Hasta el 15 de febrero se encuentra activa la temporada de ascenso a la cumbre del Aconcagua, el pico más alto del hemisferio occidental y una de las más imponentes elevaciones de la cordillera de los Andes, en Sudamérica.
Su pico se halla a 6.960 metros de altitud sobre el nivel del mar, y su base —entre Chile y Argentina— se extiende a suelo argentino y ostenta un amplio terreno que culmina con el pico en pleno territorio de la provincia de Mendoza. Al norte y al sur se encuentra una zona conocida como el Valle de las Vacas, y en las zonas oeste y sur se aprecia el Valle de Horcones Inferior.
Es la más alta de toda América, por delante del monte Denali (Alaska), y el punto más alto del hemisferio oeste y del hemisferio sur.
Esta formación rocosa, que concita la atención de andinistas de todo el mundo, forma parte de las Seven Summit (Siete Cumbres) que integran las montañas más elevadas de cada uno de los continentes.
En realidad, la montaña posee dos cumbres: una al sur y otra al norte, que se conectan por una cresta conocida como la Cresta o Filo de Guanaco, la cual mide aproximadamente 1 kilómetro de longitud. Su superficie superior aloja varios glaciares menos pronunciados que los de la Patagonia; algunos de ellos son Los Polacos, en el lado Este; Horcones Superior y Horcones Inferior.
Los Polacos corresponde a la ruta de ascenso más frecuentada en esta montaña llena de peñascos. Siguiendo su espíritu aventurero, el sanducero Andrés Canciani se encuentra en preparativos para –en los próximos días– poder hacer la travesía que le permitirá recorrer diferentes niveles y –si las condiciones así lo permiten– llegar a la cumbre levantando la bandera de nuestro país.
Para Canciani este tipo de actividades, que bien podría encuadrarse en una filosofía de vida, no es nueva; ya que hace varios años que se dedica a recorrer diferentes escenarios naturales donde la fortaleza física y mental son más que necesarias.
El Telégrafo



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