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todaymarzo 17, 2024
Asistimos en Uruguay a una judicialización de la política en asuntos que fundamentalmente estaban en la órbita de determinadas gestiones, que podían llegar a tener visos de ilegalidad y terminaban en los estrados judiciales, representando más una operación política que una causa judicial justificada.
Advirtieron que cierta gente que no tiene nada que perder, por unos pocos pesos, se puede convertir en sicario y matar a personas.
¿Hay “sicarios” en el mundo de la política? ¿Cuánto cuesta dar un testimonio incriminatorio a espera de una recompensa pecuniaria mayor? ¿Todos los sectores y dirigentes políticos están dispuestos a perder, o ganar, en una contienda política leal que fue orgullo del Uruguay, espacios de poder?
La ardiente paciencia de Romina
Hay una Romina Celeste antes y después de Penadés; la anterior era la militante nacionalista, puntera del diputado Radiccioni que disputaba muros, trataba de chorra a Carolina Cosse, prometía limpiar Montevideo de comunistas y llegó a ser procesada por agredir a una funcionaria municipal en una actividad donde participó el actual presidente de Brasil.
Durante ese largo periplo de actividad virulenta de la militante trans, que se puede ubicar en la campaña del referéndum por la LUC hasta la denuncia contra Penadés, el Partido Nacional institucionalmente mantuvo un prolongado y profundo silencio.
Hace menos de un mes, Romina Celeste anunciaba desde sus redes (luego de declarar que dejaba el Partido Nacional) que volvía a las huestes blancas con la lista 2424 (que sería bien interesante saber quiénes la integran y si fue presentada en la Corte Electoral con el respaldo de autoridades del Partido Nacional), y lanzando la amenaza de que “el Frente Amplio se preparara”.
Tanto en el caso Penadés como en la actual denuncia, hay un estilo que Romina Celeste mantiene: maneja información con bastante tiempo y parece esperar el momento político oportuno para realizar sus denuncias.
Las características del carácter de Romina Celeste no coinciden con esa “ardiente paciencia” que ha demostrado, salvo que estemos ante la presencia de una nueva versión del Príncipe de Maquiavelo.
Hay elementos para suponer que hay un pequeño entorno (con manejo financiero, además) que controla y utiliza a la militante nacionalista para decidir el momento político más oportuno.
Romina Celeste demoró dos años para denunciar a Penadés luego de que lo reconociera como uno de sus antiguos clientes. Con los fallos de la Justicia a favor, hay un elemento que se escapa a la lectura apresurada de la opinión pública: el caso Penadés le dio la legitimidad ante la sociedad que Celeste no tenía previo a esa denuncia; con toda la responsabilidad que le cabe a Penadés, posiblemente haya sido un ensayo de lo que estaba por venir.
Más claro, sin lo de Penadés, la denuncia contra el precandidato frenteamplista hubiera sido tomada como una de las tantas excentricidades de la militante del Partido Nacional.
Sicariato
La primera denuncia en redes de Romina Celeste le da un contexto a la denuncia de fondo; exhibe videos donde una agrupación LGTB de Las Piedras recrimina al intendente Orsi por falta de compromiso con algunas ayudas aparentemente prometidas. Este reclamo del colectivo de Las Piedras se utiliza como argumento para descalificar a una ciudadana trans que hizo público su apoyo al precandidato frenteamplista.
Segundos después, con esa capacidad mediática aprendida (¿adiestrada?), expresa que maneja la información de hace un tiempo de lo denunciado.
Nuevamente, dice que hace un buen tiempo maneja y por los plazos que dice coincide con la denuncia a Penadés, que obtuvo la información de una situación acaecida en el 2014 que tuvo como protagonista al precandidato frenteamplista.
La versión dada por la trabajadora sexual trans y formalizada como denuncia penal en una seccional, allana el camino de la denuncia hacia su archivo.
No se trata ni de descalificar a la trabajadora ni por su oficio ni por su opción sexual, aunque es claro que para la media de la “cultura uruguaya”, de haber sido una trabajadora sexual mujer, las connotaciones también serían otras.
El relato de la trabajadora es verosímil y anécdotas parecidas en épocas de redes vamos a encontrar por doquier; lo que resulta poco convincente, salvo que posea una capacidad de observación y memoria privilegiada, es que recuerde casi diez años después al protagonista del suceso.
Hablamos de un hecho acaecido en una zona en penumbras, como el oficio del servicio sexual callejero lo requiere y, según su relato, claramente fue un cliente ocasional. No lo reconoció como un cliente habitual y por lo acaecido luego (los golpes) no lo volvió a ver, desde hace al menos diez años.
Trabajadoras sexuales con las que conversó Caras y Caretas dan una información “técnica” del oficio: del relato no queda claro si fue el único cliente de esa noche y cuántos clientes habitualmente atendía por jornada. Y en el desarrollo del servicio pedido, salvo características fisonómicas muy relevantes, el rostro es lo que menos se retiene y, sobre todo, si fue un cliente ocasional.
Convengamos que Orsi no tiene ninguna característica física que lo permita diferenciarse del típico veterano uruguayo de clase media, e incluso del estereotipo de algunos candidatos (sin ir más lejos, el propio Delgado), y para las trabajadoras consultadas, las chances de una confusión de personas son de casi un 100 %.
La trabajadora sexual dice hacer muy poco de que identificó a su agresor, un relato del tiempo transcurrido poco preciso del que dan más datos las declaraciones de Romina Celeste y que se incluyen dentro de esta estrategia de “esperar los momentos políticos oportunos”.
Barbarie 1, democracia 0
El silencio institucional del Partido Nacional resulta alarmante, amén de estar a estudio una posible expulsión de Romina Celeste, no por la denuncia contra Orsi, sino por acusaciones de consumo de drogas del presidente Lacalle y el senador Heber, y mencionamos al Partido Nacional por ser la fuerza política que prohijó, cobijó y algún sector financió a la militante nacionalista, pero otros actores políticos están reaccionando tarde, o especulando con el momento oportuno para pronunciarse.
La fortaleza de esta “campaña sucia” está en su naturalización, en aprovechar la atención que demandan los posibles usos de la Inteligencia Artificial, de los trolls y las fake news y pensar que el debate político se encuentra en “el barro”.
Peligroso, porque los beneficiarios de esta metodología no son ni siquiera Romina Celeste o la trabajadora denunciante; acá no se busca reparación moral ni tan siquiera pecuniaria, aunque se presente de ésta forma, sino desestabilizar las frágiles reglas de juego de la convivencia democrática.
Escrito por hiperactivafm
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