Por Valentina Temesio
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El día que Federico Méndez se enteró de que había sido aceptado para terminar la carrera de Ingeniería en Computación que comenzó en la Universidad de la República (Udelar) y para cursar un máster de Inteligencia Artificial en el Institut Polytechnique de Paris —de prestigio a nivel
mundial— fue “increíble”.
“Yo sentía que estaba en un sueño, porque era una meta que tenía desde que tengo 12 años y por fin la había conseguido. Cuando tenía 16 había aplicado en ciertas universidades de Estados Unidos y por distintos factores no se me dio. Pero seguí metiéndole, logré que me fuera
excelente en la Facultad de Ingeniería y se me dio esta oportunidad”, dice
el estudiante a Montevideo Portal.
Para Méndez, haber entrado a “una de las mejores universidades del mundo” y con una beca prestigiosa como la Eiffel “fue un sueño hecho realidad” y “la confirmación de que su esfuerzo daba sus frutos”.
Sin embargo, meses antes de partir a Francia su viaje se trancó, al menos por ahora. El cambio de los pasaportes que implementó el gobierno de Yamandú Orsi generó dificultades para que estudiantes uruguayos consiguieran la visa para poder cursar sus
estudios en ese país europeo. Como Méndez, hay también otros diez uruguayos que tienen
plazas en universidades francesas, pero no saben si podrán ocuparlas.
Para los estudiantes, el panorama es desolador. Es que, afirman, no reciben respuestas concretas sobre su futuro, que podría traer cambios en su cronograma académico. Por eso, piden “una solución ya” al Poder Ejecutivo.
La situación de Stephanie Ravaschio es similar. El día que se enteró que iba a cursar un semestre en Sciences Po, otro centro de estudios de gran prestigio, todavía era verano: fue en febrero. Desde ese momento, la joven estudiante de Estudios Internacionales organizó su vida
con una certeza, la de que el 17 de agosto viajaría por primera vez a Europa
para cursar sus estudios y ahondar sobre África, una temática que le interesa y que no se aborda en Uruguay con la profundidad que ella busca.
Desde entonces, la alumna de la Universidad ORT siente que su sueño se derrumba y ve cada vez más lejana la posibilidad de estudiar fuera del país.
Una vida de esfuerzo académico
Cuando tenía dos años, Federico Méndez y su familia dejaron Montevideo para instalarse en Mercedes, Soriano. Después de la escuela, el joven comenzó sus estudios en la Universidad del Trabajo del Uruguay, para luego cambiarse al liceo N.° 1, donde le permitieron adelantar un año.
Cuando estaba en 4.° de liceo, Méndez sentía que el liceo “no le permitía” desarrollarse y alcanzar su “potencial”, por lo que ese verano estudió y dio exámenes libres para pasar directamente a 6.° año. Una vez que se convirtió en bachiller, el joven se mudó a Montevideo, donde comenzó a cursar
Ingeniería en Computación en la Udelar, carrera que eligió después de haber
entrado al mundo de la programación con la ONG Code.org.
Si bien la ingeniería ya estaba en sus planes, Méndez tenía otro más en mente: estudiar fuera del país. “Desde muy chico quise llegar a una universidad de las mejores del mundo, porque siempre lo vi como algo que te abre un montón de puertas, que es una oportunidad única”, señala el joven.
Méndez afirma que el Instituto Politécnico de París podría darle “una red de contactos muy potente”. Además, reconoció que a lo largo de su camino académico se “esforzó” para que le fuera “excelente”. Como, obtuvo consecuencia la beca que ganó, y la razón que le permite irse y cubrir los gastos de estudiar en el
exterior.
Pero desde hace dos meses, cuando fue a tramitar la visa para irse, Méndez se encontró con la posibilidad de que su viaje no ocurra. El pasado 9 de julio, fuentes de la Cancillería uruguaya dijeron a Montevideo Portal que “Francia señaló que había cosas para adecuar y ajustar y hubo
problemas con visados de largo plazo para estudiantes”.
Y los diez jóvenes, que se encontraron después de compartir sus historias en redes sociales, esperan.
La posibilidad de que el sueño termine en pesadilla
Ravaschio vivió toda su vida en Belvedere, aunque hace unos meses se mudó a Capurro. Se formó en el liceo Christian Andersen y luego en el San José de Providencia. En sus últimos años de liceo comenzó a cuestionarse cuál sería su camino universitario.
Después de investigar y ahondar entre sus intereses —historia, geografía, política y derecho—, la joven se encontró con la carrera de Estudios Internacionales, que “conjugaba bien con todo”. Hace tres años, se postuló a una beca en la ORT y la ganó. Desde entonces, se convirtió en estudiante
universitaria.
Una de las primeras cosas que a Ravaschio le llamó la atención fue la propuesta de intercambios de su facultad, que desde el centro de estudios promueven como “muy valioso e interesante tanto para la carrera, como para la vida personal”.
Su vida académica estuvo marcada entonces por ese momento, que se convertiría en ideal en el sexto semestre de la carrera: este agosto. “Siempre lo tuve en cuenta en mis planes de vida y con mi vida personal, es algo que vengo pensando desde que arranqué la carrera. Entre los destinos, la facultad
da una lista de convenios, porque el intercambio es meritorio, en base a tu
promedio y los créditos que tengas”, comentó la estudiante.
Ravaschio fue admitida en Sciences Po, una universidad “muy prestigiosa” en Ciencias Políticas de París. “Nunca salí del continente y sentí que elegir un destino así con una universidad tan conocida, tan prestigiosa, tan interesante y multicultural era la oportunidad perfecta para conocer el
continente como estudiante y turista; para aprovechar el intercambio cultural
conociendo la ciudad, hablando el idioma y con los estudiantes”, dice la joven.
La facultad que eligió Ravaschio tiene la particularidad de tener un área de estudio muy específica sobre África, un continente que le interesa mucho, pero que encuentra que en Uruguay “no se habla ni se difunde mucho material al respecto”. Además, la estudiante se formó en francés, un
idioma en el que, de forma autodidacta, logró un nivel avanzado. Por eso,
reconoce, Francia era un “destino ideal”.
La joven reconoce que ser seleccionada en la universidad es “difícil”. El día que le llegó la confirmación quedó “entusiasmada”. Desde ese momento, comenzó a planificar su viaje, su vida, a cumplir con los plazos para poder irse, a firmar papeles, a buscar dónde alojarse.
El último de sus pasos era tramitar la visa, pero cuando llegó a la embajada el sueño comenzó a tornarse pesadilla. “En el momento en el que me dijeron que no la podía tramitar fue como que se me derrumbaron los planes, el sueño de ir para allá que era algo constante desde que me
postulé. De un día para el otro, esa realidad cambió y tuve que empezar a
mentalizarme”, recuerda la joven.
Para Ravaschio, fue “shockeante” que no le “dieran respuestas” sobre cómo seguir. “Por un trámite burocrático entre Estados uno se queda sin la chance de viajar. Eso es lo más importante. Nunca nos dijeron que el pasaporte podía ser un obstáculo. Nos enteramos en el momento en el que nos
presentamos en el consulado de Francia y nos dijeron que no”, insiste.
La incertidumbre
Desde la embajada les dicen a los jóvenes que “no hay forma de saber en cuánto tiempo” pueden homologar el pasaporte, que no señala cuál es el país de nacimiento de los uruguayos.
“Estamos en la niebla, no sabemos qué va a pasar. Por eso, le pedimos al gobierno que mientras trabaja en la homologación del pasaporte, que trabaje en una solución transitoria para las personas que necesitan una resolución urgente, ya sea imprimiendo pasaportes viejos u otro tipo de
permisos”, plantea Méndez.
En un principio, los jóvenes afectados pensaron que su problema tendría solución en pocas semanas, pero continúan con la incógnita desde hace varios meses. “Todos nosotros, los estudiantes que estábamos por irnos a cumplir nuestros sueños, hemos pasado muy preocupados. Algunos días durmiendo poco,
porque estamos viviendo en la incertidumbre. No sabemos cuánto puede demorar
esto ni cuándo va a pasar”, contó el estudiante de ingeniería.
Ravaschio, por su parte, admitió que la situación le generó “impotencia”. “Por un lado, una cumple con todo, pero la contraparte no es igual. Esto me ayudó a entender o aprender que no todo puede salir como yo espero, más allá de que yo cumpla con todo lo que piden”, indicó.
La joven dijo que en esta situación también se sintió “un poco sola”. “Cuando es un problema a nivel macro entre Estados, una siente un poco de desamparo, porque no le están dando la importancia que merece. No estamos recibiendo la ayuda y las respuestas que deberíamos recibir como
ciudadanos”, dice la estudiante de la ORT.
Los representantes del grupo de estudiantes insisten en la importancia de que los uruguayos puedan formarse fuera del país para luego traer ese conocimiento de vuelta.
“Una de las cosas que me encantaría sería poder ir, trabajar para algunas de las mejores compañías de IA, que tienen oficinas en París y hay muchos exalumnos que trabajan ahí, y luego de haber aprendido de los mejores volver a Uruguay e iniciar un proyecto mío acá. Traer eso que me dio esa
experiencia. Para mí, es el beneficio que te da el acceso a contactos y a un know-how
que difícilmente puedas acceder en Uruguay, sobre todo cuando uno no viene de
una familia poderosa, con contactos. Eso también ayuda a seguir aumentando el
prestigio de la Udelar en el resto del mundo”, dice Méndez.
Por su parte, Ravaschio coincide en que ser estudiante de una universidad de prestigio “te da un panorama del mundo de la vida real”. “Es como verlo de primera mano; no lo aprendés en ningún otro lado más que viajando. Es importante viajar para ver otras realidades y entender el mundo
más allá de lo que te cuentan en tu país. Vivirlo vos, interpretarlo vos.
Aprender otros temas que en Uruguay no se tocan. Verlo de primera mano, traerlo
de vuelta e incorporarlo”, señala.
Algunos jóvenes ven una solución posible, otros cada vez se alejan más de esa idea. Desde la Cancillería uruguaya trabajan para poder concretar las visas, les dicen, pero no pueden definir los plazos.
Mientras, las fantasías de los estudiantes convergen con la cruda realidad.
Por Valentina Temesio
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