«Lo bueno del resultado del referéndum es que a todos nos pone nerviosos, porque con cualquier error que cometamos, perdemos en 2024» dijo Manini Ríos apenas se conoció el resultado de las elecciones de marzo, y explicó magistralmente la sensación que quedó latente entre los dirigentes multicolores.
No pasó un mes todavía y la coalición ya cometió un grosero error que puede significarle un enorme costo político.
Por primera vez en la historia del departamento, se rechazará un millonario préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo, por falta de votos de la oposición.
Son 70 millones de dólares para saneamiento que se pierden por mezquindades políticas, dejando al país muy mal parado ante los organismos internacionales de crédito, que ven como se prioriza las maniobras políticas más bajas, por encima del bien público.
La «picardía» del Partido Nacional y sus acólitos, privará a los montevideanos de fondos que iban a ser destinados a saneamiento en algunos de los barrios más postergados de la ciudad, además de contribuir a desarrollar un plan de limpieza para crear una nueva realidad ambiental en el departamento.
Todo esto no significó nada para los líderes del oficialismo que dieron la orden de votar en bloque y cerrar el camino a la intendenta, sin pensar en el daño que se hace a los montevideanos.
«La coalición deja al departamento de Montevideo como rehén de sus especulaciones políticas priorizando la mirada hacia 2024 y postergando al departamento», aseguró el coordinador de la bancada del Frente Amplio en la Junta, Martín Nessi.
Ya lo habían intentado con Yamandú Orsi en Canelones y solo la decisión del edil blanco, Juan López, inmolándose en su propio partido a cambio de obras para su barrio, permitió lograr el voto decisivo para dar vía libre al fideicomiso.
Fue un gesto «imperdonable» que significó la expulsión de López del Partido Nacional en medio de duras amenazas. «Tengo miedo de aparecer boyando en el arroyo Las Piedras», confesó preocupado el dirigente, alertando su temor sobre métodos nunca vistos en la política uruguaya.
La estrategia multicolor, orquestada desde el Partido Nacional, bajó linealmente a los ediles que tenían la orden de trabar el crédito para que ni Orsi ni Cosse lograsen su objetivo de obtener recursos frescos para obras que den aire a sus gestiones.
Las excusas presentadas por la oposición departamental sonaban huecas ante la evidencia de la burda maniobra que se tejía. Primero pidieron más obras de saneamiento y menos de limpieza, después exigían una comisión que supervisara el uso de los fondos, más tarde ponían como condición que se reduzcan los gastos destinados a comunicación. Cuando la Intendencia acercaba una contrapropuesta cediendo posiciones, el discurso crítico volvía a renovarse, y otra vez a empezar.
La prórroga que solicitaron el 11 de febrero no sirvió para nada, porque nunca pensaron en ceder ni un centímetro para encontrar una solución que favorezca a la gente.
La decisión estuvo tomada desde el principio, no se podía facilitar a la intendenta la posibilidad de cumplir su objetivo de trabajar para mostrar una ciudad más limpia, no al menos mientras los blancos y sus socios pudieran evitarlo. Y lo hicieron.
El edil del Partido de la Gente que se convirtió inesperadamente en el voto decisivo. Tuvo su minuto de gloria, y emocionado por el insólito peso de su decisión, dejó de lado toda hipocresía y aceptó que lo único que realmente importaba en esta votación era cumplir el deseo del presidente. Absoluto sincericidio.
“Nosotros, por supuesto, somos blancos de toda la vida, estamos acá como bancada independiente, el tema es que nos debemos a la coalición de gobierno a la cual apoyamos y defendemos. Defendemos al señor presidente de la República desde siempre, lo hemos acompañado desde que era un proyecto. Entonces, queremos darle nuestra opinión a la bancada de nuestros compañeros primero, qué fue lo que decidimos”, comentó.
Laura Raffo luchaba por contener las lágrimas por la emoción de dejar sin crédito a Carolina Cosse, y sonreía a las cámaras buscando adjudicarse un triunfo inexistente, falsamente convencida tal vez, de que lo que no logró en las urnas, lo consiguió con una maniobra política.
Y Lacalle Pou, en un alto de su todavía inútil tarea por frenar el aumento de los precios, seguramente habrá festejado con su alfil, Álvaro Delgado, un supuesto «triunfo» político, el mismo día que se enteraba que su popularidad comenzaba a derrumbarse en las encuestas.
El futuro dirá si el vaticinio de Manini Ríos empieza a cumplirse a partir de hoy, y esta fuerte apuesta en contra de los vecinos de Montevideo, se convierte en el primer gran error político para que la coalición comience a despedirse.




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