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Noticias Nacionales

La exposición al frío y al calor extremos en la niñez puede afectar al desarrollo cerebral

todayjunio 12, 2024

Fondo


La exposición a
temperaturas extremas de frío y calor en los primeros años de vida, que ocurre
más entre niños de clases desfavorecidas, puede tener efectos en el desarrollo
de la materia blanca del cerebro, que es la encargada del intercambio de
información y comunicación entre diferentes áreas del mismo.

Así se desprende
de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona
(ISGlobal), centro español impulsado por la Fundación «la Caixa», en
el que se han realizado escáneres cerebrales a más de 2.600 preadolescentes
neerlandeses.

También han
participado el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), en
colaboración con el Erasmus University Medical Center Rotterdam (ERASMUS MC) y
el Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER), en áreas de Epidemiología
Salud Pública (CIBERESP) y Salud Mental (CIBERSAM).

Los resultados
del trabajo, publicado en la revista Nature Climate Change, han puesto de
manifiesto la vulnerabilidad de los niños, así como de los fetos cuando la
madre está embarazada, ante las temperaturas extremas, una situación agravada
por la actual situación de emergencia climática y la crisis energética de
familias vulnerables.

«La
exposición al frío y al calor puede afectar el bienestar mental y el
rendimiento cognitivo en menores, pero faltan estudios que evalúen los posibles
cambios en la estructura cerebral como resultado de estas exposiciones»,
afirmó Mònica Guxens, investigadora de ISGlobal, Erasmus MC y CIBERESP.

El equipo
dirigido por Guxens llegó a esta conclusión tras analizar la estructura de la
sustancia blanca en el cerebro de preadolescentes para identificar ventanas de
susceptibilidad a la exposición al frío y al calor en los primeros años de
vida.

El análisis
incluyó a 2.681 niños del Estudio Generación R, una cohorte de nacimiento de
Rotterdam (Países Bajos), que se sometieron a una resonancia magnética (IRM)
entre los nueve y doce años de edad.

El protocolo de
IRM evaluó la conectividad cerebral midiendo la magnitud y la dirección de la
difusión del agua en la sustancia blanca del cerebro.

En los cerebros
más maduros, el agua fluye más en una sola dirección, lo que da valores más
bajos para un marcador llamado difusividad media y valores más altos para otro
marcador llamado anisotropía fraccional.

Las conclusiones
fueron que la exposición al frío durante el embarazo y el primer año de vida y
la exposición al calor desde el nacimiento hasta los tres años de edad se
asociaron con una mayor difusividad media en la preadolescencia, lo cual apunta
a una maduración de la sustancia blanca más lenta.

«En estudios
previos, la alteración de este parámetro se ha relacionado con una peor función
cognitiva y con determinados problemas de salud mental», detalló Laura
Granés, investigadora del IDIBELL e ISGlobal y primera autora del estudio.

Por contra, los
investigadores no encontraron ninguna asociación entre la exposición a la
temperatura en los primeros años de vida y la anisotropía fraccional entre los
nueve y los doce años.

El equipo
científico sostiene que una posible explicación es que la difusividad media
puede ser un indicador más sólido de la maduración de la sustancia blanca en
comparación con la anisotropía fraccional.

Un análisis
estratificado por condiciones socioeconómicas ha revelado que los niños que
vivían en barrios más pobres eran más vulnerables a la exposición al frío y al
calor, diferencias que pueden estar relacionadas con las condiciones de la
vivienda y la pobreza energética.

Otros posibles
mecanismos mencionados en el estudio sobre el efecto de la temperatura ambiente
en el neurodesarrollo son una peor calidad del sueño, la alteración de las
funciones placentarias, la activación del eje hormonal que conduce a una mayor
producción de cortisol o los procesos inflamatorios.

EFE





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Escrito por hiperactivafm


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