Por Cecilia Presa
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Por un poco más de una hora en la tarde de este martes 8 la familia del vicepresidente de la Federación Nacional de Profesores (Fenapes), José Olivera, estuvo en vilo. Es que Olivera no contestaba las llamadas ni los mensajes que le enviaban preocupados por una noticia que vieron en redes sociales: un terremoto de magnitud 5,7 en escala Richter había causado destrozos y muertes en Guatemala. Y resultaba que el dirigente sindical se encontraba en la capital de ese país en un encuentro de una confederación mundial de educadores.
Por un poco más de una hora en la tarde de este martes 8 la familia del vicepresidente de la Federación Nacional de Profesores (Fenapes), José Olivera, estuvo en vilo. Es que Olivera no contestaba las llamadas ni los mensajes que le enviaban preocupados por una noticia que vieron en redes sociales: un terremoto de magnitud 5,7 en escala Richter había causado destrozos y muertes en Guatemala. Y resultaba que el dirigente sindical se encontraba en la capital de ese país en un encuentro de una confederación mundial de educadores.
A la mala señal, debido al fenómeno natural, se le sumó que justo cuando ocurrió el primer temblor, que tuvo como epicentro una localidad a pocos kilómetros de la ciudad de Guatemala, Olivera estaba reunido con la fiscal general guatemalteca, por lo que, por protocolo, había dejado su celular en un puesto de seguridad.
Cuando lo recuperó, vio las llamadas perdidas y los mensajes. En ese momento pudo avisar que se encontraba bien, aunque, como narró a Montevideo Portal, todavía estaba en shock.
“En lo personal fue una experiencia traumática, varias horas me llevó recuperarme, porque, si bien yo he recorrido buena parte de América y he estado en lugares como en Chile y Costa Rica, nunca me había pasado una situación de este tipo”, manifestó Olivera, quien había llegado en la mañana de este lunes al país centroamericano.
El primer temblor, que fue “bastante importante”, lo sintió en la antesala de la oficina de la jerarca. Luego, ingresó a la sala de reuniones, en donde podía ver para afuera.
“Era increíble ver cómo el edificio de enfrente se hamacaba de un lado al otro.
“Los funcionarios que estaban allí dijeron: ‘No se muevan que acá está todo tranquilo, este es un edificio antisísmico’”, relató y dijo que estos trabajadores también lo ayudaron a tranquilizarse.
De fondo sonaban sirenas y se comenzaron a evacuar los pisos más bajos del edificio, pero a Olivera no lo evacuaron porque estaba en altura y había jerarcas de la Fiscalía. “De hecho, la reunión continuó y tuvimos un tercer temblor, pero siguió”, indicó el sindicalista.
Al salir, la cantidad de personas que había en la calle era inmensa. “Había mucha gente en la calle y un colapso del tránsito, porque fue en un horario de funcionamiento de oficinas públicas, de trabajo, de centros educativos que, obviamente, ante los hechos que se estaban dando, aplicaron rápidamente los protocolos que están previstos para estos casos. Y la gente como que también era consciente y sabía lo que tenía que hacer”, detalló.
“Pero, claro, no deja de ser una situación anormal para alguien que no está acostumbrado”, manifestó en referencia a sí mismo.
Finalmente, luego de una hora y media de estar en la calle, llegó al hotel donde se estaba hospedando. El edificio estaba completamente vacío y todos los huéspedes se encontraban en una zona de evacuación.
Las noticias del terremoto que les llegaban eran a través de las redes. “Había alguna radio, pero las radios cortaban la transmisión porque empezaban temblores como réplicas y entonces tenían que evacuar, una cosa bastante difícil”, reveló.
“Fue fuerte encontrarse con funcionarios que hacía un rato estaban haciendo el almuerzo y que ahora estaban con casco e indumentaria revisando el local. Después nos explicaron que teníamos que armar una mochila para las siguientes 72 horas, que debía tener una botella con agua, el celular cargado, tus documentos y nada más. Y que hay que dormir prácticamente vestido y sentado. Porque las réplicas van a continuar por 24 o 48 horas más”, contó, aunque dijo que el “cansancio” lo venció y se durmió sentado.
“Ahora ya estoy un poco más tranquilo por el hecho de haber salido. Ahora venimos de una reunión con autoridades del gobierno y las calles ya están descongestionadas. La gente está tratando de retomar el ritmo de día normal, aunque se suspendieron la mayoría de las actividades tanto públicas como privadas”, contó.
Olivera también dijo que “un vocero del gobierno” le dijo que en “un recuento primario” se conoció que hubo, al menos, 10 personas muertas. “Incluso nos decía que antes del mediodía de hoy [por este miércoles], se habían registrado por parte del sistema de sismología más de 100 réplicas”, amplió.
Además, hubo mucha destrucción de casas. “El país está como que en alerta”, completó.
Por Cecilia Presa
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