Los nacimientos
prematuros son actualmente la principal causa de mortalidad infantil y están
detrás de uno de cada cinco decesos ocurrido antes del quinto año de vida,
según datos divulgados hoy por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a
partir de un informe elaborado junto a otras entidades que trabajan en favor de
mujeres y niños.

Según las
estimaciones más recientes, las tasas de nacimientos prematuros (antes de las
37 semanas de embarazo) no han cambiado en ninguna región del mundo en la
última década, con 13,4 millones de bebés nacidos antes de término en el mundo
en 2020 (último año con cifras completas y fiables).

De ellos, casi un
millón murieron por complicaciones, lo que representa uno de cada diez bebés
prematuros, pero la trágica cifra se concentra en países pobres, donde solo uno
de cada diez sobrevive, mientra que en un país rico la tasa se invierte a nueve
de cada diez.

Según el informe,
esto «está impidiendo avanzar en la mejora de la salud y la supervivencia
de los niños», que aunque logren superar el momento crítico de un
nacimiento prematuro, pueden sufrir secuelas de por vida, incluyendo una mayor
probabilidad de discapacidad y retrasos en el desarrollo.

Lo que queda
claro de los datos es que «el lugar donde nacen los bebés determina si
sobreviven» y esto no sólo entre países, sino entre áreas dentro de un
mismo país, desiguales por razones de raza, etnia, ingresos o acceso a una
atención sanitaria de calidad.

Los nacimientos
prematuros también son un riesgo para las madres y los factores principales son
el embarazo en la adolescencia y la preeclampsia (presión arterial alta de la
embarazada), aunque cada vez más los daños medioambientales desempeñan un papel
mayor, como también los efectos de conflictos y el aumento del coste de la
vida.

El informe se ha
publicado coincidiendo con la celebración en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) de una
conferencia internacional dedicada a la salud materna y del recién nacido.

EFE





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