El pasado domingo, la sede del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) fue blanco de un ataque a disparos que rompió algunos vidrios de la fachada. Los agresores, que circulaban en moto, dejaron en el lugar un mensaje escrito en una hoja A4 amarrada a una piedra. “Ojo por ojo. La
próxima va pa tu auto con tu familia adentro”, decía la esquela.
Tras conocerse la noticia, todo el espectro político coincidió en condenar el hecho y subrayar su gravedad.
Si bien la amenaza no iba dirigida a nadie en particular, se dio por hecho que su destinataria era Ana Juanche, directora del INR, para quien se dispuso custodia policial permanente.
Esta hipótesis se vio reafirmada cuando se identificó como autor intelectual del ataque a Rodrigo Cabrera Hernández, integrante de la banda criminal Los Albín, quien se encuentra recluido en el Módulo 25 del Comcar, un sector de alta seguridad.
Se dijo entonces que Cabrera estaba “enojado” por los traslados y requisas dispuestos por las autoridades del INR, movidas en las que se le había incautado un celular por el que habría pagado 300.000 pesos.
Sin embargo, en las últimas horas se conoció nueva información que mantiene la hipótesis original en cuanto al responsable y su situación, pero cambia el destinatario del ataque.
Esta mañana, en el noticiero Informativo Sarandí, el periodista Gabriel Pereyra, explicó que el malestar del presidiario no era con Juanche, sino con un funcionario encargado de la seguridad en el módulo 25 del Comcar. Recientemente, ese funcionario habría requisado celulares a cabrera, así como tres colchones que tenía en su
celda. Además de imponerle varias sanciones, Pereyra informó que ese encargado
habría “propinado una golpiza” al preso.
Por ello, según el reportero, el atentado no sería un mensaje a las altas esferas del INR, sino algo más limitado —aunque no por ello menos grave— a cierta “interna carcelaria”.
