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todaydiciembre 9, 2024
El economista Javier Milei cumple su primer aniversario como presidente de Argentina con altos niveles de popularidad y convertido en un nuevo e inesperado líder de la ultraderecha.
Cuando Milei asumió, abundaron los vaticinios pesimistas y las dudas sobre el tiempo que podría permanecer en el cargo, ya que era un personaje mediático que solo había ejercido un par de años como político «profesional».
Dirigentes, analistas y periodistas de todos los signos aseguraron que las crisis del presidente serían inmediatas, profundas y harían tambalear a su Gobierno, en un país acostumbrado a la inestabilidad política.
Pero nada de ello ocurrió. Un año más tarde, Milei supera el 50 % de aprobación después de aplicar un drástico ajuste del gasto público. Incluso ha logrado que varios de sus proyectos más polémicos sean avalados por un Congreso en el que no tiene mayorías parlamentarias, más el respaldo de gran parte de los gobernadores y el fortalecimiento de su partido, La Libertad Avanza.
La conducción y solidez política del mandatario ha sorprendido tanto como su llegada al poder.
Nada le ha hecho mella: ni el abrupto aumento de la pobreza, que pasó del 40,1 % al 52,9 % en tiempo récord; y de la indigencia, que se duplicó al pasar del 9,3 % al 18,1 %; ni los escandalosos despidos de ministros y funcionarios de primer nivel que ya suman decenas en tan poco tiempo. Tampoco lo minó la pelea con la vicepresidenta, Victoria Villarruel, con quien ya ni siquiera se habla, ni el descontento de algunos sectores que siguen encabezando protestas contra su Administración.
Los seguidores de Milei incluso justifican los insultos con los que el mandatario suele atacar a sus adversarios, con el argumento de que es su «estilo» y solo una cuestión de «formas».
Desde su campaña y a lo largo de su primer año de Gobierno el presidente argentino insistió en que el duro e histórico ajuste del gasto público lo pagaría «la casta«, es decir, la clase «privilegiada y corrupta».
Sin embargo, diversos estudios aseguran que la mayor parte del ajuste se basa en recortes a las jubilaciones y a las universidades públicas, mientras que implican la paralización de la obra pública.
Entre otras de sus promesas, Milei aseguró que dolarizaría la economía, cerraría el Banco Central, terminaría con las restricciones del mercado cambiario (conocidas como «cepo») y eliminaría los controles de precios desde el primer día de su Gobierno, además de que descalificó al peso como un «excremento» y ofreció cortarse un brazo antes que aumentar impuestos.
Un año más tarde, la economía no se dolarizó, el Banco Central se fortaleció, el «cepo» sigue tan vigente como los revisiones de precios y ahora Milei presume que el peso es la moneda que más se valorizó con respecto al dólar. Además, aumentó el impuesto a la compra de moneda y repuso el controvertido gravamen a las ganancias.
Algunas de sus contradicciones más destacadas se dan en el plano de la política exterior. El presidente prometió alinearse de manera incondicional con EE.UU. e Israel, lo que sí cumplió. Pero también advirtió que rompería relaciones comerciales con China y que jamás se reuniría con Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, a pesar de que ambos son socios estratégicos de Argentina.
La realidad y el pragmatismo se impusieron y en los últimos meses reforzó sus halagos a China, mientras que en la pasada Cumbre del G-20, que se realizó en Brasil, tuvo que firmar el documento que propuso Lula, el líder sudamericano que representa las antípodas ideológicas de Milei.
Aunque en algunos casos bajó el tono a peleas diplomáticas, en otros lo intensificó, como ocurrió con los presidentes de Colombia, Gustavo Petro; de Venezuela, Nicolás Maduro; de España, Pedro Sánchez; y el expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
En 2023, Argentina registró una inflación récord de 211,4 %. El incesante aumento del costo de vida generaba un clima de permanente incertidumbre económica y social.
Por eso, una de las promesas más importantes de Milei fue bajar la inflación, y cumplió. En los primeros 10 meses de 2024, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) acumula un 107 % que, si bien mantiene a Argentina como uno de los países más inflacionarios del mundo, representa una tendencia a la baja.
Lo mismo ocurre con el control del dólar. Hasta diciembre de 2023, y desde hace varios años, el confuso mercado cambiario del país contaba con múltiples cotizaciones, pero la comparación suele hacerse entre la brecha del precio entre el dólar oficial y el llamado «dólar blue», que se vende en el mercado ilegal.
El 10 de diciembre del año pasado, el día que asumió Milei, el dólar oficial valía 400 pesos y el ‘blue’, 990 pesos, es decir que la brecha era del 157 %. Hoy, en cambio, el dólar oficial se vende a 1.032 pesos y el blue, a 1.085. La diferencia ya es del 7 %.
La desaceleración inflacionaria y el control del mercado cambiario han frenado el remarcaje de precios y la fiebre por comprar «dólar blue», dos elementos que tensaban la economía argentina y que alimentaban el mal humor social.
A ello se suma un exitoso blanqueo de capitales, que también fue uno de los más permisivos a nivel mundial, pues los evasores de impuestos pudieron declarar sus dólares y cuentas en el exterior sin ningún tipo de penalidad. Ello permitió que ingresaran al sistema más de 20.000 millones de dólares, una cifra que superó las expectativas del propio Gobierno.
Estas medidas han permitido que el riesgo país se haya desplomado de 1.935 a 750 puntos en un año, lo que representa una mayor confianza en la capacidad de Argentina, lo que a su vez ha aumentado el valor de los bonos del país sudamericano. El sector financiero está obteniendo millonarias ganancias. Por eso, el Gobierno confía en que obtendrá un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Uno de los ejes del Gobierno de Milei es lo que él mismo ha denominado como «batalla cultural» y que se centra en aspectos ideológicos, como la supuesta ‘lucha contra un comunismo’, los «zurdos empobrecedores» y los progresismos.
En su arremetida discursiva contra «la agenda 2030«, el presidente también combate a los feminismos, las organizaciones de derechos humanos, migrantes, trabajadores de comedores populares y los colectivos de la diversidad sexual.
En contravía a su discurso contra «la casta», Milei ha incorporado a su Gobierno a algunos de los representantes históricos de los sectores más privilegiados del país, como el excandidato presidencial peronista Daniel Scioli; y a familiares del fallecido expresidente Carlos Menem (1989-1999), a quien considera «el mejor presidente de la historia».
En la otra acera, mantiene la pugna con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, su principal adversaria en el contexto de polarización política que predomina en Argentina. En paralelo, realiza numerosos viajes al extranjero que no han estado exentos de polémica porque muchos de ellos no tienen fines oficiales, sino con el objetivo de fortalecer su imagen.
Esa política de promoción también ha sido exitosa, ya que le ha permitido a Milei posicionarse como una sólida figura de la ultraderecha internacional, que ahora se prepara para enfrentar el desafío de las elecciones legislativas de 2025, o lo que es lo mismo, la antesala para su búsqueda de la reelección en 2027.
Escrito por hiperactivafm
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