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todaymarzo 22, 2024
Habrás visto que salió En agosto nos vemos, un libro nuevo de Gabriel García Márquez. Fue noticia de estos días. ¿Cómo? ¿Un libro nuevo de un escritor que murió en 2014, hace casi diez años? Bueno, se trata de un texto que García Márquez trabajó y luego desechó. “Me dijo directamente que la novela tenía que ser destruida”, contó Gonzalo García Barcha, el hijo menor del autor.
Pero el tiempo pasó y los hijos contaron —mirá acá— que ese juicio lapidario sobre su novela había sido hecho cuando García Márquez ya no estaba bien: “Gabo perdió la capacidad de juzgar el libro”, dijo Rodrigo García, el mayor de sus dos hijos. “Ya ni siquiera era capaz de seguir la trama, probablemente”.
Entonces llamaron a Cristóbal Pera, un editor que conocía el texto desde el principio, y le propusieron una edición final. Y acá está.
¿De qué se trata? Ya lo debés saber. La protagonista es Ana Magdalena Bach, una mujer de cuarenta y pico que cada 16 de agosto se toma un transbordador y se va a “la isla” a dejar flores en la tumba de su madre. Tiene un circuito armado, ya la conocen en el hotel, la conoce el taxista, sabe qué darle la florista del cementerio.
¿Por qué la madre pidió que la enterraran en esa isla pobre, a 4 horas de navegación? Misterio. El paisaje imponente parece responder la incógnita pero tal vez no sea lo único.
Se trata de una obra pequeña y realista, con escenas calientes, siempre bellas, y el temblor del deseo humano
Así que ahora Ana llega y —García Márquez lo tira ahí como un detalle pero va a ser importante— se saca el anillo de casada. Va al cementerio, vuelve, está cansada. A la nochecita baja a tomar algo al bar del hotel y, ah, un hombre la mira. Él la mira, ella lo mira, él la mira. ¿Una copa? Terminan con la ropa y la navaja rodando por el piso. Ya saben, una pasión fugaz sin saber ni el nombre del otro.
Hay una regla en la literatura que se llama algo así “El arma de Chéjov”. Dice que si hay un elemento en un relato está para usarlo, no de adorno. Algo como que si señalaste que hay un clavo en la pared al principio, al final tenés que colgar de ahí al protagonista. Con el anillo de casada eso se cumple, ya vimos. Ahora tenemos expectativas con la navaja del caballero.
Pero por ahora lo que pasa es que a la noche está todo más que bien pero ella se despierta sola y con “la conciencia brutal de que había fornicado y dormido por primera vez en su vida con un hombre que no era el suyo”. ¿Eso la desanima? No tanto. Lo que la golpea de esa primera vez es algo que quienes hayan leído a Borges reconocerán. El hombre le ha dejado un billete de 20 dólares en el libro, como pasa en el cuento Emma Zunz, del argentino (Martín Kohan lo lee y lo explica acá). El hombre la pone, sin vuelta atrás -ya está pago-, en el lugar de una prostituta.
Al año siguiente, el propósito de la visita a la tumba ¿ya es otro? Ana va, claro, a visitar a la madre pero va, sobre todo, a buscar su noche de aventura. Las circunstancias van a cambiar, los hoteles se van a modernizar, los hombres serán diferentes, habrá cosas buenas y malas. Y esa atención a la sexualidad le hará ver también la de su marido que ¿alguna vez le habrá sido infiel?
No hay casi otra cosa en este texto —el relato en sí tiene apenas 53 páginas— que esas idas a la isla y la búsqueda de un hombre que llene de ilusión y de pasión el viaje.
Ana no tiene uno de esos matrimonios monótonos y sin deseo. Se nota el paso de los años pero se ve entre ellos el amor y el fuego que no es que esté siempre prendido pero la leña tampoco está definitivamente mojada.
De eso va: de recreos pasionales, de escapadas que pueden salir bien o mal, que pueden ser gozosas y luego humillantes, que pueden tener una continuidad en la imaginación de los amantes o irse con el último suspiro, literalmente.
Al final —no lo voy a contar— Ana descubre un regalo de su madre, insospechado.
¿Es el García Márquez que podíamos añorar? En esta novela, no está el creador de mundos de Cien años de soledad ni el autor de una alegoría política de El otoño del patriarca ni el maestro de la estructura narrativa de Crónica de una muerte anunciada. No es el mago del realismo mágico quien escribe aquí, se trata más bien de una obra pequeña y realista, con escenas calientes, siempre bellas, y el temblor del deseo humano en sus distintas formas.
¿Ese texto era para desecharlo? Leelo —acá está el comienzo— y me decís.
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Hasta la próxima,
Patricia
Escrito por hiperactivafm
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