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Noticias Nacionales

¿Quién inventó el esquema Ponzi?

todayfebrero 8, 2025

Fondo



Otras tantas alusiones refieren a los primeros banqueros florentinos en el Renacimiento, las acusaciones a los orígenes turbios de la Banca de los Rothschild o a más de una familia de banqueros pillos autóctonos de estas tierras, como los Peirano, que también dejaron el tendal. Lo cierto es que el esquema Ponzi tiene características particulares y refiere a un tipo de estafa que ha sido repetida después por muchos, sofisticando el método mediante alianzas estratégicas: un medio de comunicación, entornos de clase alta con alcurnia y una pata política en partidos de discurso neoliberal con alabanzas al dios mercado. La veta católica conservadora, anclada en las buenas costumbres de tal gente de bien, tampoco suele faltar.

Ponzi, un timador con encanto

Lo curioso es cómo Ponzi ideó su esquema para hacerse rico y cómo lo llevó a la práctica en 1920. El referido artículo de National Geographic narra que, antes, había pasado por todo tipo de empleos típicos para inmigrantes en los que apenas ganaba algo para subsistir como jornalero en tareas de la más baja categoría. Pero sus deseos de convertirse en millonario lo llevaron a mudarse a Canadá en 1907 para trabajar en un banco que quebró producto de una estafa financiera realizada por su dueño, que huyó al descubrirse que estaba pagando los intereses de los depósitos con el dinero de los nuevos clientes. Ponzi se quedó sin trabajo, pero prestó atención a la martingala de su empleador.

En su afán de sobrevivir, falsificó un cheque y fue descubierto, por lo que fue a prisión por tres años. Para colmo, al salir de la cárcel intentaba volver a EEUU, pero fue apresado en el tren acusado de tráfico de inmigrantes. Alegó que apenas conocía a los siete italianos pobres que viajaban a su lado, pero fue encarcelado por otros dos años.

Liberado en 1912, deambuló por diferentes estados hasta que decidió volver a Boston con la persistente idea de hacerse rico. Se casó e ideó un plan que sería la génesis del vertiginoso ascenso que vino después. En 1917 creó La guía del comerciante, una publicación gratuita a financiar con publicidad. «Un negocio redondo que nadie más supo ver, porque ningún banco le proporcionó la financiación para sacarlo adelante», consigna la nota.

Sin embargo, la suerte apareció al revisar la correspondencia. Ponzi encontró la carta de una empresa que se interesaba desde España y le solicitaba una copia de La guía del comerciante. Para el envío, adjuntaban unos sellos que permitan hacer efectivo el contrarembolso. Eran cupones prepagados para realizar envíos al remitente en el extranjero.

«Por un acuerdo internacional, estos cupones no tenían en cuenta la fortaleza de la moneda de cada país. Así, los sellos emitidos en un país con una divisa débil (como España) se podían intercambiar por sellos de más valor en EEUU. Ponzi calculó un beneficio del 10 % en el caso de la peseta, mayor en casos de monedas más devaluadas como la lira italiana. Solo se trataba de convertir los sellos en dinero de verdad». Aunque pronto supo que no era posible, siguió adelante.

Como tampoco consiguió un préstamo para iniciar la cadena, ni socios que aportaran algo del capital mínimo necesario para la maniobra, comprendió la clave para organizar el esquema que lleva su nombre. Como bien cuenta Sala en su artículo, «se dio cuenta de que podía obtener diez dólares de diez personas diferentes mucho más fácilmente que pedir prestados cien dólares a una sola». Lo que sucedió después fue una fiebre de locos desatada en Boston que lo llevó en escasos meses a estafar a miles de personas.

Ponzi fundó una empresa con un nombre adecuado para brindar la credibilidad que no tenía y el capital que tampoco poseía. Así fundó la Securities Exchange Company, «una sociedad sin socios, que tenía un solo empleado y con sede en una oficina que subarrendaba para poder pagar el alquiler».

Ponzi no explicaba detalles de su plan, pero prometía unos intereses del 50 % en 90 días. Poco después redujo el plazo a 45 días. La nota publicada en National Geographic remite a la autobiografía que Ponzi publicó en 1936, en la que contó que «cuando los primeros clientes recibieron quince dólares al cabo de 45 días, todo el sentido de la precaución los abandonó. Hasta el 1 de enero de 1920, reuní exactamente a 18 inversores. La bola de nieve había comenzado su camino cuesta abajo. Cobró impulso cuando, alrededor de la segunda semana de febrero, pagué a mis primeros inversores 2.478 dólares sobre su inversión original de 1.770 dólares», contaba.

Lo que vino después fue imparable. «Cada cliente satisfecho se convirtió en un vendedor que traía nuevos clientes. La legión de inversores creció a pasos agigantados. En julio, más de 30.000 personas habían adquirido pagarés de la Securities Exchange Company por casi 15.000.000 de dólares. La bola se había convertido en una verdadera avalancha».

El esquema sobrevivía gracias al reclutamiento de nuevos clientes que se convertían en agentes comerciales a los que prometía un 10 % adicional por cada nueva inversión que captaran. Así, miles de personas reinvertían sus ganancias en vez de cobrarlas, lo que le daba más plazo a Ponzi para seguir con la estafa.

El 26 de julio la avalancha de gente era enorme también gracias a la complicidad de algunos medios de comunicación, como el diario The Evening World, que difundió el fenómeno. «Todo Boston se enriquece rápidamente con Charles Ponzi, el creador de fortunas, un moderno Rey Midas […] préstale tu dinero, de 50 a 50.000 dólares, y en noventa días te devuelve el doble de lo que le diste. Lo ha estado haciendo durante meses y todavía lo está haciendo». Era julio de 1920 y el periódico The Evening Post de Nueva York se hacía eco de la fiebre inversora que se había apoderado de Boston. Y otros medios de prensa entrevistaron a Ponzi, que ya era todo un personaje. Se había mudado a una mansión, tenía automóviles y se dejaba ver en caros restaurantes y clubes. Aparecía como un exitoso empresario, aunque mantenía en el misterio su esquema financiero que, en realidad, no invertía en nada.

Todo cambió cuando en el Boston Post apareció un artículo que advertía que aquellos bonos de contrarembolso internacional nunca podían justificar las inversiones ya que en EEUU solo se habían emitido 27.000, y para la cantidad de inversores que ya manejaba Ponzi, eran necesarios 160 millones de esos sellos.

Tras las dudas que corrieron como pólvora, explotó el pánico y miles se presentaron a cobrar sus intereses o recuperar el dinero invertido. Ponzi optó por pagarles a algunos para ganar tiempo y tratar de frenar la corrida. Habló de un complejo sistema internacional de compra-venta de sellos y de agentes en Europa que respaldaban un negocio legal. Con su discurso seductor de especialista en negocios, llegó a convencer a muchos que siguieron creyéndole y «hasta lo idolatraban como un héroe que les había mostrado dónde estaba el dinero».

El 2 de agosto todo se tambaleó, cuando un empleado que había contratado como jefe de prensa denunció que Ponzi era insolvente y ya acumulaba una deuda de 2 millones de dólares que trepaba a 4 si se contaban los intereses. Por último, el Boston Post publicó el prontuario desconocido de Ponzi, que hundió la credibilidad que mantenía e informó que «las autoridades fiscales de Estados Unidos continuaban revisando sus libros de cuentas y no había sellos, no había agentes internacionales ni misteriosa institución que actuara en nombre de Ponzi en Europa».

La nota culmina la historia recordando que la auditoría demostró que en el desfalco media docena de bancos quebraron y quienes pudieron presentar sus pagarés rescataron 30 centavos por cada dólar invertido. «En noviembre, Ponzi aceptó declararse culpable del cargo federal por fraude postal para reducir su pena a cinco años, de los que solo cumpliría tres y medio». Los cálculos de su estafa alcanzan a 225 millones de dólares en valores actuales.

Según James Chen en “El esquema Ponzi: Definición, ejemplos y orígenes”, explica que “un esquema Ponzi es similar a un esquema piramidal en el sentido de que ambos utilizan los fondos de los nuevos inversores para pagar a los primeros patrocinadores. Un esquema piramidal generalmente se basa en recompensar a los primeros participantes para reclutar a más participantes, pero colapsa cuando la oferta de participantes potenciales disminuye”.

Diferencia entre un esquema Ponzi y un esquema piramidal

Chen explica que “en los esquemas Ponzi se reembolsa a cada inversor el dinero depositado por los nuevos inversores y se falsifican los registros de transacciones inexistentes para caracterizar el dinero como ganancias. En cambio, un esquema piramidal suele prometer una oportunidad de negocio lucrativa que requiere una inversión inicial. Cada inversor recibe una recompensa por atraer a nuevos inversores. Los primeros participantes realmente obtienen beneficios, ya que ganan dinero por cada nuevo recluta y por los nuevos reclutas que estos inscriben. Cada nuevo recluta gana menos dinero que el anterior, hasta que no se pueden encontrar más reclutas”.

La vida de Ponzi, que estuvo en prisión tres años y medio pero debió enfrentar nuevos juicios de sus clientes, derivó en huida a Florida, donde con otro nombre montó un nuevo esquema de estafa en el sector inmobiliario en expansión. Después escapó a Texas, donde fue arrestado antes de subir a un barco que lo llevaría a su Italia natal. Estuvo preso hasta 1934 y fue deportado a Italia. Luego consiguió empleo en una aerolínea italiana que hacía vuelos a Brasil. Se mudó a Río de Janeiro, donde murió tras un infarto, dejando solo 75 dólares para su entierro.

En el mundo capitalista suele alabarse el esfuerzo emprendedor, pero la exaltación de personajes exitosos es un leitmotiv que refuerza, no sólo un modus operandi que es parte indisoluble del sistema, sino que provee de un necesario juego simbólico que refuerza las ideas de las clases dominantes a través del modelo aspiracional de las clases y sectores subalternos. Algo que se imbrica con lo que Julia Evelyn Martínez afirma en “Reflexiones sobre la hegemonía del capital”: “En cuanto a la dirección moral e intelectual de la clase capitalista, esta se instaura luego de que dicha clase ha podido desarrollar un discurso con capacidad de trascender a su propia ideología, para incluir contenidos y aspiraciones de la ideología de otras clases y sectores”.

En la actualidad, el esquema Ponzi ha sido utilizado y perfeccionado mediante artilugios algo más sofisticados. Basta recordar el caso Bernie Madoff que estalló en EEUU en plena crisis de 2008, aunque llevaba décadas estafando a sus clientes por miles de millones de dólares.

Pero el viejo esquema Ponzi también enseña que se deben tejer audaces y soterradas estrategias de alianzas con algún medio de comunicación o algún comunicador con ávida perspectiva. También es importante la llegada directa a entornos rentistas que les aporten el típico blindaje de la alta sociedad, ideal que seduce a personas muy alejadas de la vida terrateniente, pero aspiran acercarse.

Después llegan los inversores que necesitan lavar dineros ilegales y también los que, quemados con la mala leche del sistema bancario tradicional, con más controles pero que cada tanto deja el tendal, buscan mayores rentas que las razonables sin medir el riesgo. Incluso, con ese aura de profesionales de las finanzas y el discurso de la innovación en los negocios de la arquetípica producción agropecuaria que construyó al país, llegan a captar hasta pequeños clientes urbanos que entregan sus ahorros por confiar en los eslabones intermedios de la cadena; es decir, otros clientes anteriores que los invitan a imitarles.

Es que entregar sus ahorros a un gurú de los negocios se transmuta en una suerte de adquisición de capital social con prestigio asociado, aunque el capital constante y sonante, y sus intereses, termine esfumado en la madeja de activos escondidos o fugados a paraísos fiscales.

Por último, pero a veces desde el principio, viene el apoyo sesgado de la pata política partidaria de la mano de abogados muy prohombres que encuentran los vericuetos de la ley o personajes más propios de las fuerzas de choque que, a fuerza de tackles y aficionados al scrum mediático, aterrizaron en el Senado, pero ahora tratan de tirar la pelota fuera. Es una buena oportunidad para revisar con lupa los aportes a su financiamiento de campaña electoral y el de su sector.

También queda para la reflexión cómo reacciona la derecha mediática y cómo cambia su modus operandi cuando se trata de cualquier falta de la izquierda, en comparación con el manejo u opacidad con estos casos, aunque no puedan ocultarlos o dejarlos de lado. Lo mismo para una derecha política que grita como el tero con el eslogan contra la corrupción pero mira para el otro lado a la hora de los controles del Banco Central o del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca sobre estos negociados.

También es imprescindible recordar que el esquema de negocios de Conexión Ganadera comenzó en 1999 y se expandió en los 15 años de gobierno del Frente Amplio. Tal vez sea bueno revisar viejas prácticas abonadas en el dogma miope del crecimiento travestido de desarrollo y políticas ganaderas que no solo dejaron mucho que desear sino que, incluso, colocaron a grandes empresarios agrícolas al frente del MGAP. Un poco de autocrítica no vendría nada mal.





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Escrito por hiperactivafm


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