El brasileño Nicolau Adams Pivotto falleció el pasado viernes en el hospital de Caxias do Sul, donde trabajaba. Tenía 33 años, pesaba 180 kilos, y su deceso se produjo tras doce días en CTI por complicaciones por Covid.
La familia contrató una funeraria en Novo Hamburgo que les comunicó que disponían de féretros especiales para personas de gran tamaño. El cajón era, efectivamente, capaz de albergar el cuerpo de Nicolau. Sin embargo, al arribar al cementerio el sábado, surgió
una complicación: el ataúd no cabía en el nicho.
“Cuando llegamos, dijeron que tenían que romper las asas del ataúd para que cupiera. Rompieron las asas del ataúd por el que pagamos un dineral, y aun así no cabía. Intentaron ponerlo de lado, corrieron el riesgo de que se abriera, todo delante
de la familia. Fue vergonzoso”, explicó João Adams, hermano del difunto, en declaraciones recogidas por el portal noticioso G1.
Tras el primer intento fallido de introducir el ataúd en la bóveda, el sepulturero contactó con el administrador del cementerio. Según João, el responsable no se encontraba allí y le indicó por teléfono al empleado que “se las arreglara”
para resolver la situación.
“Al administrador no le importó. Estaba en su casa, ni siquiera apareció”, lamentó João. Ante la falta de una solución inmediata, el sepulturero probó otra alternativa: abrió una tumba ocupada, que parecía un poco más grande, y exhumó los restos de
otra persona delante de los deudos de Nicolau.
“Sacó los huesos, la bolsa con los restos, todo delante de nosotros. Fue muy vergonzoso para nosotros, porque además de no poder enterrar a mi hermano, también vimos cómo se faltaba al respeto a otra familia”, dijo João.
??O sepultamento de Nicolau Adams Pivotto, de 33 anos, atrasou mais de duas horas no Cemitério Municipal de Novo Hamburgo, na Região Metropolitana de Porto Alegre, porque o caixão não coube na gaveta destinada.
?? Reprodução pic.twitter.com/OtSQIacqhG
— Metrópoles (@Metropoles) November 2, 2025
Sin embargo, la alternativa falló porque el ataúd tampoco cabía allí. “Entonces dijeron que tendría que ir a la tierra. El administrador no quería buscar un hueco en el suelo, diciendo que no había ninguno. Después de insistir durante
mucho tiempo, consiguieron uno”, relató.
Según el hermano del fallecido, todo el proceso duró casi tres horas, y dejó varias postales grotescas que afectaron a la familia. “Tuvimos que cargar el pesado ataúd, sin asas, de un lado al otro del cementerio. Fue muy difícil; se
necesitaron varias personas”, añadió.
En un comunicado, el Ayuntamiento de Novo Hamburgo, que gestiona el cementerio, informó que se programó una reunión para discutir la creación de espacios adecuados para casos como este.
«El Ayuntamiento informa que la demora ocurrida esta mañana en el Cementerio Municipal se debió a las dimensiones del ataúd: un modelo especial con capacidad para hasta 200 kilogramos. Como no se habían previsto bóvedas para
este tipo de casos cuando se construyó el cementerio, fue necesario habilitar
espacio en la tierra para el entierro”, expresó el gobierno de la localidad en
un comunicado.
“La situación se resolvió en el lugar y el entierro se llevó a cabo con
normalidad. Este es un hecho atípico para esta administración, que ya ha
programado una reunión para la próxima semana con el fin de analizar la
creación de espacios más amplios y adecuados para situaciones similares, y así
evitar que el problema se repita. La Administración recalca que la demora no se
debió a una falta de diligencia del equipo, que actuó con prontitud para
resolver el imprevisto”, concluye la misiva.