El chef argentino Francis Mallmann, superestrella en el continente,
amante de la naturaleza, de la Patagonia y de la papa, es considerado como el “rey
del fuego”, que utiliza en todas sus formas para sus cocciones.

Con boina, gafas de montura roja, mirada azul claro y una amplia
blusa blanca sobre una camisa rosa, trabaja en torno a una estructura circular
calentada por un impresionante brasero en su restaurante situado en la finca
Château La Coste, en Le Puy-Sainte-Réparade, en el sur de Francia, su único
establecimiento en Europa.

Colgando de la armadura metálica hay repollos rojos, ananás y
apionabos, que son ahumados entre 10 y 12 horas.

El chef, con aspecto de dandi y casi 900.000 seguidores en
Instagram, da la vuelta sobre las placas de cocción, colocadas directamente
sobre el fuego, a un tentáculo de pulpo muy carnoso.

“Lo que más me gusta es cocinar al aire libre”, cuenta sonriente
Mallmann, de 67 años, que pasó su infancia en la Patagonia, en el sur de
Argentina, donde regresa con frecuencia.

En Le Puy-Sainte-Réparade, la cocina está también al aire libre,
en la terraza. Y como en sus otros establecimientos, en Argentina, Uruguay,
Chile y Miami (Estados Unidos), el fuego es el centro de todas las
preparaciones.

“En todos mis restaurantes hay fuego. En este caso tenemos dos
técnicas, pero en algunos podemos tener hasta siete o diez técnicas diferentes”,
explica en francés a la AFP este padre de siete hijos, de entre 4 y 42
años, entrevistado a principios de abril.

Sin embargo, en los años 1980, el chef estaba lejos de ese
universo de fuego un poco salvaje, que tanto le gusta poner en evidencia en su
cuenta Instagram.

“Encontrar mi propio estilo”

Formado en Europa y especialmente en Francia, en las cocinas de
los más grandes chefs de la época, publicó sus primeros libros en los años
1980, cuando tenía un programa de televisión y sus restaurantes eran prósperos.

En aquel entonces llevaba un gran gorro blanco en la cabeza. “Era
bastante arrogante, pensaba que era el mejor chef (…), cocinaba caviar y
salmón, me tomaba todo muy en serio”, recuerda divertido, haciendo alusión al
episodio dedicado a él de la serie culinaria de Netflix Chef’s table.

La sugerencia de un responsable de Cartier que, tras una cena
organizada por él, le aconsejó “amablemente” dejar la cocina francesa y también
la Academia Internacional de Gastronomía le hicieron cambiar radicalmente de
rumbo.

En 1995 fue invitado a participar en el prestigioso concurso de la
Academia y el argentino decidió regresar a sus orígenes, a sus fuentes,
presentando a los chefs reunidos en un hotel de Fráncfort (Alemania) platos
exclusivamente a base de tubérculos de los Andes, que consigue traer de Cusco
(Perú), gracias a la ayuda de uno de sus discípulos, German Martitegui, que se
convirtió desde entonces en un chef muy conocido en Argentina.

“Me di cuenta de que no tenía mi propio lenguaje en la cocina”,
recuerda hoy Mallmann. “Tenía que encontrar mi propio estilo. Antes solo
copiaba lo que había aprendido en los restaurantes de tres estrellas, donde me
formé”, añade.

Desde este “giro”, su cocina es más simple y obtiene lo mejor de
los productos que utiliza gracias al fuego. “Después de 30 años, empiezo a
dominar esta técnica”, subraya.

Legado

La chef argentina Lucía Soria, de 40 años, que trabajó durante
mucho tiempo con Mallman, habla de su influencia.

“Lo que me dejó es (…) la simplicidad en la cocina. No tapar los
sabores sino tratar de hacerlos brillar por sí mismos, sin tanto proceso”, dice
a la AFP.

“Un ingrediente que siempre me hace pensar en él es la papa porque
él es el rey de la papa. Le encanta, tiene mil cocciones diferentes para las
papas”, añade Soria, que hoy dirige Jacinto, un restaurante ubicado en el
barrio Ciudad Vieja de Montevideo.

Por Martin de Montvalon





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