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México tiene una honrosa tradición de asilo político. Va más allá de las meras (e importantes) normas jurídicas internacionales que protegen al perseguido. El asilo político está en el gen del ser nacional mexicano. Baste recordar el “ensayo de la Segunda Guerra Mundial” que fue la Guerra Civil Española. México abrió su sede diplomática a los perseguidos salvando la vida de miles de españoles. Fue en México, que conocí a mis tíos abuelos, exiliados republicanos.
¡Que decir de Uruguay en dictadura! Mi padre y yo estábamos con el Presidente Echeverría cuando llegó la noticia del ingreso de los dos primeros exiliados a la residencia del Embajador Vicente Muñiz. El diplomático es ya una figura mítica, querida y recordado por el Uruguay todo. Su política siguió durante los gobiernos de López Portillo y Miguel de la Madrid Hurtado. Y hoy alguien de otro partido pero con el mismo gen que hace a la identidad internacional de México: Andrés Manuel López Obrador.
Queríamos decir, en un momento que la noticia aún está en curso, y a la espera de alguna información alentadora, solo dos cosas.
Primero que importante es que una de las primeras reacciones haya salido del Uruguay. Del corazón del Uruguay diría yo. Quizás fue tibia la resolución de la Cancillería donde se nota como campea la falta de experiencia, y de conocimiento del mundo sobre el que tras un escritorio emiten juicios descontextualizados. Pero los que fueron asilados por México vivieron allí su exilio, congregados bajo una sigla que es puro corazón: los Urumex. Hablaron y enseguida.
Apenas surgió la idea, un par de centenares de uruguayos que conocieron la solidaridad mexicana en carne propia ya había estampado su firma. Yo también. Muy orgulloso de la pluralidad de opiniones que resume esa carta y. Seguro de que el acto de entrega reuniría los simbolismos de todo lo que queremos manifestar.
Lo segundo es afirmar que el atentado ecuatoriano no solo no debe, sino que no puede quedar impune. Es demasiado peligroso. El ex Vice Presidente Glas, se había alojado en la residencia de la Embajada mexicana en Quito. Estaba amparado allí por la extraterritorialidad de la Embajada y. la inmunidad diplomática de su anfitriona. No se le concedió salvoconducto para salir del país alegándose que se le requería por delitos comunes.
El asilo lo concede la nación anfitriona. El país donde ocurre el hecho, si no otorga salvoconducto, no termina con la protección otorgada al asilado. Puede quedar como huésped de la Embajada hasta que culminen las negociaciones diplomáticas. Hay ejemplos – infames, pero ejemplos al fin-: Cámpora cuatro años, en Buenos Aires (también en la Embajada de México) y Haya de la Torre muchos años en Lima.
Tampoco termina la protección diplomática si hubiera habido, no fue el caso, ruptura de relaciones con el asilado hospedado en el recinto de la Embajada. En el caso de marras todas estas normas fueron violadas. Veamos.
México retira la Embajadora sin romper relaciones. Las Fuerzas Armadas ingresan a la Embajada por la fuerza. El Encargado de Negocios (termino que identifica al Jefe de Misión de una Embajada en ausencia del Embajador), pretendió evitar el ingreso y fue golpeado procediéndose a una nueva violación del Derecho Internacional. Muy grave.
Después de que el ex Vice Presidente de Ecuador Glas, fue desalojado ilegalmente de la Embajada, se produce lo más grave: la justificación. En declaraciones a la prensa, ratificadas por un comunicado escrito y declaraciones del vocero del gobierno, se justificó la violación de la ley.
Ahí se supo que el Presidente Noboa fue quien dio la orden del allanamiento, causal de destitución. Luego se dijo que la decisión fue tomada por sospechas de que se fugara. Es que si se iba amparado por la Embajada no era fuga.
Las declaraciones de la Canciller, condenadas por la mayoría de los gobiernos de América Latina y el mundo concluyen que el fin justifica los medios. Si para capturar a alguien se puede avasallar la inmunidad jurisdiccional de una embajada, no hay normas, ni reglas ni límites para el uso dela fuerza dentro de un estado.
No queremos terminar sin decir un par de cosas más. La primera es que no vale el argumento (efectista pero ilusorio) de que al “protegido” se le requería por delitos comunes. Si ello bastara para no otorgar asilo, nadie lo obtendría. No puede bastar lo que diga el que persigue. Si se le requiere por delitos comunes, pero los móviles de la requisitoria, según el aislante, son políticos, corresponde conceder la protección diplomática.
Finalmente, en este tema no bastan las declaraciones, las condenas ni las represalias diplomáticas. Las van a haber. Hasta la OEA convocó a una reunión de urgencia. Pero en este caso está en juego la libertad de un ser humano. Luchar por la misma, es hacerlo por la libertad de todos. El gobierno autoritario de Ecuador debe dejar en libertad al detenido a la fuerza fuera de su competencia.
Una vez logrado eso, esperar con ansias el fin del mandato de Novoa.
Escrito por hiperactivafm
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