Los crecientes precios del gas natural se están propagando por los mercados energéticos mundiales y otros sectores económicos, desde las fábricas hasta los servicios públicos.
El precio del transporte marítimo ha subido hasta 500% en algunas rutas.
Qué es la inflación
Según el diccionario de Merriam-Webster, el diccionario en línea más confiable de Estados Unidos (EEUU) para definiciones, significados y pronunciación de palabras en inglés desde 1828, es un aumento continuo en el nivel general de precios generalmente atribuido a un aumento en el volumen de dinero y crédito en relación con los bienes y servicios disponibles.
Si nos dejamos llevar por esta definición, el problema es que hay mucho dinero circulando.
Sin embargo, la causa de la inflación es más bien la escasez por poca oferta. Eso es lo que está sucediendo en el mundo con el petróleo y el transporte marítimo, por ejemplo, y ello lleva al aumento de los precios de la mayor parte de los productos y servicios.
La inflación es regresiva (es decir, afecta relativamente más a los sectores con menos recursos que a los de mayores recursos) ya que los sectores con menos recursos usan relativamente más el dinero en efectivo que los sectores con más recursos, y tienen menos instrumentos financieros para cubrirse de la inflación. Por otro lado, los sectores con más recursos tienen acceso a más instrumentos financieros (como depósitos que se reajustan con la inflación) y con estos pueden protegerse mejor de la pérdida del poder adquisitivo que produce la inflación.
Por lo tanto, los ricos van a ser más ricos y los pobres más pobres con la inflación.
Hoy en día, la mayoría de las corrientes económicas están a favor de una tasa pequeña y estable de inflación. Una inflación pequeña (en vez de nula o negativa) puede reducir la severidad de las recesiones económicas al permitir que el mercado laboral pueda adaptarse más rápidamente en una crisis.
Oferta controlada
Ahora, millones de automovilistas notan la diferencia en su bolsillo.
Según los expertos, la situación actual incluye no solamente factores tradicionales, como la actuación de los países de la OPEP o coyunturales, como la pandemia de covid-19, sino también toda una nueva estrategia de las empresas productoras de petróleo de esquisto (shale oil) en EEUU.
En 2020 hubo una gran vinculación entre el embate global de la covid-19 con el colapso de los precios del crudo, este año la recuperación de ese colapso ha influido tanto en la demanda como en la oferta de petróleo.
“Ese es el principal factor. Por el lado de la demanda, estamos viendo una reactivación de la economía y de la movilidad tras el impacto de la covid-19, por lo que luego de haber vivido el año pasado la mayor caída registrada en la demanda de petróleo, este año probablemente registraremos el mayor incremento que hayamos visto”, señaló Mark Finley, investigador especializado en energía y petróleo del Centro de Estudios de Energía del Instituto Baker de la Universidad de Rice, a BBC Mundo.
La OPEP, Rusia y otros productores mantienen un acuerdo para ir incrementando la oferta de forma progresiva -agregando cada mes unos US$ 400.000 barriles diarios adicionales-, con miras a eliminar completamente a finales de 2020 los recortes de producción que aplicaron para hacer frente a la caída de la demanda por la pandemia.
Estos aumentos, sin embargo, no son automáticos pues cada mes se reúnen para valorar el mercado y decidir su aplicación.
Un elemento novedoso que ha contribuido al aumento del precio del crudo es la contención que han mostrado los productores de petróleo en EEUU.
Se trata de una estrategia inusual para unas empresas que solían lanzarse a aumentar la producción cada vez que los precios del crudo eran favorables.
Los productores de petróleo en Estados Unidos mantienen limitada la extracción de crudo.
EEUU tiene una gran capacidad de aumentar su producción con rapidez por medio de la explotación del petróleo de esquisto, cuyos pozos pueden estar operativos en un plazo breve y que no requiere de grandes inversiones a largo plazo.
En la actualidad, en torno a 65% de la producción de Estados Unidos es petróleo de esquisto, de acuerdo con cifras de la Administración de Energía de ese país.
“Se debe fundamentalmente a los inversores”, dice Mark Finley.
“Durante 10 años estas compañías han crecido rápidamente, pero sin entregar mucho dinero a sus inversores, quienes ahora se han vuelto más cautos y han exigido que en lugar de reinvertir las ganancias en abrir más pozos e incrementar la producción, las empresas usen los recursos de manera más astuta y así puedan devolverles ganancias”, explica.
Muchas empresas petroleras estadounidenses sufrieron grandes pérdidas con el desplome de los precios del crudo en 2020.
El frenazo económico que causó la pandemia de coronavirus afectó duramente a muchas empresas petroleras en Estados Unidos, donde el crudo WTI llegó a cotizarse brevemente en términos negativos. Es decir, que las empresas dueñas del petróleo tenían que pagar a otras para que se hicieran cargo de este y así no tener que almacenarlo.
“Eso no había ocurrido nunca antes y es, en parte, responsable de la precaución [en el mercado]. Creo que esto sí tuvo un impacto. Puede ser una de las razones por las cuales los inversionistas han cambiado su actitud de una forma tan dramática acerca de cómo quieren que operen estas empresas petroleras”, apuntó Finley.
“La ironía es que con esta estrategia, la industria del petróleo de esquisto en EEUU probablemente obtenga este año los mejores resultados financieros de su historia”, agregó.
Así, la contención en la producción no solamente está beneficiando a los países de la OPEP y sus aliados, sino también a las empresas estadounidenses.
Problemas en la cadena de suministros
Los problemas en la cadena de suministros y el aumento de los precios de las materias primas están derivando en una relativa escasez de cierto tipo de productos que está alimentando presiones inflacionarias, a lo que ahora se suma el incremento del precio del crudo.
El aumento en el precio del petróleo contribuye a una subida en la inflación ya que el petróleo es una materia prima para muchos productos, principalmente la gasolina y el diésel, que es un combustible para transporte, pero que también se usa en muchos casos combustible para generación de electricidad.
Además, el petróleo también es un insumo para la industria petroquímica, donde se usa en la fabricación de plásticos y otros productos.
Los productores y transportistas necesitan recuperar esos mayores costos para seguir manteniendo sus márgenes de ganancia y así poder sustentar la permanencia de su propio negocio.
Los expertos consideran que el valor del barril de crudo seguirá subiendo o, al menos, no baje de forma sustancial de sus niveles actuales hasta fin de año.
La expectativa es que estos precios vuelvan a niveles más normales a principios del próximo año cuando la demanda de calefacción disminuya y los suministros se ajusten.
El severo frío invernal y el calor del verano en el hemisferio norte impulsaron la demanda de calefacción y refrigeración.
Sin embargo, si los precios se mantienen altos como lo han estado, esto podría comenzar a ser un lastre para el crecimiento global.
La recuperación de la economía luego del impacto de la pandemia de la covid se están manifestando con un crecimiento bastante sostenido en la mayoría de los países del mundo, que como estamos viendo ahora se traduce en aumento del consumo de energía y combustibles, lo que significa una mayor demanda de petróleo. Pero la producción no necesariamente se va a incrementar al mismo ritmo.
Por otro lado, la estrategia de la OPEP y de otros países para mantener limitada la producción de crudo, hay otro factor que está limitando la producción: el hecho de que muchas empresas petroleras están invirtiendo menos en petróleo, con miras a hacerlo en la producción de energías o combustibles renovables como parte de la lucha global contra el calentamiento global y el cambio climático.
Cada vez más empresas están reorientando sus inversiones hacia la energía no fósil.
Empresas como Shell, Total o BP o estadounidenses como Chevron y ExxonMobil, intentan destinar más recursos hacia nuevas formas de energía y reducir las emisiones de dióxido de carbono de sus operaciones
Además del aumento del precio del crudo se produce en un contexto de un incremento también del costo del carbón y de la electricidad en muchos lugares.
Pero aún el 85% de la demanda energética mundial está basada en energías fósiles.
Si bien el carbón puede ayudar a compensar la escasez de gas natural, algunos de esos suministros también se ven interrumpidos. Los factores logísticos y relacionados con el clima han paralizado la producción desde Australia hasta Sudáfrica, mientras que la producción de carbón en China, el mayor productor y consumidor del mundo, ha caído en medio de objetivos de emisiones que desincentivan el uso y la producción de carbón a favor de las energías renovables o el gas.
De hecho, las reservas de carbón de China se encuentran en mínimos históricos, lo que aumenta la amenaza de escasez de suministro de combustible en invierno para las centrales eléctricas. Y en Europa, el almacenamiento de gas natural está por debajo del promedio antes del invierno, lo que agrega el riesgo de más aumentos de precios a medida que las empresas de servicios públicos compiten por recursos escasos antes de la llegada del clima frío.
“Hay algo que sí quedó claro de la experiencia de la covid-19. El año pasado vimos la mayor caída en las emisiones de CO2 de la historia, pero nadie quiere repetir esa experiencia porque fue impulsada por la mayor caída de la economía mundial desde la II Guerra Mundial. Esa no es la forma de reducir el CO2″, concluyó Finley.
Escasez
En China, la escasez está afectando casi a todos los productos, desde papel, alimentos, textiles y juguetes, hasta chips para los iPhones, explicó Michal Meidan, investigadora del Instituto Oxford de Estudios Energéticos.
En EEUU, En Navidad, “habrá cosas que la gente no podrá conseguir”, advirtió un funcionario de la Casa Blanca.
Los inventarios de juguetes se verán afectados, al igual que los productos básicos como el papel higiénico, el agua embotellada, la ropa nueva y la comida para mascotas.
Parte del problema es un cuello de botella en los puertos estadounidenses. Cuatro de cada 10 contenedores que ingresan a EEUU. lo hacen a través de solo dos puertos: Los Ángeles y Long Beach, en California.
Muchos barcos se ven obligados a hacer fila a la espera de poder descargar sus contenedores.
Ambos puertos ahora operan 24 horas por día, siete días a la semana, para tratar de aliviar las presiones logísticas.
En India, el mayor fabricante de automóviles, Maruti Suzuki, ha visto caer en picado su producción, en parte debido a la escasez mundial de semiconductores.
Los chips gestionan funciones como el suministro del motor y el frenado de emergencia. Su escasez está siendo impulsada por problemas relacionados con los efectos de la pandemia en países como Japón y Corea del Sur.
La situación se volvió más crítica, dado que la demanda mundial de chips, que también se utilizan en teléfonos y computadoras, ya estaba aumentando desde antes del inicio de la pandemia, por cuestiones relacionadas con la adopción de la tecnología 5G.
Adicionalmene, el cambio al teletrabajo, como consecuencia de la propagación del virus, provocó un fuerte aumento de la demanda por semiconductores, ya que los empleados necesitan computadoras portátiles o cámaras web para trabajar.
En Nigeria, escasea el gas licuado de petróleo (GLP), que se utiliza principalmente para cocinar y es importado.
Esto ocurre a pesar de que el país tiene las mayores reservas de gas natural de África.
El precio del GLP subió casi un 60% entre abril y julio, un aumento que ha dejado a muchos nigerianos sin posibilidades de comprar el producto.
Como resultado, los hogares y las empresas recurrieron al carbón o la leña para cocinar.
En América Latina, si bien la situación es diferente en cada país, se repite el retraso en la entrega de productos a los consumidores y aumento de precios, sobre todo en computadores, celulares, electrodomésticos y autos.
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