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Noticias Nacionales

Oscar, el boxeador uruguayo que venció al dolor con guantes y orgullo

todayjulio 20, 2025

Fondo


Por María Noel Domínguez

Oscar Bonifacina es del barrio Benedetti, un asentamiento en
Maldonado
, y su infancia estuvo marcada por la violencia. «Sufrí mucha
violencia física por parte de mi padre y bueno, y sufrí un poco de bullying en
el barrio donde estudiaba», contó en entrevista a Montevideo Portal. Esa
agresión constante lo llevó a reaccionar, a «terminar a las piñas porque
yo no me dejaba decir nada».

Con una familia numerosa de diez hermanos y un entorno
hostil, Oscar encontró un refugio inesperado. Fue su cuñada, quien le tendió la mano: «Me dijo «che, vas a tener que hacer algo
de deporte, hacer boxeo o porque vas a terminar en una cuneta o preso».
Aunque al principio dudó, pensando que se sacaría los guantes y seguiría
peleando en la calle, ella lo impulsó y le pagó el primer entrenamiento.

Fue a los 18 años cuando Oscar pisó por primera vez
un gimnasio de boxeo. Y lo que encontró allí le cambió la vida: «Creo que el deporte salva vidas, el boxeo en general a mí me salvó». Le dio las herramientas para crecer como persona y
deportista, canalizando toda esa ira y frustración en disciplina.

El debut relámpago y la resiliencia tatuada

Lo más increíble de la historia de Oscar es la velocidad con
la que todo sucedió. «Con un mes de entrenamiento yo ya llegué a pelear, a
fallo. Ni siquiera hice una exhibición», recuerda. Su
entrenador vio en él unas ganas inmensas y lo mandó «a la guerra». Su
primera pelea fue en Montevideo y la ganó. «Fue como una locura, dije
‘wow’, o sea, gané una pelea, o sea, no puede ser».

La palabra resiliencia la lleva tatuada y es el motor
de su vida. «Las cosas que me pasan creo que me las merezco porque no
pude tener lo que cualquier otro chico tenía, por ejemplo, una familia, el amor
de una familia», confiesa. Oscar sube al ring a pelear «por todo lo
que pasé» y con la convicción de que puede abrir puertas para otros chicos
que vienen de situaciones similares.

En su camino, Elizabeth, su entrenadora, se convirtió
en un pilar fundamental, una «madre» que lo formó. Y no es la única.
Oscar es profundamente agradecido con las mujeres que lo ayudaron y le dieron
el amor. «Yo a todo el
mundo le digo, yo tengo siempre dos mamás», dice con una sonrisa,
mostrando una luz y una humildad que deslumbran. «Mantener la humildad y
ser agradecido, vos podés llegar a la cima realmente».

Al deporte no le importa la orientación que vos tengas… vos podés ser la persona que vos quieras ser

Un boxeador gay rompiendo barreras

A medida que su carrera avanzaba, Oscar cargaba con un peso
personal: era un boxeador gay y no se sentía libre de ser quien era en
un ambiente que percibía machista. «Me escondí durante muchos años por
miedo a lo que iban a decir, lo que iban a decir mi familia, que no me iban a
aceptar, la sociedad», explica.

El click vino tras una pelea en la que, pese a ganar, no se
sintió bien. Le confesó a Elizabeth su orientación sexual, y la respuesta de
ella lo liberó: «Me dijo ‘vamos arriba, o sea el único que no sabía o no
quería aceptarlo eras vos'». A partir de ahí, su vida dio un giro.
«Se me abrieron un montón de puertas», cuenta emocionado. Entró en
la selección, consiguió un buen trabajo y su carrera despegó.

Oscar se propuso «romper todos los estereotipos y
las barreras» en el boxeo, un deporte donde «hay un tabú» y las
mujeres, por ejemplo, suelen ganar menos. Su mensaje es claro: «Al deporte
no le importa la orientación que vos tengas… vos podés ser la persona que vos
quieras ser». Su valentía ha inspirado a otros boxeadores que, como él, no
se animaban a salir del clóset. La buena noticia es que en el boxeo uruguayo,
lejos de sentirse discriminado, encontró una «familia». Sabe que los
rivales querrán ganarle con más fuerza, pero eso solo lo motiva a prepararse
«al 101%».

El salto al profesionalismo y el sueño mundial

Su gran salto fue en la selección, cuando viajó a Chile y
ganó la medalla de oro, venciendo incluso a un boxeador mexicano en la
final. Esa actuación fue clave para que Samson Lewkowicz, su actual
promotor uruguayo radicado en EE. UU., viera su potencial.

En febrero, Oscar debutó como boxeador profesional. El
cambio fue brutal: guantes más chicos, sin cabezal, y los golpes duelen más.
«Una mano puede cambiar la historia», reconoce. En su debut, se
quebró la mano, pero la mentalidad que lo define no lo dejó rendirse. «No
es mi momento para fracasar», pensó. Salió al segundo round con la mano
rota y «no quiso» quebrarse la otra.

 Si no hubiese vivido todo lo que viví, hoy en día no sería esto y no estaría acá

Luego, peleó en el Casino Buenos Aires, un evento de peso
mundial, y se llevó una victoria por decisión unánime. Ahora, su promotor le ha
pedido dedicarse 100% al boxeo, dejando su trabajo en administración de
empresas. Es una apuesta fuerte, ya que en Uruguay «no hay apoyo, no
contamos con el apoyo del Estado, entonces como que es todo a pulmón y todo
cuesta».

Entre Montevideo y Maldonado

Actualmente, Oscar se está radicando en Montevideo para
tener más nivel de entrenamiento y sparring, algo que Maldonado, al ser más
chico, no le ofrece. A pesar de las dificultades vividas, ama Maldonado.
«Yo amo Maldonado porque también tengo toda mi gente allá», dice con
cariño. Ha logrado perdonar y soltar, entendiendo que todo lo malo que pasó lo
formó en la persona que es hoy. «Yo creo que si no hubiese vivido todo lo
que viví, hoy en día no sería esto y no estaría acá», reflexiona.

El boxeo le dio «mucha autoridad, mucha confianza,
mucha seguridad» y sobre todo autocontrol. «Yo en mi
adolescencia yo no tenía autocontrol», admite. El deporte le enseñó que
«si hacés las cosas mal te pasa factura y te pasa rápido arriba del
ring». También le dio algo invaluable: amigos que hoy son fundamentales en
su vida.

Oscar Bonifacina hoy está soltero, enfocado 100% en su
carrera. Su sueño es grande y claro: ser el primer campeón mundial masculino
de boxeo de Uruguay
. Su próxima pelea sería en setiembre u octubre, y la
de noviembre ya está confirmada. La disciplina, la resiliencia y su enorme
corazón son las armas de Oscar.

Por María Noel Domínguez





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Escrito por hiperactivafm


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