Marlinda Aparecida de Moura tiene 85 años y reside en la localidad de Lavras, en el estado brasileño de Minas Gerais.
En los últimos años, el alzhéimer ha hecho estragos en su memoria y capacidad cognitiva, pero no ha logrado cambiar la esencia de su comportamiento afectuoso y cortés.
Cada día, la mujer pasa largas horas en el balcón de su casa, cercana la Facultad Adventista de Minas Gerais (Fadminas). Por ello, presencia cada tarde cómo los alumnos van saliendo paulatinamente del centro de estudios, y a todos los saluda cariñosamente agitando sus manos.
Denilson Teixeira, hijo de la mujer, notó la repetida situación y un día habló al respecto con algunos de los chicos. «Mi madre los espera todos los días en el balcón para despedirse. Tiene alzhéimer, y ese momento le alegra el día», les
contó.
Al escuchar la historia, los estudiantes decidieron corresponderle de una manera especial.
En cuestión de minutos, decenas de jóvenes se congregaron frente a la casa de la anciana, aplaudiendo rítmicamente y cantando una canción. Sorprendida, ella apareció en el balcón y devolvió el gesto con una amplia y emotiva sonrisa. El video del momento se publicó en redes sociales con
el siguiente texto: «Un simple gesto… que se convirtió en algo
enorme».
La grabación se difundió rápidamente por internet: solo en dos publicaciones de Instagram y TikTok alcanzó los seis millones de reproducciones.
«¡Lloré! Mi padre también tiene alzhéimer, y ver a gente con tanta empatía me llena de esperanza», escribió un internauta. «¡Gracias al algoritmo por traerme este video! Dormir con un corazón cálido: todavía hay amor y empatía en el mundo», comentó otro.
«Solo queríamos corresponder a la generosidad de esa señora. Al final, todos nos fuimos emocionados. Fue una lección sobre el poder de los pequeños gestos», dijo Thiago Carvalho, el estudiante responsable de publicar el video.
En diálogo con el portal noticioso G1, el hijo de la mujer comentó que lleva varios años cuidando de su madre. Todos los días, ella se asoma a la ventana esperando a que los estudiantes pasen para saludar y enviar besos. Considera a los jóvenes como sus amigos, y se llenó de alegría con el
gesto de cariño.
«Fue muy conmovedor porque empezó a levantar las manos, a agradecerles, a aplaudir y a lanzar besos. Dijo: ‘¡Mis amigos, mis hijos!’. Y les envió besos», relató Denilson. También dijo que él mismo se sintió tan conmovido que no atinó a filmar la reacción de su madre. «En ese momento,
no pensamos en eso; pensamos en la actitud en sí».
Para la dirección de Fadminas, el episodio representa el verdadero propósito de la institución. «Creemos en una educación que trascienda el aula, que forme ciudadanos empáticos, capaces de ver a los demás con amor y respeto», declaró la directora académica del centro educativo, Dayse
Rosa.
