Hiperactiva Escucha a diario toda la música de moda, con los grandes éxitos de conocidos artistas internacionales, en esta emisora online que retransmite al resto del mundo desde Minas de Corrales, Uruguay.
La izquierda uruguaya tiene, entre sus mejores tradiciones, la unidad en la diversidad. A menudo exhibe perfilismos, a la vez que la unidad de acción consolida, o debería, un juego en común que suele tener un espíritu de cuerpo más sólido en sus bases que en las élites, en su electorado más en sus sectores partidarios, en sus organismos colectivos más que en algunas personalidades.
Además, existe otra tradición fundante del Frente Amplio. Es la concepción republicana, ya sea desde la oposición como en el manejo del Estado por mandato popular. Esa tradición nos interpela ante un uso confuso de la comunicación institucional, aunque se debe expresar en toda la gestión de la cosa pública.
Hay una confusión entre gobierno y fuerza política que está en el caldero producto de contradictorias declaraciones. Pero lo que también vale analizar es otra confusión: la que entrevera la comunicación institucional de gobierno con la comunicación partidaria, sea del FA o de cualquier sector en particular. No comprender la diferencia y no respetar los marcos institucionales es un error que implica otros peligros más serios. Un ejemplo es lo que sucedió el fin de semana pasado a propósito de los 100 días de gobierno. Lo correcto era que la enumeración de medidas implementadas por el Gobierno, en este breve período inicial, fuera comunicada desde Presidencia de la República, conjuntamente con los ministerios y organismos en referencia a cada caso.
Y luego, aunque fuera poco tiempo después, los partidos, movimientos y grupos repicaran o emitieran por sí mismos con sus agregados o énfasis. Lo mismo para la circulación horizontal potenciada en redes de militantes, adherentes y votantes que implican otras formas de permear la sociedad y que trascienden, y mucho, lo partidario y expresan una capilaridad por la que fluye una cultura de izquierda que no suele habitar la orgánica.
Sin embargo, lo que sucedió fue que el 7 de junio el MPP emitió una declaración sobre lo hecho con una lista de acciones realizadas. Y recién un día después, el Gobierno hizo lo mismo. En algún ítem, como el que refiere a la puesta en pausa del proyecto Neptuno, la redacción es casi un calco, salvo que se sustituye Neptuno por Arazatí y se modifica la puntuación del enunciado. En vez de una coma, aparece un punto y seguido, pero ese no es el punto.
El problema radica en ser gobierno y no fortalecer la comunicación gubernamental, más allá de todo el esfuerzo que se viene haciendo en Presidencia ante viejas carencias. Debilidades que se arrastran tanto de los gobiernos del FA como por el bypass de Lacalle Pou concentrado en su figura y el blindaje proporcionado por los grandes medios. Sin embargo, en este caso se priorizó la salida rápida desde un sector (el más votado y con mayor presencia en el gobierno) en vez de darle prioridad a la comunicación presidencial.
Hace muy bien el MPP en defender al gobierno (que es de todo el FA) y resaltar lo hecho sumando difusión. Ojalá los demás hicieran lo mismo y no quedaran aferrados a resaltar a sus dirigentes en tal o cual función. Otro tic lógico pero estrecho.
El punto es que semejante actitud, tal vez producto de una ansiedad sectorial loable, termina instalando un seguidismo a la inversa, como si fuera el Gobierno el que remeda al sector. Y eso es un error comunicacional pero también político. En todo caso, si lo que se quiere es primerear (en aquella vieja lógica de quien posa más por querer aparecer como vanguardia), habría que animarse a hacerlo en lo que la organización partidaria considere que el Gobierno no avanza y debe hacerlo. Pero tener este tipo de comportamiento con lo que ya se ha hecho, es no entender la importancia comunicacional gubernamental que hay que fortalecer y no debilitar.
Toda comunicación es complementariedad antes que absolutización de una sola herramienta. Mucho más en el mensaje político, ya que su flujo está siempre en disputa, no solo con oponentes partidarios sino con el sistema mediático que interviene en su circulación y con las ideas dominantes en la sociedad.
La izquierda uruguaya ha dado múltiples peleas al tiempo que ha resignado otras. Cuando se intentó innovar y se animó a cuestionar el orden establecido, después se retrocedió y claudicó ante el poder de algunos medios de comunicación. Lo mismo vale respecto de carencias y malas prácticas a nivel nacional, departamental y municipal en gestiones del FA en las que también se confundió con lo partidario o con el interés de carreras personales en detrimento de la comunicación institucional que es tan política como la electoral, o más.
Es necesario recapitular, analizar y plantearse correcciones, nuevos impulsos y avances, porque es una tarea permanente. Consta que este Gobierno desandó algunos entuertos y promete ir a más. De ahí la importancia de la comunicación gubernamental y de un ecosistema comunicacional antes que el perfilismo de chacras particulares.
Toda fortaleza de lo público frente a lo privado, pero también frente a lo partidario, merece una estrategia en función de mayor libertad ciudadana, así como una mayor independencia y transparencia de los medios públicos de comunicación. Quien crea que ese menor poder discrecional de lo partidario es perder control o poder político, exhibirá una concepción poco democrática que genera más ruidos que genuina acumulación política.
Otro modus operandi confuso es la difusión en cuentas personales de acciones que se deben comunicar primero a través de la institucionalidad. A este nivel ya se trata de una suerte de apropiación indebida de logros públicos para exhibirlos como éxitos propios. Sobre todo cuando se atrae el interés ciudadano, aunque fuera con las mejores intenciones, entreverando lo público y estatal con lo privado, personal y con lo partidario, en una carrera peligrosa que tiene mucho de culto a la personalidad, a la vez que tiende a despolitizar lo colectivo.
Ante la dura pelea cotidiana con una derecha que grita sobre lo accesorio para desviar la atención de lo esencial, emerge la pregunta de si este tipo de prácticas tienen que ver con la necesaria defensa del gobierno o, acaso, con establecer una suerte de disciplinamiento, no dirigido a la derecha sino sobre voces de izquierda que expresan críticas y autocríticas sobre su propio gobierno. Si fuera la segunda opción, el error ya no es comunicacional ni solo político, es ideológico a niveles profundos. Es como si no se aprendiera de todo lo vivido por la izquierda a nivel nacional e internacional y se repitieran concepciones que se deberían desterrar. Si fuera el caso, lo que estaría en juego sería el imprescindible aporte de análisis crítico que toda persona de izquierda debe tener ante su partido, sindicato o cualquier organización que integre. Esa es la mejor defensa y lealtad antes que cualquier obsecuencia voluntaria o, peor, exigida.
George Orwell describió, en su novela titulada “1984”, una alegoría distópica sobre un Gran Hermano. A tal punto que lo “orwelliano” pasó a ser sinónimo de la actividad de reprimir lo que se dice y hasta lo que se piensa. Los análisis más lúcidos de la obra resaltan que ese Gran Hermano establece lo que se puede pensar y lo que se puede decir, por lo que “solo con fervor fanático es posible escapar a la omnipresente vigilancia” y disciplinamiento. La izquierda uruguaya tiene una profunda reserva teórica y práctica contra cualquier policía del pensamiento que crea que la política, así como la comunicación, es hacer solo una cosa o decir esto pero no aquello porque así lo mandaten algunos iluminados o lo pretendan imponer quienes se crean dueños de la gestión.
Escrito por hiperactivafm
Sábados de 16 a 18hs
16:00 - 18:00
Conduce Noel Castro
18:00 - 20:00
20:00 - 00:00
00:00 - 12:00
Conduce Mario Moreira
12:00 - 14:00
Copyright Hiperactiva FM - Diseño y streaming por Tacuatec