Por Andrés Cottini
A_Cottini
El ciclismo es un deporte sacrificado al cien por ciento,
donde soportar y superar momentos complejos parece ser una forma de vida para
lograr que la bicicleta en algún momento te recompense por esa
resiliencia.
Y la historia de Anderson Maldonado, reciente ganador de la
Vuelta Ciclista del Uruguay en su edición ochenta, es un gran ejemplo de esto,
con la particularidad que supo sobrepasar momentos durísimos de adversidad con
la convicción del amor a un deporte que fue quizás en algún momento pudo ser su
condena y ahora se transformó en su salvación.
Maldonado comenzó una relación con la bicicleta casi
vitalicia de muy niño, casi como un mandato familiar ya que su padre, abuelo y
hermano mayor, Ignacio, fueron fuente de inspiración de un deporte que se
respiraba en aal ámbito familiar.
“De gurises nos metimos en el mundo de la bicicleta, con
carreras en el barrio, acompañando a los mayores y fuimos dando pasos ciertos
hacia el futuro”, dijo el nacido en Treinta y Tres.
“Primero fue todo por hobby, diversión, pasarla bien, la
‘chiva’ era una amiga más”, reconoció, hasta que en un momento, ya entrado en
la adolescencia se dio cuenta que había que cambiar: “No tenía ni idea de cómo
entrenar y el sacrificio que debía hacer para lograr cosas. Tenía que mejorar”.
Allí fue que tomó la decisión de trabajar “como un
profesional” y contó que mientras sus amigos estaban en “el baile” o
“divirtiéndose”, el en cambio se preocupaba por “alimentación, descanso,
entrenamientos, todo lo que me hiciera seguir creciendo”.
Así llegó a las Vuelta Ciclista de la Juventud donde comenzó
a mostrar su talento al público grande y además llegó Edisa López a su vida, su
pareja desde los 17 años.
“Ella fue un paso más para ser mejor profesional, además de
sumar una nueva arista al apoyo familiar, porque sin eso, no se logra nada”.
La oscuridad
Su primer año en la categoría “élite” llegó de la mano del Club
Ciclista Amanecer: “Que confío en mi para correr las grandes, después pasaron
instituciones como San Antonio Florida, Treinta y Tres, Alas Rojas entre
otras”. También Náutico de Boca del Cufré casaca con la que ganó la Vuelta el
domingo.
Pero entre esos cambios de equipo, Maldonado, que había
destacado en el Tour de San Luis defendiendo a Uruguay, comenzó a realizar una
carrera internacional en España, donde apostaron a él y su talento.
Después de un 2016 venturoso, el 2017 lo encontró
defendiendo al Team Kuota Construcciones Paulino y en la Clásica Xavi Tondo se
cayó en competencia: “bajando un repecho”.
En soledad, porque así era la temporada europea para un
ciclista uruguayo, fue ingresado al CTI para que luego le diagnosticaran una
doble fractura cervical.
El uruguayo recordó ese momento con un dejo de emoción y
rebeldía: “Estuve una semana sin caminar y los médicos no sabían si iba a
volver a hacerlo. Estaba en España, lejos de todo, fueron momentos muy
difíciles”.
“La bicicleta la veía lejísimos, los profesionales me decían
que iba a ser complejo que volviera a competir, que no me haga ilusiones”,
siguió rememorando, para avanzar: “Se me vino todo al piso. De a poco y a
fuerza de convencimiento empecé a evolucionar y a los 20 días empecé a caminar.
Me ayudaban para todo, hasta a comer porque no podía sostener la cabeza en el
lugar, tenía que usar un collarín constantemente, no podía ni estar 30 segundo
sentando del dolor”.
“Fue un proceso largo, de horas llorando y pensado como
revertir la situación. Y lo pude hacer. Sabía que ya no iba a llegar a las
grandes europeas porque esa lesión me cortó la carrera, pero quería ganar una
de las tradicionales de Uruguay y dejar mi nombre para siempre en la historia
del ciclismo nacional”.
“Con esfuerzo, mentalidad y dedicación me pude recuperar. Me
tomó mucho tiempo regresar al nivel que tenía, pero lo conseguí y todo eso me hizo
más fuerte”, señaló.
El brillo total
Y el 2025 se transformó en un año inolvidable para la
familia Maldonado, primero con Ignacio que se consagró en Rutas de América, y
luego fue el turno de Anderson, que se quedó con una Vuelta muy exigente donde
los extranjeros llegaron para ser protagonistas.
“Estaba convencido”, mencionó el ciclista, que comentó: “Me
tocó asumir el rol de líder en el equipo tras un pinchazo de Agustín Alonso que
lo retrasó y todos trabajamos unidos en pos del objetivo. En la penúltima etapa
salió todo redondito, tal cual lo planificado [llegó fugado para ponerse la
malla oro] pusimos lo que teníamos que poner y pasamos al frente”.
“Siempre dije que después de alcanzar a estar líder es muy
difícil que no ganara la carrera, ya que si no me pasaba ningún percance, por
piernas no iba perder nada”, confesó el pedalista, que más tarde rememoró la
llegada y consagración: “Lo primero se me vino a la cabeza fueron los momentos
difíciles que pasé”.
Ya que, si no fuera poco lo que le tocó vivir en España,
cuatro semanas antes de la competencia, en la segunda etapa de Rutas de
América, se fracturó la clavícula, lo que lo llevó a prepararse de forma
contrarreloj.
Ante ello volvió a destacar la figura de Edisa, su pareja,
que además es profesora de educación física: “Ha pasado por todo y quizás ha
sufrido hasta mas que yo. No es fácil ser pareja de un ciclista y una enorme
parte de este logro es de ella. Cuando me fracturé en Rutas, fue la que me
impulsó a entrenar zona media y piernas sin hacer bicicleta para ir ganando
tiempo. Sin ella, capaz no hubiese largado”.
“No caigo todavía”, dijo de obtener la clasificación general
individual en la Vuelta Ciclista del Uruguay: “Es un sueño de niño. Siempre traté de hacer
las cosas lo mejor posible, nunca tuvimos una pelea con nadie, respetamos y nos
respetan en el pelotón”.
“No gane la Vuelta el pasado domingo, lo hice desde el
inicio de mi carrera y cada día de ella”, cerró diciendo con convicción.
Por Andrés Cottini
A_Cottini