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El domingo amaneció soleado y veraniego. Día ideal para levantarse temprano, votar, comer en familia, trabajar y esperar la caída del sol para saber qué habíamos decidido los uruguayos con nuestro voto. Juana votó sobre el mediodía en su circuito de Punta Carretas. Recorrió la zona, diferentes locales de votación y en todos lados la percepción era la misma: la gente quería manifestarse y votar. Después siguió su ruta trazada de antemano y visitó en circuitos en el centro, la Ciudad Vieja. En todos, el ambiente era festivo.
El alto índice de sufragios emitidos confirma que los uruguayos somos votantes de alma. No importa si vamos por nuestros medios, si nos ayudamos con un bastón, si algún nieto nos empuja la silla de ruedas o si hacemos muchas leguas para llegar a destino. El asunto es decidir. Ese día todos nos sentimos libres. Decidimos solos. Es entre nosotros y el sobre.
Como siempre ocurre, Juana, de tardecita, puso proa al comando blanco de Bulevar Artigas y Chaná. Esta vez no estuvo sola, le tocó de compañero de tarea Simón, un periodista joven de Caras y Caretas, macanudo, de esos que nos llenan de esperanzas y nos hacen pensar que tal vez sea hora de dejar de teclear.
A las 19:00 horas, más o menos, comenzaron a llegar la dirigencia, los asesores y la torcida. Los periodistas acreditados a esa hora ya comparábamos la parada, no faltaba nadie. Somos una barra de laburantes que nos conocemos todos, nos saludamos, hacemos tiempo intercambiando anécdotas y Juana llegó a la conclusión de que era, lejos, la periodista con más elecciones arriba del lomo.
La charla amena con dos fotógrafos se vio sorprendida cuando arribó, distendido, Roberto Lafluf, el publicista y cerebro del Gobierno. Ese mismo, que renunció en noviembre del año pasado y pasó de ser de asesor estrella del presidente Lacalle Pou a indagado en la segunda causa, que investiga el fiscal de delitos económicos Alejandro Machado, derivada de la entrega del segundo pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset. Sí, el mismísimo Lafluf, el que le aconsejó a la exvicecanciller Ache que cometiera un delito, que destruyera un documento público y realizara una nueva protocolización.
Llegó distendido, tranquilo, hasta que Juana lo descubrió y le cambió la cara. Bajó la vista, no aceptó la pregunta de Juana y asumió con resignación el flash de los fotógrafos. Entró y empezó a trabajar a destajo para armar el circo comunicacional que organizaron los blancos.
De a uno fueron llegando los dirigentes: senadores, diputados, algunos que se quedan y otros que se van. Avanzada la nochecita llegó la inefable senadora Bianchi, más delgada, prudente; cruzó palabras con Juana y se limitó a decirle que estaba esperanzada. Un rato después, llegó el candidato, ansioso, pero con oficio como para acercarse a saludar a algunos periodistas. La última en arribar fue la vicepresidenta Beatriz Argimón. Se cruzó con Juana, se saludaron y enfiló, con cara de incertidumbre sobre lo que iba a pasar, hacia el comando, que se había instalado en el edificio que cuatro años antes albergó la campaña del hoy presidente.
El que merece un capítulo aparte es el ministro del Interior, Nicolás Martinelli. Juana no podía creer lo que estaba viendo. Tal vez sean sus años, sus demasiadas elecciones, pero nunca había compartido en el bunker del partido del gobierno de turno con un titular de dicha cartera. Si la memoria no me es esquiva y no me juega una mala pasada, el Ministerio del Interior tiene como objetivo controlar la emisión de datos e información sobre las elecciones y su normal desempeño. Lo cual normalmente lleva al ministro de turno a permanecer en su despacho y a estar al frente del barco. Se me dirá que hoy basta con un celular para estar informado, pero es de esos casos en que los pequeños gestos importan. El ministro del Interior debía estar en su oficina y al mando.
El ministro Martinelli entendió que no era necesario. Él no pasó a saludar, se quedó horas, se sacó selfies, tomó refrescos distendido a la vista y paciencia de todo el periodismo nacional. Cuando Juana pensó que tal vez se rotaría con el subsecretario, se equivocó. Pablo Abdala fue de los primeros en llegar y de los últimos en irse. Se desesperaba porque alguien le pusiera un micrófono adelante.
El tándem del Ministerio del Interior olvidó esas, entre otras tareas, para las que les pagamos el sueldo; eligió la vidriera electoral a las responsabilidades públicas. No nos sorprende. Dejarán el Ministerio, maquillajes aparte, con el mayor número de homicidios en los últimos años.
A las 20:30, con la pantalla de Opción Consultores en Canal 4, el clima cambió para los blancos. Comenzaron los festejos, los abrazos, los llantos de alegría y los cánticos de la barrabrava de la Ámsterdam o la Colombres contra el Frente Amplio. La verdad, Juana no daba crédito a lo que estaba presenciando. No entendía qué estaban festejando. Casi diría que era una alergia contagiosa. El todavía senador Gandini llegó a decirle a Caras y Caretas, sobre las 9 de la noche, que no había ganado el Partido Nacional, sino que había perdido el Frente Amplio. Pasaron las horas, la taba estaba en el aire y el porlapatrista se quedó sin Senado y sin su banca en la Cámara de Diputados, esa que tenía desde hace más de 30 años.
Uno a uno fueron bajando los dirigentes, siempre con cara eufórica. El hoy diputado reelecto, Martín Lema, primer suplente de Lacalle Pou en el Senado y que todavía sueña con pelear la Intendencia de Montevideo en mayo del año próximo, se abrazaba, lloraba con la barra juvenil que lo saludó y se negó a hablar con Juana para Caras y Caretas. Enfiló para la plaza. El mismo que dejó el mayor número de compatriotas en situación de calle y el mayor índice de pobreza infantil desde que tengo memoria.
El lugar elegido para festejar fue la Plaza Varela cercana, chica, ideal para los blancos que festejaron ese magro resultado, convencidos o intentando convencernos de que fue un maracanazo. Arriba, en el último piso del edificio de la fórmula blanca, seguía reunida la mesa del comando real, la mesa chica de Delgado. Allí, el ministro Falero, Javier García, Beatriz Argimón, Luis Alberto Heber y el eterno secretario de la familia Lacalle, Nicolás Martínez, que está en préstamos cedido por el presidente y el mismísimo Delgado. En la sala contigua, trabajando sin pausa y a destajo, estaban el indagado Roberto Lafluf, su equipo comunicacional de la agencia Avisa, que no paraba de dar instrucciones y preparar el discurso que daría Delgado un rato más tarde.
Un poco más abajo estaba la candidata Shirley Valeria Ripoll con su familia, quien, justo es reconocerlo, intentó no desentonar y eligió para la ocasión un traje sastre de lino, tal vez de un rosa demasiado fuerte; un rosa pastel hubiera sido delicioso. Le faltaron unos meses de compartir con los blancos para entender que hay un color para cada ocasión. El beige, hubiera sido perfecto, pero no supo o no pudo. Como tampoco pudo llegar a la Cámara de Diputados y, si tiene suerte, conservará el pase en comisión que hoy la beneficia con un pase libre en el despacho del diputado Lema.
Los periodistas seguíamos esperando que bajara Delgado. Nos dijeron que iba a esperar a que hablara Andrés Ojeda y luego lo haría él en la Plaza Varela. Los encargados de comunicarse con los medios fueron Javier García y Beatriz Argimón. Delgado bajó tranquilo y, acompañado de su mujer y sus hijos, caminó la cuadra y media que lo separaba del estrado, rodeado de la majuga blanca que le levantaba el ánimo y le festejaba.
El estrado que esperaba a Delgado era de sus socios multicolores. Mieres; Gerardo Sotelo; el general Manini, que, según le contaron a Juana, hubo que llamarlo dos veces para que fuera; Andrés Ojeda, que a esa altura, de pelear el balotaje con el Frente Amplio pasó a pelear la bancada del Partido Colorado con Pedro Bordaberry. Por último, se coló, sin pedir permiso, el constitucionalista Lust, que si bien no tuvo representación parlamentaria, tuvo su noche de gloria, sumándose a la multicolor.
Llamó la atención de Juana que Pedro Bordaberry se acercó a la Pza. Varela y se mezcló entre los periodistas, saludó y se fue. Cuando Juana volvía para su casa, no pudo más que sonreír, pensando qué estrado tan pobre que pueden exhibir y pensar que festejan. ¡Qué balde de agua fría van a tener cuando lleguen a sus casas y, calculadora en mano, empiecen a analizar los números!
Delgado habló. Fue más de lo mismo y, aconsejado por Lafluf, se presentó como el próximo “presidente para un país en marcha”.
Los números no mienten
Juana habló con la vicepresidenta Beatriz Argimón el pasado martes, quien la recibió amablemente en su despacho. La conversación, que no fue otra que analizar el resultado con los números a la vista, se vio interrumpida en dos oportunidades por llamadas del presidente Lacalle, quien, a esa altura, comandaba el operativo de subordinación a la Conmebol, y aceptaba los pedidos de jugar el partido de vuelta de semifinales de la Copa Libertadores en el Estadio Centenario, contra la opinión del Ministerio del Interior.
No olvidemos que Argimón es fanática hincha del manya, el cuadrito de sus amores, y remaba acompañando al presidente Rubio, que hacía de intermediario para llegar a buen puerto.
Cuando se pidió la conversación, Juana no pudo resistir la tentación de preguntarle qué festejaron el domingo 27. En un acto de sincericidio, dijo: “Que votamos mucho mejor de los esperado, que superamos ese 23 % o 24 % que nos daban todas las encuestadoras, y que Ojeda no nos respiró en la nunca. Intentamos eso, generar un clima de alergia y no de derrota”.
Juana sabe que los números no mienten. El Partido Nacional ha realizado la peor elección en los últimos 20 años. Ha perdido un senador, tendrá apenas un total de nueve en la Cámara Alta.
Sí, el partido de Oribe, Saravia y Wilson tendrá el mismo número de senadores que el MPP dentro del Frente Amplio. Para colmo de males, ni aún sumando a los multicolores tendrán mayoría en el Senado. El Frente Amplio, en cambio, se alzó con 16 bancas y nadie tendrá mayoría en la Cámara de Diputados.
El clima de festejo contagioso de los blancos, queda demostrado que no se compadece con el resultado electoral. Un prestigioso politólogo decía, antes de las elecciones, que para que el Partido Nacional y compañía fueran competitivos en el balotaje, debía lograr una diferencia mayor a 6 puntos. Apenas logró 3.5 puntos de ventaja. Bottinelli fue por más. Con los resultados en la mano, llegó a decir esta semana que estos números son un regalo de Navidad adelantado para la coalición opositora.
Juana se permite tomar prestada una frase de Mario Benedetti que Tabaré Vásquez hizo suya: “Acá no se rinde nadie”, depende de nosotros. Cómo había adelantado Juana, la interna blanca dejó perdedores y varios legisladores por el camino. De la Cámara de Senadores van varios, Jorge Gandini, Gloria Rodríguez y Amin Niffouri, que debe conformarse con ser diputado.
El porlaptrista Gandini tampoco pudo retener su histórica banca en la Cámara de Diputados, esa que tenía desde hace más de 30 años. Su acuerdo con Aire Fresco no dio los resultados esperados, la lista del presidente de la República y del candidato Delgado votó muy mal en todo el país y apenas retienen tres senadores.
El herrerismo y Luis Alberto Heber hicieron una patriada sorprendente. Su lista 71 perdió la mayoría de sus dirigentes en Montevideo y Canelones, pero ganaron por colectora. Heber volverá, una vez más. El 15 de febrero volverá a ponerse sobre sus hombros el ponchito que fue de su padre y volverá a jurar, una vez más, como senador de la República. Será el legislador con más años en el Parlamento, comenzando su novena legislatura, esa que comenzó en Rivera en 1982 y lo ha tenido ininterrumpidamente en el Palacio Legislativo desde 1984.
El gran triunfador de los blancos es el tractor amarillo y compañía. El Espacio 40, que armaron hace 15 años el senador Javier García y el entonces diputado Sebastián da Silva, se ha quedado hoy con la mayoría del partido. Tranco a tranco, fueron juntando intendentes, referentes en el interior que dieron sus frutos. Hoy tienen cuatro bancas en la Cámara de Senadores y más diputados de los que hubieran soñado.
Esta novedosa realidad de los blancos, que le saca la mayoría que hasta ahora tenía Aire Fresco, hace muy probable el regreso al Senado a partir del 2 de marzo del Dr. Lacalle Pou. Su grupo, ese que creó Delgado y que durante mucho tiempo contaba con el respaldo de 15 intendentes en el interior del país, entró segundo en la grilla y tendrá que remarla de nuevo.
El grupo de Beatriz Argimón “D Centro”, que tiene el apoyo de 3 intendentes, obtuvo una banca en el Senado y cuatro diputados.
Un último apunte con relación a los números que no mienten. Con los números a la vista podemos decir que el Partido Nacional perdió departamentos esenciales. Entre ellos, Tacuarembó, Florida, Paysandú, Soriano y Colonia. La reelecta diputada Zulimar Ferreira, del MPP de Tacuarembó, consultada por Caras y Caretas, dijo que el pueblo se despertó. Un departamento que hasta ahora era todo de Ezquerra, comercios, estaciones de servicio, medios y la mismísima Intendencia, cambiaron. Cambió la relación de fuerzas y hay un ánimo de esperanza en la gente.
Written by: hiperactivafm
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