Por Federico Pereira
F_PereiraGarcia
Kamala Harris ya sabe que será la candidata
demócrata a la presidencia. Aunque la convención de su partido tomará esa
definición formal recién en agosto, ya cuenta con los delegados suficientes y
el respaldo explícito del presidente Joe Biden, quien hasta el 21 de julio era
el aspirante a la reelección.
Lo que necesita ahora la vicepresidenta en
funciones es definir quién quiere que lo acompañe en la fórmula para en enero asumir
su cargo, si gana su partido en las elecciones de noviembre.
En la semana posterior a la renuncia de
Biden de la carrera electoral, la prensa y los analistas de Estados Unidos
señalan cuatro nombres posibles como favoritos. Sea quien sea que elijan Harris
y los líderes demócratas, no sólo definirán un nombre: estarán marcando una
estrategia electoral de cara al combate en urnas. El nombramiento se hará
mirando el mapa del Colegio Electoral.
Voto indirecto, el mecanismo a tener en
cuenta
Estados Unidos tiene un sistema de sufragio
indirecto. Es decir que tiene un cuerpo de representantes o “electores” por
cada estado. Estos miembros del llamado Colegio Electoral se comprometen a
votar por determinado candidato presidencial y son a su vez los elegidos de
forma directa por la ciudadanía. Los estadounidenses no votan a sus candidatos,
votan a quienes dicen que van a votar a sus candidatos.
Este sistema tiene otra particularidad. Quien
sale victorioso de la contienda no lo hace por ganar la mayor cantidad de
votos, sino por ser el más votado en estados clave. Ejemplos de candidatos
“ganadores del voto popular” que quedaron fuera de la Casa Blanca hay varios;
los más recientes fueron Hillary Clinton —que perdió en 2016 con Donald Trump,
a pesar de quedar por encima por 2,1% de los votos—, y Al Gore, que por una
franja menor superó a George Bush en el 2000.
Básicamente, quien gana es porque tuvo la
mayor cantidad de “votos electorales”, es decir, los asignados a cada estado.
El presidenciable que obtenga más apoyos de los electores, consigue todos los
votos emitidos en cada jurisdicción, cuya cantidad de votos equivale al número
de senadores (2) más el número que tiene el estado en la cámara de
Representantes, que varía según cada nuevo censo demográfico.
A modo de ejemplo, si un candidato gana
la mayoría en Florida, que tiene 30 votos electorales, no obtiene el número
correspondiente a sus apoyos, sino que en la contienda nacional contará con las
30 unidades de ese estado. Con 538 electores del colegio en todo el país, el
número mágico a alcanzar para ser presidente es 270. Con ese objetivo es que se
mira el mapa de Estados Unidos teniendo en cuenta cómo ganar en cada
territorio.
Esto se suma a que algunos estados son
feudos donde el Partido Republicano o el Demócrata ganan siempre y otros son
los llamados “estados péndulo” (swing states) o “estados violeta” (por
la mezcla de los colores tradicionales de ambos partidos) donde la disputa
entre ambos bloques es más reñida y las victorias varían año a año. Algunos de
esos territorios a su vez cuentan con mayor cantidad de votos y por ende, son más codiciados.
Los posibles nombres para acompañar a
Harris y qué significan
Si bien la definición última es de la
candidata presidencial (y de los líderes partidarios), ya se manejan varios
nombres como posibles aspirantes a la vicepresidencia.
Cuatro de ellos son mencionados por medios
y analistas como los que tienen mayor posibilidad de integrar la fórmula con Harris:
tres gobernadores estatales y un senador. Josh Shapiro, jefe del gobierno de
Pensilvania; Andy Beshear, de Kentucky; Roy Cooper, de Carolina del Norte; y
Mark Kelly, legislador de la cámara alta por Arizona.
La elección puede marcar una estrategia.
Según algunos analistas y comentadores estadounidenses, hay una división entre
Shapiro y los otros candidatos.
Al mencionar al gobernador de Pensilvania lo
primero que se marca en los distintos medios que especulan sobre su figura es
la alta aprobación que ha tenido su gestión desde que asumió, además de un
episodio particular de su administración. Cuando una parte de un puente de alto
nivel de tránsito colapsó en 2023, el gobierno estatal demoró 12 días en
repararlo. Esa rapidez y efectividad fue una suerte de test aprobado por el
recientemente inaugurado gobernador, según recuerda la BBC. Demostró un triunfo
en un aspecto importante para el electorado demócrata y particularmente para el
gobierno de Biden: el desarrollo de la infraestructura.
Pensilvania es uno de los swing states. Candidatos presidenciales
y gobernadores de ambos partidos han ganado intercaladamente en este estado de
la costa nororiental, zona de gran influencia demócrata. Trump ganó allí en
2016; Biden en 2020.
Además, tiene una importancia clave. En
estas elecciones, el colegio electoral pensilvano otorgará al candidato más
votado 19 votos para sumarse en su carrera a los 270. Es el quinto estado con más votos
electorales después de California, Texas, Florida y Nueva York.
Con Harris eligiendo a Shapiro, es de
esperar que la elección en el estado que él gobierna sea un trámite sencillo
para los demócratas. Apuntar su nombre como compañero de fórmula sería a su vez
una apuesta por ganar los estados de la región circundante, que comparte características
y preocupaciones electorales similares a Pensilvania.
Un poco más al sur, ya en el Dixie sureño, el gobernador de Carolina
del Norte, Roy Cooper, figura como otra opción para Harris. Una que le puede
significar una apuesta más arriesgada. En el sur de la costa este, los
republicanos están seguros de ganar. Tal como señala el medio estadounidense Vox, allí ganaron las últimas tres elecciones;
las dos últimas con Trump como candidato. Sin embargo, Cooper fue electo gobernador
dos veces en ese estado que también oscila entre el color rojo republicano y el
azul demócrata de elección a elección. Carolina del Norte aportará 16 votos
La tercera opción podría ser Andy Beshear,
gobernador de Kentucky, un estado eminentemente republicano si se tiene en
cuenta que desde el 2000 se tiñe de rojo en los mapas electorales, con más del
50% de los votos desde aquel año en que ganó Bush. Sin embargo, desde ese
entonces ha habido dos gobernadores republicanos y tres demócratas.
ABC News cita a Beshear como el “gobernador
demócrata más popular en el país”, algo que destaca teniendo encuentra el
favoritismo por Trump que hay en su estado. Hijo de otro gobernador demócrata,
Beshear logró ganar en 2015, en 2019 y en 2023. Al elegirlo a él, la apuesta de
Harris puede ser mayor que en el caso de Cooper para dar un golpe al trumpismo,
pero también puede resultar en una ganancia menor. Si bien Beshear puede significar
una competencia en Kentucky a los republicanos, los votos electorales de ese
estado son ocho, la mitad que en Carolina del Norte. Además, resta ver qué tanto podría
expandirse la popularidad del gobernador en otros estados “rojos”.
La última opción es una de las que la mayor
cantidad de voces señalan como el favorito. No es gobernador, sino que su
oficina está cerca de la de Harris en el Senado estadounidense.
Mark Kelly ocupa su banca por Arizona, otro
importante swing state. Quizá no
tanto por su caudal de votos electorales (tiene 11), sino porque es más pareja
la competencia entre republicanos y demócratas. Los primeros ganaron las
elecciones presidenciales en el estado desde el 2000 al 2016, pero en las
pasadas los votos electorales fueron a Biden. Hoy, las encuestadoras lo dan
como uno de los estados con una intención de voto más reñida entre ambas
opciones.
Lo que haría atractiva la elección de Kelly
no es sólo el nombrar a alguien popular en su estado para ganar los votos
arizonianos, sino, como bien señaló ABC News, el senador aportaría fuerza a la
fórmula por su carrera y trayecto personal.
Antes de integrar la cámara alta fue
militar, particularmente piloto de la Armada estadounidense. Combatió en la
Guerra del Golfo, bajo la llamada Operación Tormenta del Desierto. Luego, tanto
él como su hermano se convirtieron en astronautas y llegaron a vivir en la Estación
Espacial Internacional. En las zonas de Estados Unidos con mayor veneración a
los soldados y a los veteranos de guerra, Kelly puede ser una figura a explotar
por los demócratas, más si lo comparan con Trump —al que se lo critica por no
haber combatido en la Guerra de Vietnam— o con su candidato a vice, JD Vance,
que fue a Irak, pero como agente de prensa de los Marines.
Kelly es además un gran defensor de la
limitación al acceso de armas, uno de los temas más polémicos de la política
estadounidense y uno de los más importantes para el núcleo del electorado
demócrata. La esposa de Kelly, la excongresista Gabrielle Giffords, fue gravemente
herida en un ataque contra ella en 2011. Le dispararon a la cabeza en un
tiroteo en el que murieron seis personas, en Tucson, Arizona.
ABC News menciona otro aspecto a destacar
de Kelly: es uno de los legisladores que más fondos ha recibido para sus
campañas electorales, algo que podría ser beneficioso en la competencia
monetaria de las campañas de Trump y Harris. La actual vicepresidenta en sus
primeras 24 horas como candidata alcanzó 81 millones de dólares de donantes
particulares.
Si bien hoy se da un empate técnico en las
encuestas entre los dos candidatos, eso ya ha generado esperanza en el bando
demócrata, a una semana de haber sido elegida Harris como sucesora en la
campaña por Biden. El presidente figuraba unos puntos porcentuales por debajo
de su antecesor en los sondeos de intención de voto hechos tras el fatídico
debate televisivo que precipitó su aspiración a ser reelecto.
La campaña de Harris empezó fuerte en lo
publicitario y lo político, con el uso de la estética del disco Brat de la
cantante Charli XCX y la música de Beyoncé, además del apoyo explícito del
matrimonio Obama, los Clinton y otros líderes demócratas. Confían en que puede ganarles a los republicanos.
Resta saber a quién elegirá la actual ocupante
del segundo asiento jerárquico del país para sucederla y qué estrategia
vislumbra el Partido Demócrata en esa decisión: si reforzar estados con
cantidad de votos electorales necesarios para lograr la mayoría, o si ir por todo
y golpear a los republicanos en territorios que consideran seguros para Trump.
Por Federico Pereira
F_PereiraGarcia