Adriano Ramos Pedreira, de 37 años, residía en la ciudad brasileña de San Pablo, donde trabajaba como publicista especializado en audiovisuales.
El pasado 8 de junio, fue abordado por tres desconocidos en un paso elevado sobre la calle Capistrano de Abreu, en Barra Funda, oeste de la ciudad. Los sujetos lo golpearon hasta dejarlo inconsciente y le robaron el celular.
Tras recuperar la conciencia, Ramos regresó a su casa, pero no le contó a nadie lo ocurrido. Sus familiares lo notaron nervioso, pero el solo dijo estar dolorido, tomó un analgésico y se acostó a dormir.
A la mañana siguiente, el joven no se levantó a la hora habitual. Cuando su familia fue a despertarlo descubrió que no reaccionaba, y llamó a una ambulancia. Ramos fue internado en coma y murió veinte días después, sin haber recuperado la consciencia.
El mismo día de su internación se constató que el publicista había sido duramente golpeado. Se inició una pesquisa que reconstruyó sus movimientos en las horas previas, y así se supo lo que había sucedido.
La Policía Estatal de São Paulo confirmó que identificó a los agresores. Se trata de tres adolescentes, cuya captura se considera inminente.
Según informara el portal noticioso UOL, la zona donde ocurrió el ataque mostró una notoria alza de la criminalidad en los últimos doce meses, y el robo de celulares es el delito más reportado.
La noticia del deceso del joven provocó gran conmoción en la opinión pública paulista, y muchos internautas aseguraron que resulta muy peligroso dormir después de sufrir un golpe en la cabeza.
Sin embargo, expertos consultados por el citado medio explicaron que se trata de un mito. El problema radica en que, si la persona duerme en las primeras horas después del trauma, su nivel de consciencia se ve comprometido. En otras palabras, dormir en sí mismo no empeora la situación, pero puede
dificultar la evaluación médica.
Ramos era fanático del club de fútbol Corinthians y socio de la organización de hinchas Gaviões da Fiel, que lamentó en redes sociales su deceso.