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Noticias Nacionales

Los artistas no vienen a confirmar una lectura anterior, vienen a proponer una voz

todayjunio 27, 2025

Fondo


Una vez en clase dijiste que “Un artista es alguien que lee mal, alguien que desordena los signos”, ¿por qué te parece que ser artista es leer mal y qué relación encontrás entre esa forma de lectura y tu escritura?

Borges lee la Cábala y las religiones como si fueran novelas fantásticas, o sea, él lee un género fantástico en algo que no lo es una. Entonces es Piglia quien dice “Borges lee mal”, o sea, no es correcto leer la religión así, la funcionalidad de esos textos son otras. Sin embargo esa es la singularidad de Borges como artista, es que logra leer distinto.

El artista es aquel que se entrena para leer fuera del sentido común. Donde todos leemos de una manera, el artista lee de otra, y ahí está su singularidad. Lo que nos atrae de él es cómo habrá leído.

Leer mal no es un problema para el escritor. El problema sería no ser consciente de que uno está leyendo fuera de la norma. Leer mal es una posibilidad creativa, no es un problema creativo. Hay que tener conciencia de dónde está la norma, el sentido común, qué dice la academia en general. Pero después hay que hacer lo que uno pueda. Los artistas no vienen a confirmar una lectura anterior. Vienen a proponer una voz al mundo.

A veces narrás tu mito de origen en la dramaturgia desde la idea de la impostura, de que te sentías un impostor porque no escribías bien, pero que te diste cuenta de que sabías cómo hacer que pasen cosas en escena. ¿Cómo vivís esa cuestión de la impostura hoy y cuánto tiene que ver con lo que escribís ahora?

Cuando uno empieza, naturalmente se siente un impostor, y si, como en mi caso, a los 18, 19 años ganás premios, sentís que le robaste la plata a alguien en algún punto. Pero después hay otra sensación con la impostura, una mejor, que es la de no estar cómodo con uno mismo. Eso para un artista es sano. La sensación de que una obra sale bien y no resolviste nada, o de que te dan un premio y estas peor que antes porque ahora tenés que hacerlo mejor. Esa falta de postura cómoda es una cosa útil para la creación. Demanda un movimiento. ¿Cómo cada artista se posiciona incómodo frente a las cosas? Ese ejercicio está bueno.

Uno es un artista y a su vez hay una parte de uno que no lo es, que está sospechando siempre de sí mismo y está esperando el final. El final sería el día en que todos se den cuenta de que no eras tan bueno. Ese miedo funciona. Yo creo que lo importante es que sirva, pero que no lo tome todo. Que no guíe, que no motive el trabajo, porque es terrible vivir así. He aprendido a disfrutarlo, he aprendido a disfrutarme, hasta a reírme de mí mismo de lo mal que paso escribiendo una obra, sintiendo que la voy a escribir mal. Me divierto.

La experiencia te da una serena confianza y una serena seguridad. En el mejor de los casos, te da confianza. Y como dice Levón, cuando hacés una obra hay que pensar en la que va a venir, no en la que estás haciendo. Uno siempre está trabajando con la obra concreta, pero también uno está escribiendo capítulos de una obra más larga, en la que uno, para bien o para mal, es protagonista, y por eso querés que tenga escenas interesantes. Cuando lo pienso así, me calma bastante.

Como director desarrollaste una forma de actuación particular para decir tus textos, llevás a los distintos actores y actrices de tus obras a un lugar de intensidad física y vocal muy característico. ¿Qué es dirigir para vos?, ¿cuánto tiene de poner en escena una hipótesis de lectura o de escucha?

Tiene que ver mucho con la escucha. Yo me he dado cuenta de que tiene que ver, por ende, con la palabra y con la actuación oral dicha. A mí me encanta que los personajes hablen y que la voz matrice la actuación, que el verbo produzca acción, como en la liturgia. Primero fue el verbo y después viene la acción.

Necesito que esa palabra del actor y de la actriz sean intensos y fuertes en general, por mecanismos misteriosos, personales, que deben ser también signos de la época. No llego a eso por la reflexión profunda, por el trabajo tranquilo, de menos a más. Yo trabajo al revés con los equipos. Digo “pongan todo fuerte y rápido y vamos a ir descendiendo hasta encontrar el tamaño, la talla”.

Tengo una parte donde dibujo mucho y en dibujo he aprendido que cuando uno dibuja quiere dibujar bien de una, ¿no?, y saber hacer eso es muy difícil. Pero hay una parte del aprendizaje que se puede hacer sacando, no poniendo. Vos ponés líneas y después aprendés a ver dónde están las líneas correctas y a resaltar esas y a borrar las otras. Entonces, para mí, es mucho más fácil sacar del escenario, calmar, apagar voces que estar imaginándome lo que tiene que haber. En teatro también pido que pongan todo, y después en todo caso corto algo o pido que lo hagan más bajo. Me resulta mejor eso que estar todo el tiempo imaginándome una intensidad o un ritmo al que todavía no se llegó.

En una entrevista dijiste que “El sistema es horrible, pero es valioso también. Entonces vos tenés que tratar de hacerlo cada vez más valioso y menos horrible, esa es tu contribución”. ¿Por qué te resultó necesario implicarte en el sistema y qué es lo que te gusta de hacer que las cosas pasen desde la gestión pública? ¿Cuánto contaminó ese trabajo tus procesos creativos como artista?

Supongo que tiene que ver mucho con el teatro. En el teatro hacemos eso, hacemos que las cosas pasen con todo en contra a veces. El sistema está en contra de que hagas teatro, no hay plata, no te podés dedicar a ello, es difícil. Ahora, el teatro, a pesar de todo esto, se hace todo el tiempo, ¿no? Somos expertos. Yo creo que por eso hay tanta gente de teatro en la gestión pública, porque estamos muy acostumbrados a trabajar en la nada y, sin embargo, hacemos, no hacer no es excusa. Yo me entreno todavía en esa pasión por hacer. A mí no me interesa tanto ocupar cargos o ser el director de tal lugar para siempre.

Tengo una pasión por el hacer y creo que hay otra gente que se tiene que encargar de sostener esos procesos, que uno tiene que hacer de una manera responsable para que eso sea sostenible en el futuro.

Las personas y los individuos tienen singularidades, tienen intensidades, pero no salvan ni destruyen a nadie. Nadie es tan malo ni tan bueno en ese sentido. A veces es más fácil explicarlo así, pero si una institución es destruida por alguien, esa institución tenía problemas. Y lo mismo, si viene alguien y eleva una institución, es porque esa institución tenía cosas muy valiosas. Creo que antes que salvar o decir “qué bueno lo que hizo tal persona”, hay que ver qué fortalezas había en esa institución, que pueden seguir más allá de esa persona.

Estás ensayando “Ay, la miseria nos hará felices”, la quinta obra de la pentalogía que también componen Uz, Or, Ex e If. Hay algo de la pentalogía que propone una radiografía de la sociedad uruguaya, resignificada con elementos fantásticos y de ciencia ficción. ¿Cómo fue cambiando tu perspectiva de la sociedad en este tiempo en que fuiste escribiendo las obras?, ¿de qué nos viene a hablar “Ay” en este momento?

Yo empecé una pentalogía sin saber que era una pentalogía, cuando escribí hace 20 años ya, en 2005, “Uz, el pueblo”. Son tragicomedias, pero muchas son comedias. Yo quería terminar la pentalogía como la había empezado en “Uz”. Quería hacer una comedia muy pura, que fuera de diversión.

Después están los elementos fantásticos. En “Or” eran los aliens, en “Ex” la máquina del tiempo, en “If” eran los vampiros, y durante mucho tiempo no me aparecía el elemento fantástico de la quinta parte. Hasta que hace un par de años nació esa idea con la que empecé a fantasear, que primero fueron los robots, pero después todo se conjugó con la cuestión de la inteligencia artificial, y esta idea de que viene a suplantarnos. Que va a suplantar a los actores, y que hay un día donde los actores ya no van a actuar, y vos te vas a encontrar con alguien y vas a tener un diálogo tipo “él era actor cuando los que actuaban eran humanos / ¿Y lo hacía bien? / No, la inteligencia artificial lo hace mucho mejor, pero bueno, antes eran humanos”.

Esta idea me empezó a entusiasmar por muchos lados. Que te suplanten implica perder tu lugar en el mundo. Aunque ese lugar que tenías no fuera muy bueno, era el tuyo.

Y una vez más está la oportunidad de trabajar con actores y actrices que admiro. Lo voy a estrenar en Barcelona, en octubre, con cuatro actores increíbles, y el elenco con el que la vamos a estrenar acá en Uruguay el año que viene también es impresionante. Dahiana Méndez, Rogelio Gracia, Margarita Musto y Levón. Con esos cuatro lo único que tengo que hacer yo es no arruinarlos con la obra.

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Dijiste que la libertad no es no tener problemas porque problemas tenemos todos, que la libertad es elegir los problemas que se quiere tener. ¿Sigue siendo eso para vos la libertad? ¿Cómo la estás viviendo ahora? ¿Cómo ves la libertad actualmente en relación con lo que está pasando en el mundo y las otras connotaciones que tiene esa palabra?

Poder elegir los problemas es un privilegio. Mucha gente no los puede elegir. Entonces a veces no somos conscientes del privilegio que tenemos, cuando nos estamos metiendo en un lugar y eligiendo tener esos problemas y no otros. A veces uno elige su futuro en relación con las mejores posibilidades, pero también se puede pensarlo al revés: “si hago esto, ¿qué es lo peor que puede pasar?” Y también hacer a pesar de eso. Yo no digo que elijas en función de lo peor porque es una mirada pesimista, pero amigarse con la posibilidad del fracaso en lo que hagas me parece que es bueno. Y a veces he hecho cosas porque no me perdonaba el no intentar algo.

El mito del artista nos hace hacer cosas, la gente dice “Ay, haces teatro, qué lindo”. Hay pilas de cosas horribles de hacer teatro. Pero bueno, el mito es verdad también. El mito de la vida dedicada a temas importantes, a encontrarse con el público, ser reconocido, de repente poder vivir de lo que a uno le gusta, eso es verdad. Ahora, no es solo eso, ¿no? Uno se tiene que amigar con toda la otra parte que no viene en el mito, y que la historia cuenta igual. Lo que hacés no le gusta a todo el mundo, a mucha gente le molesta lo que haces, otros creen que estás interesado en intereses espurios y no en el arte, hay gente que preferiría que tus obras no se hicieran. Todo eso es parte y tenés que tenerlo presente porque si no vivís un poco engañado. En este sentido soy un hiper privilegiado. Puedo vivir del teatro, que en Uruguay es muy difícil, medianamente a la gente le interesa lo que hago, me llaman de afuera. Hay pila de cosas que son privilegios de los cuales yo me he sabido aprovechar.

Tengo una situación de privilegio por ser un varón, cis, heterosexual, que nació en el centro de Montevideo. Y trato de responder a esos privilegios. Primero haciendo muy bien lo que hago. Segundo, tratando de no ocupar espacios que no son para mí. Y tercero, dando oportunidades que yo no tuve.

Mucho de lo que hago vinculado a la gestión pública tiene que ver con ofrecer algo de lo que sé que va a dar mejores oportunidades a otros. No es altruista, para mí es obligatorio porque yo tuve privilegios y tengo que transformar esos privilegios en oportunidades para los demás. Me parece que es así como funciona el mundo del que pretendo participar.

El mundo que yo no pretendo dice “todo lo que me pasó me lo merezco”. Eso me parece espantoso, es un mundo del que yo no solo no quiero ser parte. Seguramente a veces participe, pero son las partes que me avergüenzan de mí mismo, no las partes que me enorgullecen.

¿Qué es la belleza para vos?, ¿cómo te vinculás con la belleza en tus procesos creativos?

La belleza tiene algo de doloroso.

No hay nada más doloroso que ver a alguien muy hermoso y saber que uno nunca va a ser así de hermoso, que nunca va a compartir la intensidad de vida que quisiera compartir con ese ser. Y eso se transmite, es en la persona, a veces es en los procesos hermosos, a veces es en los paisajes.

La belleza tiene una parte de saber que es rara y que uno no puede más que intentando. Después tiene toda otra parte que tiene que ver con la capacidad que tenemos de poner armonía en el mundo.

La belleza no es la moda o lo que alguien dice que es bello, la belleza es encontrar armonía en el otro. Yo prefiero mantener la idea de que si estamos mejor juntos que separados, somos mejores personas, hacemos mejor a los demás. Ahí hay una armonía funcionando.

Además, las bellezas más sorprendentes son con los peores instrumentos y en las peores situaciones. Si vos tenés los mejores instrumentos y los mejores músicos, estás obligado a sonar, eso tiene que romperla. Ahí tu rango de sorpresa y de belleza para mí se achica, porque tiene que ser bueno. Ahora, cuando vos no tenés los elementos, nadie espera mucho de vos, y de repente suena algo, es como un eureka. Sentís que el infierno cambió y salió el sol. Entonces, eso tiene que ver también con saber dónde buscarla.

El otro día compartiste un posteo de Lucrecia Martel que dice que nos toca inventar el futuro próximo. ¿Con qué ideas te gustaría empezar a inventar el futuro que viene?

Hay una parte de los problemas nuestros que me duele, pero hay otra que me divierte. Lo tontos que somos, cómo tropezamos una y otra vez con lo mismo. Y esa diversión me lo vuelve soportable, porque si no el problema se vuelve muy solemne y muy pesado.

Pero el arte puede relativizar. Sigue siendo un trabajo como de bufón, ¿no? Reírse de la autoridad, relativizar las reglas. Ese trabajo se puede hacer porque el bufón no es el rey, nosotros nos podemos permitir esa risa porque no somos la autoridad.

Todos reconocemos que las cosas están mal, que hay una vuelta de cosas peores, pero nosotros tenemos que imaginar un mundo mejor, y no puede ser el que ya hicimos porque el que ya hicimos produjo este.

Creo que nosotros somos la primera resistencia para los cambios que exigimos. Estoy bastante convencido de eso, nosotros exigimos cosas, pero cuando eso golpea nuestra casa y llega nuestro momento de dar, queremos ser la excepción. Entonces hay cambios que tienen que empezar en casa, como se dice.

Es como la obra de teatro, ¿viste? Hay que tratar de que te dé la mejor luz en el mejor momento, y que ese día el público te escuche y vos estés en un día inspirado. Y eso es un ejercicio que implica hacerlo todos los días, y construir el mundo una y otra vez. Y por eso la gente de teatro a veces participamos más, porque estamos muy entrenados en eso.





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Escrito por hiperactivafm


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