El diputado socialista y candidato a la presidencia del Frente Amplio (FA), Gonzalo Civila, dijo a Caras y Caretas que la izquierda ha tenido problemas de comunicaciones en el pasado que deben resolverse. Aseguró que en caso de ganar la presidencia, intentará dar un “salto de calidad” para que la fuerza política se imponga de forma “fuerte, clara y definida” en el debate político en el país.

“El FA ha tenido dificultades para sintetizar una posición clara y después para expresarla, son dos cosas que van de la mano. El problema de comunicación implica un problema político. Si sobre un gran tema de la vida del país no logramos tener una posición común, clara y definida, seguramente vamos a tener graves problemas para comunicarnos y entendernos con la sociedad porque el mensaje va a ser difuso y ambiguo”, dijo Civila a esta revista.

Consideró que la fuerza política tiene que dar un “salto de calidad” en este plano, ya que se necesita un “Frente parado sobre sus propios pies, que tenga una voz clara y firme sobre la realidad del país”.

“Otro gran objetivo es el cambio dentro del FA, que consiste en que tengamos una fuerza política más abierta en la sociedad y menos centrada en sus propias dinámicas burocráticas, un Frente Amplio que sea capaz de hablar con claridad, nitidez sobre lo que está pasando en Uruguay, sobre lo que está haciendo la derecha y un Frente Amplio que se la juegue muy fuerte al poder popular, a la construcción de poder desde la gente”, agregó.

 

¿Cuáles son tus objetivos en caso de ser presidente del FA?

Primer gran objetivo es conformar una dirección colectiva, en función de la decisión que emane con la participación del pueblo frenteamplista. Una dirección colectiva sólida, plural, equilibrada territorialmente, generacionalmente, en términos de género y en donde se puedan procesar los debates para la vida del país y la fuerza política en los próximos años.

Creo que la etapa de transición del FA termina el cinco de diciembre. Después del cinco de diciembre hay que dar un salto de calidad. Para llevar adelante un cambio relevante dentro de la fuerza política se necesita una dirección colectiva con un liderazgo de ideas que permita procesar esos grandes debates que el Frente tiene que darse.

Otro gran objetivo es el cambio dentro del FA, que consiste en que tengamos una fuerza política más abierta en la sociedad y menos centrada en sus propias dinámicas burocráticas, un Frente Amplio que sea capaz de hablar con claridad, nitidez sobre lo que está pasando en Uruguay, sobre lo que está haciendo la derecha y un Frente Amplio que se la juegue muy fuerte al poder popular, a la construcción de poder desde la gente. Hay que tener un poder transformador que se articule desde los territorios, desde los frente sociales, para eso creo que se necesita una construcción mucho menos dirigencial, más participativa, más apoyada en el movimiento frenteamplista.

En ese cambio creo que hay un segundo gran objetivo: está la necesidad de construir una alternativa en Uruguay. El Frente Amplio necesita de una dirección colectiva fuerte, necesita cambiarse a sí mismo para construir una alternativa en Uruguay, que se sostenga en un proyecto de país. Hay que construirlo, tenemos raíces muy firmes, tenemos un trayecto hecho. Creo que tenemos que volver a esas raíces para proyectar el futuro. Para eso hay que dirimir algunos temas sobre el proyecto del FA, con ese trabajo desde las bases, construir propuestas para conformar una alternativa a esta orientación de derecha y clasista que está gobernando hoy. Esa alternativa tiene que ser para el 2024 y para más allá, tiene que ver con una perspectiva de medio y largo plazo, de construcción de un Uruguay justo, solidario e igualitario donde el corazón del proyecto de sociedad sea la dignidad humana.

 

Usted mencionó que el FA tiene que pararse fuertemente y expresar de forma clara sus propuestas. ¿Piensa que el FA en otros momentos no supo a nivel comunicacional expresar claramente sus posiciones?

Sí, pienso eso. El FA ha tenido dificultades para sintetizar una posición clara y después para expresarla, son dos cosas que van de la mano. El problema de comunicación implica un problema político. Si sobre un gran tema de la vida del país no logramos tener una posición común, clara y definida, seguramente vamos a tener graves problemas para comunicarnos y entendernos con la sociedad porque el mensaje va a ser difuso y ambiguo. Entonces, tomando nota de los problemas que hemos tenido, creo que tenemos que dar un salto de calidad en este plano también y necesitamos un Frente parado sobre sus propios pies, que tenga una voz clara y firme sobre la realidad del país.

 

Usted mencionó que buscaría una dirección colectiva. ¿Cómo lo lograría?

Creo que en una dirección del FA hay roles diversos, uno es la presidencia, obviamente hay que construir un equipo allí, pero sobre todo hay que hacer funcionar los organismos del FA. La mesa política tiene que volver a ser el ámbito donde se discuten los grandes temas de la vida del país. El plenario nacional tiene que jerarquizarse en su funcionamiento. El secretariado tiene que reconfigurarse y necesitamos que esos organismos tengan un funcionamiento a pleno, no ritual, sino que lleno de contenido político.

Creo que el juego colectivo supone mucha discusión, debate conjunto, los colectivos se construyen andando, para eso hay que tener capacidad de incluir distintas miradas, corrientes ideológicas, perspectivas y perfiles y generar una cohesión en un grupo que pueda animar al conjunto de la fuerza política, ayudar a abrir espacios.

No necesitamos una dirección que se cierre sobre sí misma, sino muy abierta al abajo, a la sociedad, al movimiento frenteamplista. Esto pasa por elegir perfiles adecuados pero además por un liderazgo de ideas de parte de la presidencia, colocando temas estratégicos, temas sustantivos de la vida del país, contribuyendo a generar líneas de acción políticas permanentes, que nos permitan transformar la sociedad uruguaya. No asumiendo la transformación no solo como un proceso de cambio de políticas públicas, estatales, sino como un proceso de cambio colectivo, social.

 

¿Qué desafíos cree que tiene que enfrentar el próximo presidente del FA?

La conformación de una dirección colectiva. Además, hay un enorme desafío que es el referéndum en el cual el FA tiene que estar a la altura de la exigencia histórica, un referéndum donde se puede expresar, concretar una respuesta masiva y popular frente a esta política antipopular del gobierno. El tercer desafío es la elaboración programática, la construcción organizativa de cara al 2024 y a las tareas propias de la construcción de una alternativa de Uruguay.

Poder liderar ese proceso y hacerlo con amplitud, generosidad, con cabeza colectiva más que aspiraciones individuales. El otro desafío es el de la cercanía, de la presencia. Se necesita una presidencia del FA cercana, presente, que no se aleje de la base social del FA, que sea más abierta a la gente.

 

¿Qué estrategia tendría que seguir el FA de cara al referéndum contra la LUC?

La estrategia pasa primero por comprender que no somos el único actor, que necesitamos amplitud en la convocatoria, es decir no es una cosa entre el FA y el gobierno, es una construcción de pueblo, que incluye al FA y a otras organizaciones sociales y otros colectivos. Creo que un gran eje por un lado es la claridad política para explicar lo que implican los 135 artículos. Hay que mostrar que es un proyecto de clase que está dejando efectos nocivos en la sociedad, que está dejando una brutal crisis económica y social. Es necesaria la capacidad de dialogar con la sociedad en el territorio, en el mano a mano, en la cercanía. Tenemos que sostener la actitud que tuvimos en el proceso de recolección de firmas ahora centrada en este gran objetivo que es el referéndum.

 

Terminó el proceso de autocrítica y muchos militantes no estuvieron de acuerdo con el documento que la sintetizó. ¿Qué piensa sobre esto?

Creo que el FA es la única fuerza política en este país que después de perder el gobierno se dedicó a hacer un proceso de autocrítica orgánico, con participación de toda su militancia. Eso tiene un gran valor y no hay que perderlo de vista. Creo que el proceso de autocrítica tiene que hacerse de forma permanente y no realizarse exclusivamente después de perder una elección, tiene que ser más profunda y abarcativa. Además, la autocrítica tiene que traducirse en un proceso de cambio de práctica. En ese proceso andamos, obviamente que cualquier discusión de estas es mejorable, con defectos, seguramente nos faltó capacidad para sintetizar algunos ejes de esa discusión, pero creo que hay algo que ha quedado muy claro que tiene que ver con una mirada respecto al método, a la forma, los caminos de construcción política. Hemos llegado a la conclusión que hemos transitado muchas veces caminos muy centrados en el estado, en las políticas públicas y hemos descuidado la construcción de poder en la sociedad, de un cambio ideológico cultural, organizativo en el seno del pueblo que pudiera sostener y profundizar esos cambios. Creo que allí quedó un gran aprendizaje, entonces, a la vez que hago parte de los que piensan que el proceso de autocrítica es mejorable, también creo que sacamos del congreso particularmente una serie de conclusiones y aprendizajes muy positivos para lo que viene, para el futuro del FA.



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