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Noticias Nacionales

Las dos bofetadas de Amelia Sanjurjo a la impunidad

todayjunio 2, 2024

Fondo


Su hallazgo fue la bofetada a tanto dato falso, al silencio blindado de los responsables y los mandos militares, a quienes obedecieron órdenes mancillando el sentido del honor y a cada uno que en su momento tuvo la posibilidad, la responsabilidad de al menos intentar que se supiera la verdad.

Es Amelia

La segunda bofetada fue a quienes quisieron borrar de la faz de la tierra, de “estar” entre nosotros, y de que ella fuera ella. En junio del año pasado, cuando los restos fueron hallados, denunciábamos desde estas páginas que el coronel (r) Carlos Silva, y presidente del Centro Militar, hacía circular este mensaje: «Los restos del batallón 14 fueron plantados (por la izquierda) y va a resultar que es la nuera del montonero Gelman, el resultado del ADN ya lo tienen arreglado; con la partida de defunción de la mujer pueden reclamar los 20 millones de dólares que están en Suiza, producto del secuestro de los hermanos Born. La culpa la tiene el cagón y traidor de Fregossi, que mandó sacar las cámaras que había para controlar que no nos cagaran”.

Nuestra denuncia no demoró en recibir respuesta y un nuevo mensaje circulaba por filas castrenses: «Grupo Viejos Camaradas. Por este medio viejos y nuevos retirados militares queremos brindar nuestro apoyo al coronel Carlos Silva Valiente, presidente del Centro Militar, el cual es objeto de un artero ataque del pasquín Caras y Caretas, por parte del comunista Ricardo Pose, y del aparato del PCU. Lamentablemente el traidor del Gral. Fregossi y sus cómplices, los Peaky Blinders del cocorota Mangini y de Carbajal, no sólo sacaron las cámaras que vigilaban a los mercenarios de los ‘izquierdos humanos’, sino que desarmaron totalmente a la inteligencia militar, como dijera un viejo servidor del área al que corrieron como un perro, esto es parte de la entrega y/o traición de estos lacayos. Ahora los zurdos plantaron unos huesos y van a decir que es la Gelman, para cobrar 20 o 40 millones de dólares depositados en Suiza del secuestro de los hermanos Born, además justo aparece antes de votar el proyecto de reparación de la víctimas de los tupas y comunistas, antes del 27 de junio y piden cerrar dos unidades como el 13 y 14. Este Fregossi es un traidor que entregó el Ejército destruido y le perjudicó la carrera a los jóvenes oficiales que se comen otra reforma de la caja, donde tienen que hacer hasta los 65 años y retirarse con una miseria. Por más que nos llegaron las grabaciones de las ‘charlas’ que dio el Gral. Ifrán, justificando esta reforma ante los jóvenes con mentiras, de que él habló con FIGURETTI García y que éste le prometió que en la reforma de la ley orgánica de las FF. AA. van a ascender sin concursar hasta jefe y que también habló con el presidente y que en la rendición de cuentas les van a dar un importante aumento de sueldo, para compensar. Puro verso, así dejaron el Ejército los Peaky Blinders estos para que el actual comandante tenga que remar en este espeso mar. Así que al presidente del Centro Militar y al comandante todo nuestro apoyo para salvar al Ejército, los retirados seguimos con la camiseta verde puesta».

La maniobra resultaba tan evidente que duró un suspiro y el camino hacia conocer la identidad siguió avanzando, no sin nuevas dificultades.

La militante

Amelia tenía 41 años, vivía en el barrio Colón de Montevideo y estaba embarazada de su primer hijo. Trabajaba como empleada en una editorial y militaba en el Partido Comunista del Uruguay.

El 2 de noviembre de 1977 fue secuestrada en la calle en un operativo de la OCOA. Su compañero y una amiga también fueron secuestrados en una ratonera que montaron en su casa, quienes reconocieron su voz en el centro de detención y tortura de La Tablada.

Otra secuestrada escuchó cómo en una ocasión la llevaban al baño y le insistían en que se parara, Amelia les respondía que ya no podía. A los días la llevaron nuevamente al piso donde estaba la sala de torturas e intentó resistirse, pero fue duramente golpeada. Su hermana Carmen declaró en 1985 ante la comisión parlamentaria que investigó la situación de los detenidos desaparecidos.

Como muy bien dice Ignacio Errandonea de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, en entrevista realizada por Caras y Caretas, “nuestros familiares estaban en el pueblo y peleaban por vivir un poco mejor. O sea que la aspiración que tenemos todos, no tener niños que se acuestan con la panza vacía, no tener gente durmiendo en la calle, eso era antes y es ahora, es la pelea de todos. Por lo tanto, nuestros familiares desaparecieron por esa pelea y no podemos dejar que quede eso impune porque, en definitiva, para los que pelean y los que seguimos peleando para que no haya niños pobres, para que no haya gente en la calle, para que el salario te alcance para comer todos los días, no podemos estar peleando con la amenaza de que te pueden hacer desaparecer impunemente”.

Los sobrinos de Amelia que viven en Europa definirán las condiciones en que sus restos hallaran la sepultura; es una decisión soberana de sus familiares y para el resto de la sociedad democrática queda la tarea de hallar a los responsables, porque lo que también apareció es el cuerpo del delito.

Base Roberto

El centro clandestino Base Roberto estaba ubicado en La Tablada. El organismo responsable era la División Ejército I (DEI) y funcionaba el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). Funcionó entre enero de 1977 y hasta 1983 inclusive. Constaba de un galpón de 20 metros de ancho por 30 metros de largo, con techo de zinc.

El piso estaba revestido de baldosas ocres y azules. En la planta baja se ubicaban las trece celdas, cuyas medidas eran aproximadamente de 2 por 3 metros. A la planta alta se accedía por una escalera doble, desembocando en un hall. Allí estaban ubicadas las habitaciones donde se realizaban los interrogatorios a los detenidos.

Al ingresar al predio, se recorría un trayecto en pendiente de pedregullo. A los presos se los hacía ingresar al recinto por una puerta chica ubicada a un costado de la casa.

En la planta baja estaban todas las celdas y calabozos que daban a un patio principal con un piso cubierto de baldosones rojos y amarillos, era el único lugar donde había luz natural que penetraba por una claraboya. Las paredes exteriores, “incluyendo la oficina del comandante”, tenían las ventanas tapiadas. Se ascendía al primer piso por una escalera ancha de mármol cuyas paredes tenían pajaritos pintados a relieve. En la planta alta existían diferentes piezas. En una se les sacaba fotos a los presos y se les hacía la ficha. En otras se torturaba; estaba la del “gancho”, en otra el “tacho” para el submarino, en otra se “picaneaba”, en todas había aislamiento para el sonido; además, había una habitación con un colchón donde tiraban a los presos que debían “reponerse”. En esta planta había cortinados de terciopelo rojo y una terraza exterior desde donde sólo se veía campo y algunos árboles a lo lejos.

Declaran testigos que “después de una marcha larga del camión, que fue recogiendo gente de distintos lados y haciendo esperas, nos llevaron al local que nosotros identificamos como ‘El infierno de La Tablada’. Era un local de aproximadamente treinta metros de largo por quince o veinte de ancho, que tenía en uno de sus lados cortos la puerta de entrada; que sus dos costados, o lados largos, tenían celdas; había trece celdas de alrededor de 2 metros de ancho. En algunas oportunidades estuve en alguna de ellas y estimo las dimensiones en dos metros por tres. En la pared opuesta a la que estaba la puerta por la que nos ingresaron, después de trasponer unos escalones, estaban los baños, lo que ellos llamaban la cocina y la escalera hacia el segundo piso, que era donde se practicaba la tortura. (…) Allí el personal que estaba era de civil y el régimen era de inmediata compartimentación, es decir, nos numeraban, nos colgaban del cuello un número que a su vez tenía rayas de colores que identificaban a los distintos departamentos o sectores que nos estaban interrogando. Había un color para los jóvenes, otro color para los sindicalistas, otro para los del aparato central del partido; supongo que también los había para los distintos equipos que nos interrogaban, porque en el transcurso de mi detención fui cambiado de color y de equipo de torturadores”.

Los desaparecidos de ese centro clandestino son Luis Eduardo Arigón Castel (14.06.1977), Óscar José Baliñas (21.06.1977), Oscar Tassino Asteazú (19.07.1977), Amelia Sanjurjo Casal (01.11.1977), Ricardo Alfonso Blanco Valiente (15.01.1978), Sebastián Félix Ortiz (16.09.1981), Antonio Omar Paitta Cardozo (21.09.1981) y Miguel Ángel Mato Fagián (29.01.1982).

Hora de la Justicia

El fiscal Ricardo Perciballe pedirá el desarchivo de la causa caratulada “Manera, Adrián denuncia por Amelia Sanjurjo”, pero seguramente también se revisarán las causas del año 1977 sobre denuncias del centro de reclusión de La Tablada.

El 17 de junio de 1985 su hermana Carmen declaró ante la Comisión Investigadora Parlamentaria Sobre Personas Desaparecidas y Hechos que lo Motivaron. Su relato fue breve y fue poco lo que pudo aportar, pero es uno de los registros de actuación oficial.

Uno de los testigos que declaró ante la Comisión es Carlos Aguilera, detenido en octubre de 1977 cuando volvía a su casa. Se abre la puerta, que generalmente lo hacía Amelia, y alguien imita su voz, por lo que Aguilera ingresa; ella no se encontraba en la misma y finalmente es detenida en su lugar de trabajo. El 3 de octubre de 2014 se investiga la ubicación de sus restos. (Información extraída de listado de Fiscalía de Corte).





Fuente

Escrito por hiperactivafm


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