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La nueva función de X, que muestra el país o región donde una cuenta está basada, provocó un efecto inmediato y explosivo: dejó al descubierto que miles de perfiles que se presentaban como voces locales, activistas de territorio o referentes políticos actuaban en realidad desde otros lugares del mundo. Lo que comenzó como una actualización destinada a aumentar la transparencia derivó en una revelación masiva de identidades falsas que operaban con apariencia de autenticidad.
La función “About This Account”, lanzada durante el fin de semana, permite ver información hasta ahora inaccesible para el público. El impacto llegó cuando los usuarios empezaron a revisar cuentas influyentes y descubrieron que perfiles alineados con el movimiento MAGA, que se describían como férreos defensores de la agenda America First, no estaban radicados en Estados Unidos. MAGA NATION, con más de 400.000 seguidores, aparece basada en un país de Europa del Este. America First, que publica consignas religiosas y pro-Trump, figura en Bangladesh. Ambos perfiles habían cambiado de identidad varias veces desde su creación.
Medio universo MAGA -blanco cristiano- está en Nigeria, Rusia, los países del golfo Pérsico y el sudeste asiático… es tremendo https://t.co/n4MIRV4TQR pic.twitter.com/OT8ub3G5hu
— Sandro Pozzi (@sandro_pozzi) November 23, 2025
A medida que la función se expandió, el descubrimiento se volvió aún más significativo. Cuentas que aseguraban informar desde la Franja de Gaza durante la guerra no estaban en Gaza. Un perfil que decía escribir desde Rafah bajo bombardeos estaba ubicado en Afganistán. Una supuesta enfermera de Khan Younis figuraba en Pakistán. Un usuario que relataba la vida en un campamento de desplazados aparecía en Bangladesh. Una cuenta que se presentaba como poeta de Deir al-Balah estaba en Rusia. Había perfiles que afirmaban ser sobrevivientes del norte de Gaza ubicados en Indonesia, y también cuentas que se autoproclamaban combatientes de Hamas o soldados israelíes operando desde Malasia y Londres.
Medio universo MAGA -blanco cristiano- está en Nigeria, Rusia, los países del golfo Pérsico y el sudeste asiático… es tremendo https://t.co/n4MIRV4TQR pic.twitter.com/OT8ub3G5hu
— Sandro Pozzi (@sandro_pozzi) November 23, 2025
El patrón se repitió en decenas de casos: identidades que parecían genuinas, relatos escritos en primera persona y supuestas crónicas desde zonas de conflicto habían sido construidos por usuarios ubicados en otros continentes. En varios casos, las cuentas se cerraron al quedar expuestas. En otros, insistieron en que la información era inexacta, pese a que Grok, la inteligencia artificial integrada de X, corroboró que la geolocalización mostrada era correcta.
Now you know how he was ‘freezing’ when it’s hot in Gaza: because he’s based in Poland! ??????
And to think they’re the ones telling us to “go back to Poland!” ?? https://t.co/KjXF7iYaAl pic.twitter.com/jX1PkyTncW
— Nazi Hunters (@HuntersOfNazis) November 22, 2025
La actualización también reveló comportamientos característicos de la fabricación de identidades digitales: cambios constantes de nombre, creación en cadena de perfiles vinculados entre sí y sincronización de contenido destinada a simular actividad orgánica. Lo que quedó al descubierto fue la importancia estratégica de aparentar ser “local”: un mensaje desde Gaza, Texas o Londres no tiene el mismo peso si proviene de Islamabad o Moscú, aunque el texto sea idéntico.
Account: “Torah Judaism!”
Account slogan: “Anti-Zionist Jews!”Account base: Philippines. ?? pic.twitter.com/AY6MWx08Lh
— Nazi Hunters (@HuntersOfNazis) November 22, 2025
La función generó cuestionamientos por seguridad y privacidad. Nikita Bier, jefe de producto de X, aseguró que la ubicación se actualizará de forma aleatoria y con retraso para evitar el rastreo de movimientos en tiempo real. La plataforma también incorporó advertencias para quienes usan VPN y aclaró que los datos pueden variar por viajes o reubicaciones temporales. A su vez, la compañía decidió no mostrar la localización de cuentas oficiales verificadas con check gris por motivos de seguridad.
Más allá de los ajustes técnicos, la actualización dejó expuesta una dinámica que se había consolidado en X durante años: perfiles que construían audiencias enteras bajo identidades simuladas y operaban como generadores de contenido político o emocional sin tener vínculo alguno con los hechos que relataban. La caída de esas máscaras digitales no solo desmontó narrativas, sino que obligó a usuarios y analistas a reconsiderar qué tan confiables son las voces que moldean conversaciones globales.
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