play_arrow

keyboard_arrow_right

Listeners:

Top listeners:

skip_previous skip_next
00:00 00:00
chevron_left
  • play_arrow

    Hiperactiva Escucha a diario toda la música de moda, con los grandes éxitos de conocidos artistas internacionales, en esta emisora online que retransmite al resto del mundo desde Minas de Corrales, Uruguay.

Noticias Nacionales

Más de cien años después un investigador devela la maldición de Tutankamón

todaymayo 2, 2024

Fondo


Hace más de 100
años, en noviembre de 1922, el egiptólogo británico Howard Carter protagonizó
el que sería considerado uno de los mayores e importantes descubrimientos
arqueológicos del siglo XX: la tumba del antiguo rey egipcio Tutankamón, en el
Valle de los Reyes.

Si bien Tutankamón
no fue un emperador de demasiada relevancia, el hallazgo de su túmulo sí lo
fue: Hasta entonces, todas las tumbas faraónicas halladas habían sido
minucisamente saqueadas ya en tiempos antiguos. In embargo, la  hallada por Carter permanecía intocada desde
el día que se selló su puerta, hace más de 3.000 años.

Además de esa
característica, lo que hizo que el descubrimiento ganara enorme publicidad fue
la inquietante maldición sobre la tumba del monarca. Después de todo, a lo
largo de los años posteriores al descubrimiento, varios miembros del equipo
arqueológico perecieron de una forma un tanto misteriosa.

Un siglo después,
en un artículo publicado en el Journal of Scientific Exploration (JSE),
el investigador retirado Ross Fellowes afirma haber resuelto la infame ‘”Maldición
del Faraón”.

En su artículo,
Fellowes dice que cree que niveles tóxicos de radiación que emanan de uranio y
desechos venenosos han permanecido dentro de la tumba desde que la época en la
que su ocupante fue inhumado.

Los niveles de
radiación dentro de la tumba de Tutankamón serían tan altos que cualquiera que
entrara en contacto con ellos podría, muy probablemente, desarrollar una
enfermedad mortal. Por ejemplo, cáncer.

«Tanto las
poblaciones egipcias contemporáneas como las antiguas se caracterizan por
incidencias inusualmente altas de cánceres hematopoyéticos, de huesos, de
sangre y linfáticos, cuya principal causa conocida es la exposición a la
radiación», escribió Fellowes.

El autor deja
claro además que dicha radiactividad no se limita a la tumba de Tutankamón.
«Se han documentado niveles de radiación excepcionalmente altos en las
ruinas de las tumbas del Reino Antiguo» y esparcidos por sitios de Egipto.

«La
radiación fue detectada por el contador Geiger en dos lugares de Giza
adyacentes a las pirámides», continuó, añadiendo que las lecturas
provenían de radón, un gas radiactivo que también se ha detectado en
«varias tumbas subterráneas en Saqqara». Todas estas lecturas fueron
consideradas «intensamente radiactivas».

Los estudios
modernos confirman niveles muy altos de radiación en las tumbas del antiguo
Egipto, del orden de diez veces los estándares de seguridad aceptados», señala
el estudio, según informa el periódico New York Post.

También existe la
teoría de que quienes construyeron las tumbas antiguas conocían esta situación
y lo reflejaron por escrito en las misteriosas advertencias grabadas en las
paredes. «La naturaleza de la maldición estaba explícitamente inscrita en
algunas tumbas, y una de ellas se tradujo como ‘aquellos que rompan esta tumba
encontrarán la muerte a causa de una enfermedad que ningún médico puede
diagnosticar'», escribió Fellowes.

Otras leyendas
fueron traducidas como «prohibido» debido a «espíritus
malignos», y en el momento del hallazgo alimentaron el temor a maldiciones
que recaerían sobre los profanadores.

Estos temores se
intensificaron con la misteriosa muerte de Lord Carnarvon, quien financió la
excavación en 1922 y supuestamente caminó por las salas llenas de tesoros, y
varias otras personas después de abrir la tumba sellada, según recuerda el
periódico británico Metro.

«Carnarvon
murió pocas semanas después de un diagnóstico incierto de envenenamiento de la
sangre y neumonía», escribió Fellowes. El egiptólogo Arthur Weigall
supuestamente dijo a sus colegas que Carnarvon «estaría muerto dentro de
seis semanas» de entrar en la tumba, afirmó el estudio.

Howard Carter, la
primera persona que entró en la tumba de Tutankamón con Carnarvon, murió en
1939 después de una larga batalla contra el linfoma no Hodgkin, que se
sospechaba que era causado por envenenamiento por radiación.

Asimismo, el
egiptólogo y excavador independiente británico Arthur Weigall, que también
estuvo presente en la apertura de la tumba, y a quien se le atribuye el “mérito”
de echado a rodar el mito de la maldición, corrió similar suerte. Murió de
cáncer en 1934, a los 54 años.

El artículo de
Fellowes recuerda que, en total, seis de las 26 personas que estuvieron
presentes en la apertura de la tumba murieron en el plazo de una década.
Sufrieron asfixia, derrames cerebrales, diabetes, insuficiencia cardíaca,
neumonía, envenenamiento, malaria y exposición a los rayos X.

Además de las
muertes «inexplicadas», la teoría de la «maldición del
faraón» también fue alimentada por extraños acontecimientos que tuvieron
lugar durante los trabajos de los arqueólogos. Según National Geographic,
cuando los excavadores abrieron la tumba, El Cairo sufrió un extraño corte de
energía y una inesperada tormenta de arena.

En un momento
durante la excavación, el perro favorito de Carnarvon supuestamente dejó
escapar un aullido espeluznante y de repente cayó muerto. En cuanto al ya mencionado
Carnavorn, habría sufrido una picadura de mosquito, lo que redundó en una
dolencia que acabó con su vida en cuestión de semanas.

Más allá de que
la idea de una maldición faraónica no resiste el menor análisis, tampoco las
muertes enumeradas por Fellowes constituyen evidencia alguna: Diez decesos de personas
adultas a lo largo de una década no constituyen anomalía alguna.





Source link

Escrito por hiperactivafm


0%