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Noticias Nacionales

El día que Trump nos golpeó la puerta

todayabril 11, 2025

Fondo



Es así que la sucesión de crisis que afectaron a América Latina desde 1982 en adelante permitieron al FMI imponer gradualmente la agenda neoliberal.

Primero a través de la condicionalidad, exigiendo programas de estabilización que imponían planes de austeridad cuyo objetivo era mantener al corriente el servicio de deuda. En segundo lugar, influenciando y capturando las estructuras burocráticas, lo que el economista chileno Aldo Madariaga califica de “resiliencia neoliberal”. Con ello se permite emascular a las autoridades electas de la formulación y ejecución de las políticas, las que deberían quedar bajo las “manos firmes” de la burocracia domesticada.

Con el paso del tiempo, la conducción de la política económica quedaría reducida a controlar el déficit fiscal y la inflación. Cualquier otra iniciativa de intervención del Estado en la cosa económica pasaría a ser descalificada con nombres de todo tipo. Un economista que osara esbozar medidas que eran comunes y aceptadas en las tres primeras décadas de la posguerra, ahora podría ser acusado de “keynesiano”, “desarrollista”, “cepalista” o hasta de “peronista” o “kirchnerista”. Es en ese contexto que debemos comprender la política económica llevada adelante por la Ec. Azucena Arbeleche, quien en grandes líneas se limitó a manejar las dos “perillitas” de la política monetaria y fiscal. Colocando la inflación dentro del rango meta y dejando el déficit fiscal por debajo del “heredado” del Cr. Astori, todo se arreglaría como por arte de magia.

Lamentablemente todos los días nos estamos levantando con alguna noticia que indicaría que la receta de la exministra no ha funcionado.

Frigoríficos y fábricas que cierran enviando a seguro de paro a cientos de trabajadores no parecerían ser un buen indicador de crecimiento económico, mucho menos de mejora de la situación fiscal. Fraudes y esquemas financieros que van saliendo a luz y dejan en evidencia que el BCU no ha fallado solo con el atraso cambiario, sino que habilitó el florecimiento de un vergel de estafas y potencial lavado de dinero.

La señal que viene de los Estados Unidos parecería ser clara en el sentido de la adopción de políticas más “heterodoxas” y mayor flexibilidad de los países para que ejerzan su soberanía económica. Esto, por un lado, significa una amenaza para nuestras exportaciones con la que tendremos que lidiar, pero por otro abre oportunidades para redinamizar sectores de nuestra industria, como por ejemplo la metalúrgica, que han sido abandonados, forzados a competir en forma desigual contra bienes importados. A modo de ejemplo, la intención expresada por el ministro de ganadería Alfredo Fratti de hacer más intensivo el uso del riego abre interesantes oportunidades que, con los incentivos y protecciones adecuadas, esta industria podría aprovechar. Y son varios los segmentos que podrían utilizar las medidas de Trump para lograr al menos un respiro.

¿No será esta una oportunidad única de crecimiento? ¿O será que sólo podemos crecer pidiéndole permiso al FMI, a JP Morgan o a Fitch?

¿Es posible que nos bajen la calificación de crédito si perseguimos políticas de crecimiento no previstas en el decálogo del Consenso de Washington?

Mientras debatimos si la ministra Arbeleche dejó una Ferrari en buen estado o chocada, o si existe en algún organismo —¿ASSE?— una bomba sin espoleta, organizaciones empresariales como ARU siguen insistiendo en que el atraso cambiario es el principal problema. Lo dijo su presidente, el Ing. Patricio Cortabarría, en el almuerzo de ADM hace dos semanas, y lo volvió a repetir ayer en el discurso de inauguración de la Expo Melilla ante autoridades nacionales y departamentales. Parecería que sobre la magnitud del atraso cambiario no hay dudas, como sí existen en el terreno fiscal sobre la magnitud de los gastos no registrados en el presupuesto.

Esto coloca a la política monetaria en el centro de la discusión, haciendo más relevantes los anuncios efectuados por el flamante presidente del BCU, el Ec. Guillermo Tolosa, quien prometió profundizar la baja en la tasa de inflación. En ese sentido, daría la impresión de que el planteo se encontraría alineado dentro de la política anterior, y que alcanzaría no solo a la gestión del Ec. Diego Labat, sino también la del Ec. Mario Bergara. Pero, ¿es esto realmente así? Para entender esto conviene remontarse un poco hacia atrás en la historia.

Para hacer frente a la devaluación y la crisis bancaria del 2002, el BCU había acudido al ancla monetaria, un instrumento con el cual los servicios técnicos del banco contaban con mucha experiencia acumulada en las dos décadas anteriores. Pero durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez, el equipo económico decidió cambiar el instrumento de política, sustituyendo la cantidad de dinero por la tasa de interés, al mismo tiempo que fijó un “rango meta” para la inflación. La idea era que, alterando la tasa de interés en pesos, se inducirían cambios en la tasa de inflación.

Este sistema se mantiene hasta ahora y ha garantizado que, si bien la inflación no se mantuviera siempre dentro del rango meta, ésta no llegó a superar nunca el 10 %, guarismo que en los hechos se transformó en el verdadero “techo”.

La gran suba del precio de los commodities y su posterior baja, la crisis financiera global del 2008 y la inestabilidad monetaria en la Argentina volvieron razonable que el sistema tuviera cierta flexibilidad. Cuando se producían fuertes ingresos de capital que provocaban tendencias a la caída del dólar en la plaza local, el BCU intervenía en un intento de aminorar la tendencia, lo que lo obligaba a adquirir reservas en dólares financiadas con letras de regulación monetaria en pesos. Eso tenía un costo fiscal, y el acumulado de reservas en el activo y el stock de LRM en pesos en el pasivo es el resultado de esos años de intervención. Luego de que el dólar se lograba estabilizar, la conducción de política volvía a priorizar el objetivo de inflación. Es a esto a lo que Mario Bergara se refería cuando hablaba de los “platitos chinos”.

No es que Bergara no hubiera podido colocar la inflación dentro del rango meta si lo hubiera deseado. Hubiera bastado una suba sustancial de la tasa de interés para provocar una caída abrupta del dólar, la que a través de los bienes importados se habría visto reflejada en poco tiempo en una menor tasa de inflación. Afortunadamente primó la cordura y no el narcisismo de ser el presidente del BCU que “logró colocar la inflación dentro del rango meta”.

Esto fue justamente lo que hizo el Ec. Diego Labat quien, terminada la pandemia, embarcó al BCU en una sustancial suba de tasas de interés. Como era de anticipar, esto provocó una importante caída del dólar, justo en el momento en que los comercios del litoral enfrentaban las consecuencias de la apertura de los puentes y la “creación destructiva” en la competencia con Argentina. Con ello logró colocar a fórceps la inflación dentro del rango meta, cuando quizás hubiera sido aconsejable un poco de “platitos chinos”. Cabe notar que el Dr. Ignacio Berti, representante del Frente Amplio en el directorio del BCU, votó siempre en contra de estas subas de tasa de interés, alertando sobre las consecuencias negativas de tal política. Lamentablemente Berti terminó teniendo razón.

Hoy el mundo entero observa algo atónito cómo Estados Unidos flexibiliza toda una serie de reglas que llegaron a convertirse en “vacas sagradas” en las décadas que siguieron al final de la Guerra Fría y la adopción del Consenso de Washington.

Quizás no sea el momento de introducir más rigideces a nuestras políticas económicas, y en cambio aprovechar la oportunidad que ofrece el centro financiero mundial para ganar un poco de soberanía económica en beneficio de los trabajadores, las pymes y los uruguayos en general. Después de todo, ¿quién nos está pidiendo hoy llevar la inflación al 4,5 %? Hay que colocar bien las prioridades en lo importante y relevante para la gente y el mundo del trabajo.

Tal vez el Gobierno, la fuerza política y los distintos actores sociales tendrían que poner toda su atención sobre la idea del PIT-CNT de presentar a consideración de las cámaras empresariales su propuesta de desarrollo nacional y trabajo de calidad.





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Escrito por hiperactivafm


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