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Peter Rufai, emblemático arquero nigeriano y príncipe de una tribu de Idimu (una región de Lagos) que eligió dedicarse al fútbol antes que ser rey, falleció este jueves en su país a los 61 años de edad a causa de un paro cardiaco mientras descansaba en su residencia.
Rufai defendió a su país en los Mundiales de Estados Unidos 1994 y Francia 1998 y vistió las camisetas del Hércules y Deportivo La Coruña a finales de los años 90 procedente de las ligas de Bélgica y Portugal (Lokeren, Breven y Farense).
Era hijo del Rey Rufai de Idimu y, aunque no le gustaba hablar de su sangre azul, la prensa destacó pronto su procedencia que desvelaba que era el heredero al trono pese a no ser el mayor de sus ocho hermanos pero sí el elegido en la sucesión.
La muerte de su padre, en 1999, lo sorprendió mientras jugaba en el Deportivo. Rechazó sucederlo y perdió la oportunidad de subir al trono: “Nunca quise ser rey. Si lo aceptaba, no podría ser futbolista. Sé que hubiera tenido una buena vida, porque sabía cómo vivían mis padres. Pero eso no era para mí. No me hacía feliz. Lo que quería era el fútbol”, dijo en una entrevista de la época a The Irish Times.
“Perdí la oportunidad de ser rey por el fútbol. Perdí a mi padre pocos meses antes del Mundial de Francia 1998. Nunca me he arrepentido de haber renunciado a ese estatus, porque respeto profundamente mi carrera profesional”, dijo en una entrevista a The Sun Nigeria en 2018.
Rufai acabó su etapa en el Deportivo, volvió a Portugal para jugar en el Gil Vicente y en la temporada 1999/00 colgó los guantes. Dos décadas y media después, se fue para siempre el hombre que pudo reinar y que cambió un cetro por una vida bajo los palos para despejar balones.
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