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Noticias Nacionales

Martín Bueno, el uruguayo que brilla en Oceanía tras pasarla muy mal en otros continentes

todaymayo 4, 2025

Fondo


Por Gonzalo de León

Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia (RAE), “resiliencia” es “la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. Y esa palabra, así como su definición, calza justo con el protagonista de la historia de hoy.

Martín Bueno es un futbolista uruguayo de 33 años oriundo de San José de Carrasco, en Ciudad de la Costa, que hoy vive un gran presente en el fútbol de Oceanía, pero que durante su carrera tuvo que pasar por momentos muy tensos que casi lo llevan a retirarse prematuramente.

Hizo baby fútbol en el club City Park hasta la categoría sub-14 de Liga Universitaria, pero luego de eso se tomó “un tiempito”, y el fútbol pasó a ser una “diversión”. Aprovechó para “disfrutar de los cumpleaños de 15”.

“No me vicié tanto y eso me permitió disfrutar más de grande”, aseguró en diálogo con FútbolUy.

Luego de eso, fue a probarse en Basáñez con 16 años: “Apenas llegué, me ficharon y jugué. A la semana siguiente ya estaba entrenando con Primera”. El club en ese momento estaba en la B, pero por no pagar lo descendieron a la C y debutó en esa divisional al año siguiente. Bueno metió un gol
en el histórico 15-0 sobre Albion en 2009.

“Me quedé jugando en la Cuarta con la promesa de que al año siguiente iba a jugar en Primera. No me dejaron ir a otros equipos; Peñarol me dijo de entrenar con ellos, pero Basáñez me mantuvo. Pasó un año y volvió a pasar exactamente lo mismo”, relató sobre lo vivido en aquel entonces.

Aprovechó esa situación para terminar el liceo. Cuando logró eso, viajó a Italia junto a su madre de paseo y, de pasada, se probó en un equipo de la Quinta División. “Quedé, pero no me convenía lo que me habían ofrecido”, contó.

Conociendo el mundo

Luego de todo lo que ya le había sucedido, fue a México a través de su representante para hacer la pretemporada con la Primera de Puebla, pero lo tenían que fichar como extranjero y “era muy chico”.

“Me ofrecieron irme a la sub-20, pero era todo demasiado amateur”, por lo que volvió a Uruguay y fichó por Rampla Juniors, donde salió goleador de Tercera: “Me subieron a Primera, pero trajeron 70 delanteros más grandes y no me dieron la oportunidad”.

Después de su paso por el Picapiedra, jugó en Plaza Colonia, Cerro Largo, Atenas de San Carlos y Cerrito, para luego volver a dar el salto al exterior.

Llegó a Alacranes de Durango, del ascenso mexicano, equipo en el que le fue “medianamente bien”. “En el Apertura iba a gol anotado por partido jugado, pero luego pasó algo extraño. Me querían varios equipos y en el campeonato de vuelta no jugué nunca más”, recordó.

Y ahondó: “En ese momento desconfiaba de mí, pero años después hablé con mi representante de ese momento y me dijo: ‘Nos vinieron a pedir una plata para que siguieras jugando porque te ibas a ir gratis y había muchos equipos interesados en vos’. No pudieron pagar y no jugué más”.

“Pasé de meter goles a casi no jugar, entonces se empezó a complicar todo, ya te miraban diferente. Ya casi no me ofrecían nada y terminé yendo a Estados Unidos [a Anahuac FC] a una liga no tan profesional, pero volví a divertirme y enamorarme del fútbol”, expresó sobre el siguiente paso que dio.

Martín Bueno jugando para Alacranes de Durango de México. Foto: Instagram @tinbueno

Martín Bueno jugando para Alacranes de Durango de México. Foto: Instagram @tinbueno

Al tener pasaporte italiano, luego de tan solo un par de meses en Anahuac, se marchó en 2017 al ASD Gallico del ascenso profundo de Italia: “Cuanto más abajo jugás, peor es. Las canchas son espantosas, de tierra, o sintéticos destruidos. Los clubes no tienen gente preparada; yo me
lesioné y me apuraban para recuperarme”.

“Venían a golpearme la puerta de la casa para decirme que tenía que jugar porque estábamos peleando el descenso. No me pagaban nada, ni lo que teníamos acordado, que era la comida”, comentó, y aseguró: “Era una zona de Italia complicada [Calabria], con gente complicada”.

“Me desgarré como cinco veces y te ponen a la gente en contra. Terminé con problemas de vestuario, teniéndome que defender de los italianos. Me podía haber retirado perfectamente porque pasé momentos horribles”, aseveró.

“Me fui a los 18 años de casa y prometí que al cumpleaños de 15 de mi hermana [él es 11 años mayor] iba a ir sí o sí. Unos días antes me quebré el quinto metatarsiano y no me ayudaron con nada; me dieron un bastón y así me fui con dos valijas. No podía caminar, no tenía ni yeso”, destacó.

Cambió su vida para siempre

Después de haber vivido esa terrible situación en Italia, decidió darle un giro de 180 grados a su vida.

Un amigo de un compañero de trabajo de su padre jugaba en Nueva Zelanda, lo que le llamó la atención: “Lo contacté porque siempre me interesó. Muchos amigos se fueron a los 18 a trabajar”.

“Hablé con un equipo que me ofrecía, además de jugar, trabajo, auto y casa. Pero 10 días antes de que despegara el avión, no me respondían los mails”, dijo, y agregó: “No pudieron registrar al equipo y me ofrecieron una prueba en Napier City Rovers”.

“No les dije nada a mis padres; lo peor que me podía pasar es quedarme trabajando”, afirmó. Pero todo salió bien: “Fui a la prueba, metí goles y me firmaron”.

“Me quedé en la casa de una señora que terminó siendo como una abuela postiza, que hasta ahora la voy a visitar. Trabajaba cargando muebles, caminaba como 20 kilómetros por día”, mencionó.

“En cinco partidos, llevaba ocho goles. Mis compañeros me contaban que había delanteros que cobraban y no precisaban trabajar. Salí de goleador del campeonato y fuimos campeones”, contó.

“Me di cuenta de que había perdido tiempo en el fútbol por no creer en mí”, expresó.

“Cuando arranqué a jugar, me di cuenta de que era ahí [en Nueva Zelanda] porque había jugadores que cobraban y yo era mejor que ellos. Me pagaban 50 dólares a la semana y los demás tenían un sueldo alto, así que dije: ‘voy a priorizar salir goleador y campeón para pedir plata’. Y fue lo hice,
después no trabajé más”, aseguró.

Martín Bueno jugando para Napier City Rovers de Nueva Zelanda. Foto: Instagram @tinbueno

Martín Bueno jugando para Napier City Rovers de Nueva Zelanda. Foto: Instagram @tinbueno

Luego de un muy buen primer año, se fue al Hamilton Wanderers de la misma liga y en 2019 tuvo la posibilidad de dar un salto importante el firmar por un equipo de Sudáfrica, pero ocurrió algo increíble que frustró su fichaje.

“Me querían ver para ver si era la misma persona de los videos, e iba a firmar, pero decidí no quedarme porque no era un lugar donde quería quedarme. No era una ciudad linda, era en la frontera con Zimbabue”, relató.

“Decidí volver a Nueva Zelanda, que fue la mejor decisión que tomé”, comentó.

A raíz de eso fue que llegó al Eastern Suburbs, club con el que en 2020 se convertiría en el máximo goleador del mundo.

Sobre su llegada a Nueva Zelanda, recordó: “No sabía ni inglés cuando salí de Uruguay. Me preguntaban la hora y les decía que me gustaba la milanesa”. “Empecé a mirar películas en Netflix con subtítulos y me anotaba las cosas que no entendía. Ahora doy conferencia adelante de 400 padres”,
explicó.

En la liga neozelandesa “se corre mucho, demasiado”. Ahora “empezó a evolucionar y es un poco más táctico”, pero “para mí era más fácil jugar en Uruguay”.

Martín disputó la Champions oceánica y le tocó visitar Papúa Nueva Guinea, país en el que jugó con 45 grados de temperatura: “Perdí cinco kilos la semana que estuve ahí”.

Su gran 2020 hizo que reciba muchos llamados, pero en ese momento se le acercó el representante Pablo Bentancur, quien lo llevó al Bellinzona de Suiza: “Siempre confió en mí, estoy muy agradecido con él. Me hubiese gustado haberlo conocido más de chico; me ayudó un montón y creyó en mi
historia”.

Le fue bien, pero hubo un nuevo parate de la liga suiza y se volvió a Uruguay. Ahí fue cuando lo contactó el Livorno de la Serie C de Italia, pero “no era muy diferente al que ya había jugado en Quinta”.

“No pagaban. Firmé un contrato que decía que me tenían que pagar cierta plata si jugaba seis partidos y después del quinto no me pusieron nunca más”, indicó.

Sueños por cumplir

Luego de esa corta experiencia en el país de la bota, volvió a Bellinzona, pero Bentancur le acercó la posibilidad de retornar a su país y no lo dudó: “Siempre tuve las ganas de volver a probarme en Uruguay”.

Fue a Cerro Largo en agosto de 2021 y se llevó un recuerdo muy especial: “Me tocó jugar contra Plaza Colonia, que estaba peleando con Peñarol, y metí un gol y fui figura. Estuvo bueno porque ayudé a Peñarol, que soy hincha a morir, a quedar primero”.

Para el año siguiente lo llamó Ignacio Pallas para ir a Fénix y lo convenció de que era el delantero que quería: “Cuando te contacta el técnico, todo cambia porque pensás que vas a jugar, pero me pasó de estar en el banco y tener pocos minutos. Nunca tuve el respaldo que me esperaba”.

Martín Bueno jugando para Fénix. Foto: Fénix

Martín Bueno jugando para Fénix. Foto: Fénix

Sin embargo, no encontró “continuidad” y se marchó. “Me contactó el Colo [Walter] Ibáñez para ir a Perú. Económicamente era mejor que Uruguay y fiché por Sport Boys”, contó.

Sin embargo, la vida le presentaría un nuevo obstáculo, ya que antes de su primer partido multaron al club y no les dejaron contratar a ningún nuevo fichaje. “Me querían sacar dándome un mes, pero como ya me había quedado afuera de todo, me quedé entrenando hasta que me pagaran”, recordó.

“Te buscaban para que te mandaras alguna macana y no pagarte. Te hacían hacer viajes larguísimos con la reserva para que dijeras ‘pagame lo que quieras y me voy’, pero cumplí todo al pie de la letra y me pagaron”, ahondó.

Y siguió: “Estuve sin jugar de julio a diciembre; me pasó lo mismo que en México. Ahí dije: ‘Voy a volver a Nueva Zelanda [regresó a Eastern Suburbs], voy a meter un par de goles y a intentar salir nuevamente”.

“Me fue bien otra vez y me contactó un agente rumano para ir a la Segunda División de Rumania”, pero “cuando aterricé me quise ir en el primer momento”. “Un desastre todo, la peor experiencia de mi carrera”, aseveró.

“En Uruguay estamos 70 veces mejor. No se entrenaba con ropa [del club], la infraestructura era espantosa”, dijo.

“El técnico era de vieja escuela y no estaba bien mentalmente. Si era delantero no podía jugar con zapatos negros, tenía que jugar con rosados, pero eso era lo mínimo. Estábamos en 2023 y le parecía bien hacernos hacer pasadas de 1.000 metros sin agua., explicó.

“El representante que me llevó a mí, llevó también a más jugadores y quería cambiar al entrenador para que juguemos. Cuando se enteró, nos separó a todos y empezó a romper las reglas de FIFPro”, mencionó.

“Había 40 grados y nos hacía entrenar a las 12 del mediodía para que nos quisiéramos ir”, aseguró, y agregó: “Me cansé de eso, quería agarrar toda la plata del contrato e irme a vivir a Nueva Zelanda”, pero “tenía 12 meses de contrato y me querían pagar uno y medio”.

“Corrí solo y se dieron cuenta de que no iba a dar el brazo a torcer. Hablando con la Mutual, que me ayudó un montón, empecé a mandarles cartas de que les iba a hacer juicio en FIFA. Estaba a un minuto de mandarles la carta de que me declaraba jugador libre y que les hacía juicio, cuando me
llamaron y negociamos”, recordó.

Por si fuera poco, la ciudad [Alexandria] no se la recomendaría ni a mi peor enemigo. Estaba muy quedada en el tiempo”. “Hice buenos amigos, pero los rumanos son complicados porque ven que venís de afuera y le vas a ganar la plata”, subrayó.

Martín Bueno jugando para Eastern Suburs de Nueva Zelanda. Foto: Instagram @tinbueno

Martín Bueno jugando para Eastern Suburs de Nueva Zelanda. Foto: Instagram @tinbueno

Cuando logró quedarse en libertad de acción, decidió volver a Nueva Zelanda. Fue ahí cuando un prestigioso colegio le ofreció entrenar y jugar en Primera División.

En lo futbolístico no le fue “tan bien” porque se lesionó mucho, “pero en la parte de la escuela me fui súper bien y me ofrecieron ser el director de fútbol del colegio”.

Su nivel en 2025 está siendo excepcional, al punto de que en el momento en el cual se hizo esta entrevista llevaba seis goles en tres partidos, habiendo convertido cinco tantos en un encuentro días antes. Por si fuera poco, el día antes de que esta sea publicada, metió cuatro antes en el triunfo 6-1 de su equipo, Miramar Rangers.

“Ahora estoy volviendo a hacer goles y me están contacto de todos lados, pero no me quiero ir más de acá. Firmé un contrato permanente con la escuela, que es hasta donde yo quiera”, detalló.

“De los 26 a los 32, que fue cuando fui a Rumania, me dediqué a ser jugador de fútbol. Ahora lo tomo como cuando recién llegué: para divertirme. Los frutos son los mismos”, señaló.

Cerrando la nota, recordó todos aquellos males que tuvo a lo largo de su carrera, como “dormir en vestuarios en México o en una playa” porque no quería pedirles ayuda a sus padres.

Ahora está en Nueva Zelanda, que “es un paraíso”. “Acá funciona todo, es primer mundo en todo. La gente es amable”, destacó.

“Al principio la situación económica no daba para volver a cada rato, pero ahora sí; hace cinco meses estuve y en tres vienen ellos”, señaló sobre su familia.

Y cerró recordando una frase que le dijeron Fabián Lolo Estoyanoff y Juan Álvez cuando coincidió con ellos en Fénix: “Jugá al fútbol lo más que puedas”.

Por Gonzalo de León





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Escrito por hiperactivafm


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