy

En un momento de la noche la delegación se fue a festejar de
forma más íntima y el hotel se empezó a vaciar, pero a esa altura era ya lunes
12 de junio, día en el que el plantel debía partir temprano rumbo a nuestro
país, donde los esperaban miles de uruguayos.

Sobre las 08:00 de la mañana salieron hacia Aeroparque y
unas horas más tarde llegaron a Uruguay, donde inició una caravana desde el
Aeropuerto Internacional de Carrasco hasta el Estadio Centenario. Canticos,
saludos, vino y hasta la visita express de Luis Suárez fueron algunos de los
hechos más destacables de esa jornada.

Dos días más tarde, el miércoles 14 de junio, fueron homenajeados
en el Estadio Centenario previo al duelo de la selección mayor frente a Nicaragua,
que marcaba el debut de Marcelo Bielsa. A partir de ahí comenzaron los
homenajes de cada club a sus jugadores previo a los partidos del Campeonato
Uruguayo.

Foto: Dante Fernández / FocoUy

Foto: Dante Fernández / FocoUy

Pasaron los meses y el recuerdo sigue siendo maravilloso. Parece
mentira, pero ya pasó un año. Un año de un hecho que quedará para la historia. Un grupo de gurises volvió a levantar una Copa del Mundo, tal vez en una categoría
juvenil, pero todos ellos pueden decir que son los MEJORES DEL MUNDO. Gracias
eternas, gorriones celestes.

Por Gonzalo de León





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Escrito por hiperactivafm


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