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Agustín Canobbio habló por primera
vez después de sus declaraciones al llegar de la Copa América, cuando no ocultó
su malestar por lo poco que jugó y por el trato recibido de parte del
entrenador de la selección uruguaya, Marcelo Bielsa. Le preguntaron si estaba
“triste con el resultado” y respondió: “Ya sabrán. El porqué no es el resultado”.
“Cuando llegué de la Copa América
dejé algo abierto a la interpretación de cada uno y no fue lo ideal. Quería
hablar y al mismo tiempo no era el momento, porque se iba a decir que estaba
enojado porque no jugué. Preferí quedarme en silencio, también para no manchar
al grupo. Veníamos de un tercer puesto. Seguí en la mía y preferí callarme”,
contó este martes al programa Minuto Uno de Carve Deportiva.
“En base a las convocatorias
anteriores fui muy claro y sabía lo que me esperaba después de mi reacción y de
lo que le llegué a decir a Marcelo en la cara. No tengo pelos en la lengua. Soy
muy directo, frontal, y miro a los ojos cuando tengo que hablar, muy seguro de
lo que estaba haciendo”, recordó, y aseguró que “hubo muchas faltas de respeto”
del entrenador.
“Yo soy muy respetuoso en mi
andar, y llegó un punto en el que estallé. Sabía las consecuencias que podían venir,
pero actué igual y fui de frente, con los códigos y valores que me inculcaron
de chico. Estoy muy tranquilo y apoyo la cabeza en la almohada con mucha paz, y
más ahora que se está hablando de todo esto”, señaló.
Antes de la Copa América le “echó
la culpa de haber perdido contra Ecuador”
“Hubo una fecha en concreto que me
impactó mucho. Me echó la culpa de haber perdido un partido, contra Ecuador,
cuando hice el gol y generé la otra situación de gol que tuvimos, que se fue
por arriba del travesaño. Somos 11 jugadores adentro de la cancha y me echó la
culpa de haber perdido el partido”, recordó sobre aquel encuentro del 12 de
setiembre de 2023, que terminó 2-1 en Quito por las Eliminatorias.
“En un videoanálisis que hizo, me
terminó echando la culpa. El jugador se da cuenta cuando juega bien y cuando
juega mal, cuando está preciso y cuando está impreciso. En ese partido me sentí
muy bien técnicamente. En lo individual me sentí muy bien y me chocó mucho la manera
en que se me lo dijo”, agregó.
En la jugada en cuestión, Canobbio
perdió la marca de Kendry Páez, quien metió el centro bajo desde la izquierda
para que Félix Torres anotara el segundo gol del combinado ecuatoriano a los 61’.
Nueve minutos después fueron sustituidos él y Maximiliano Araújo por Facundo
Pellistri y Facundo Torres.
“En la Copa América se me cruzó
por la cabeza irme”
“Apenas llegando, faltaban dos
semanas y media para el debut de la Copa América, y él tenía su grupo. Separaba
a seis o siete jugadores, sumando a los sparrings, hablaba con su grupo y nos
dejaba afuera mirando como hablaba con ellos. Uno va a aportar su granito de
arena y elevar el nivel de su competidor. Es lo más natural. Si soy suplente
trato de hacérselo más difícil para que eleve su nivel, y así todos, pero no se
me dio esa situación”, lamentó.
“Estuve con mucha cosa en la
cabeza en la copa, muy bajoneado, y aún así seguí peleándola en cada práctica. Sabía
que estaba en la Copa América, sin ser considerado, y estaba perdiendo ritmo
para mi club. Me perdí 10 fechas del Brasileirão cuando venía muy bien. Antes
de empezar la cosa se me pasó por la cabeza volverme a Brasil a defender al
Athletico Paranaense, pero me quedé por la Celeste, que pesa más”, contó.
“Firmo abajo de todo lo que dijo
Luis [Suárez]. Está todo en lo cierto, y en base a eso hoy hablo, pero sin dar
otros nombres. No fui el único sparring dentro del grupo. Salgo a hablar porque
me pasó a mí, pero no fui el único”, señaló.
“Jugó con mi mente y estallé”
“Yo hice un trabajo especial para
llegar bien a la Copa América, pero ver que eso se derrumbó dos semanas antes
de empezar el torneo, para mí fue duro. En esa práctica en que se separó el
grupo, tuvimos un intercambio de palabras con Marcelo. Se me minimizó frente a
todo el grupo y ahí fue cuando Luis me dijo: ‘Pará, dejame hablar a mí, no te
expongas vos’. Luis estuvo siete minutos hablando y no recibió una respuesta”,
recordó.
“Ahí fui a hablar yo a apaciguar
las cosas para tener una convivencia tranquila y amena, y tampoco recibí una
respuesta. Sí hubo mucha contradicción: me decía que había jerarquías dentro de
un plantel, y al grupo le decía que éramos todos iguales”, dijo, y recordó un
episodio durante una charla de Bielsa en la que él estaba “con las piernas
apoyadas en las patas de la silla” y se le “dijo que era una falta de respeto y
de educación”.
“Me estaba recriminando algo que
no tenía nada que ver. Lo miré como diciendo ‘pará un poco’, porque no soy un
tipo que aguante todas y venía de muchas. Empecé a tener pocas pulgas y terminé
estallando cuando se vio la reacción. Antes de ese partido con Canadá se me
acercó y me dijo que estuviera atento porque podía entrar, pero le dijo lo
mismo a todos. Jugó un poco con mi mente y después de todo lo que pasó, estallé”,
comentó.
“Todos hubiesen hecho lo mismo si en
un trabajo un jefe los ninguneaba de esa manera, o se los maltrata o se los
humilla. He soportado muchas cosas en mi carrera, pero llega un punto en el que
somos humanos y tenemos temperamento. Valoro lo que soy como persona y como
jugador, y no me voy a ningunear por nadie, sea quien sea”, expresó.
¿Sparring o alcanzapelota?
Sobre su rol en el equipo, luego
de que se dijera que hizo las veces de alcanzapelota en un entrenamiento, contó
que se le pidió que “hiciera de sparring, que no es muy alejado de ser un
alcanzapelota”. “Obviamente estaba dentro del trabajo que él [Bielsa] estaba
mandando, y uno no espera que lo tomen de esa manera, y menos habiéndome
preparado como me preparé”, sostuvo.
“Es como que estés haciendo un
trabajo de oficina para el que te preparaste y venga tu jefe y te mande a
limpiar los baños, y lo digo con todo el respeto por quienes hacen esa tarea”,
agregó.
Canobbio contó que tuvo “un
diálogo duro” con Bielsa tras su reacción en el partido contra Canadá, “sabiendo
lo que podía pasar”, que era no volver a ser citado, como está ocurriendo. “Pero
me dejó tranquilo, porque valoré lo que soy como persona. En base a eso me vine
con cierta tranquilidad. Pude expresarme, mirarlo a los ojos y decirle lo que
me había pasado y lo que me hizo mentalmente. No hubo respuestas, y mejor así:
no era momento para intercambiar”, concluyó.
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