Al menos 75 personas, entre ellos una cincuentena de
escolares, resultaron intoxicadas debido a los altos niveles de contaminación
provocados por la industria pesada en las localidades chilenas de Quintero y
Puchuncaví, consideradas una «zona de sacrificio ambiental»,
informaron este martes las autoridades.
Ambas localidades, también llamadas «el Chernóbil
chileno» por la organización medioambientalista Greenpeace, albergan
empresas mineras, petroleras, cementeras, gasíferas y químicas.
El lunes «tuvimos un peak (pico) de Dióxido de Azufre
que superó cinco veces la norma horaria a las 02:00 de la madrugada. Quintero y
Puchuncaví son comunas (municipios) que han tolerado por décadas esto, pero
tienen que llegar a su fin», indicó este martes Rubén Gutiérrez, alcalde
de la localidad de Quintero, de más de 31.00 habitantes, ubicada en la región
de Valparaíso, 120 km al oeste de Santiago.
«Tuvimos una afectación general de colegios
municipalizados y subvencionados, donde más de 50 niños y más de 25 asistentes
de la educación fueron afectados por los efectos de gases tóxicos», indicó
una nota del municipio de Quintero.
Las autoridades de Salud de la región de Valparaíso
comunicaron que todos los casos presentaron sintomatología asociada a cefalea,
picor en los ojos y garganta, además de nauseas. Estuvieron en observación y
luego fueron dados de alta.
La delegada presidencial de Valparaíso, Sofía González,
decretó la emergencia ambiental en estas dos localidades, donde se suspendieron
las clases, se prohibió toda actividad física y las fuentes de calefacción, en
momentos en que la zona central enfrenta un otoño austral de bajísimas
temperaturas.
En 2018, debido a un episodio grave de contaminación, unas
600 personas de Quinteros y Puchuncaví acudieron a centros médicos con un
cuadro clínico atípico como vómitos de sangre, dolores de cabeza, mareos,
parálisis de las extremidades, además de extrañas ronchas en la piel que
sufrieron en particular niños.
Responsables
Según la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA), en la
zona se registró el lunes un pico de Dióxido de Azufre (SO2) de 1.327 ug/m3 en
la Estación de Calidad del Aire de Quintero, cinco veces superior a la norma.
Los análisis indican que la concentración de dióxido de
azufre que generó las intoxicaciones habría provenido de la fundición Ventanas
dedicada al procesamiento de concentrados de cobre de la minera estatal
Codelco, la mayor productora de cobre del mundo.
«Se debe pesquisar las responsabilidades, porque el
contaminar no puede ser gratis y el hipotecar la vida de los niños tampoco
puede ser gratis», dijo el gobernador de Valparaíso, Rodrigo Mundaca, un
reconocido medioambientalista.
La SMA ordenó medidas provisionales de mitigación a Codelco,
como cambiar las operaciones «en caso de existir condiciones de
ventilación malas y regulares» e instalar «un nuevo sensor de
temperatura» en un plazo de cinco días.
La termoeléctrica AES Andes, filial de la estadounidense AES
Corporation, también fue conminada a tomar medidas, como operar «en
condición límite de los desulfurizadores en alerta ambiental».
«Las medidas se fundamentan debido al aumento en las
concentraciones de dióxido de azufre, lo cual ha significado un riesgo a la
salud de la población», dijo Emanuel Ibarra, superintendente del Medio
Ambiente.
Prevención
Tras una reunión con autoridades locales y representantes de
las industrias, la ministra del Medio Ambiente Maisa Rojas informó que se
aplicará «al máximo el principio preventivo» y que se avanzará
«en soluciones estructurales».
«Necesitamos establecer medidas de corto plazo para
poder hacer frente a este invierno (austral)», agregó.
Por su parte, Máximo Pacheco, presidente del directorio de
Codelco, afirmó que en la compañía estatal -que produce cerca del 8% del cobre
mundial- «estamos proactivamente comprometidos a revisar el plan
operacional e implementar las medidas necesarias para evitar a todo evento la
afectación de la salud y del medioambiente».
La contaminación ha crecido en la zona desde que en 1958 el
gobierno chileno decidió relegar la pesca artesanal y la agricultura para
convertir este lugar en un polo industrial que hoy alberga cuatro
termoeléctricas a carbón y refinerías de crudo y cobre.
Los más de 50.000 habitantes de ambas localidades respiran a
diario gases que emiten unas 15 fuentes contaminantes.
Por Miguel Sánchez para AFP
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