Cansada de esperar al final de la fila para entrar al Arca de Noé, una pulga brinca de animal en animal para acercarse al frente. Finalmente aterriza en el lomo de un elefante.
—¡Lo sabía! —le dice el paquidermo, irritado, a su pareja—. ¡Ya empezaron con los empujones!

Un oficial de policía preocupado se acerca a un niño que está llorando frente a un puesto de revistas.
—¿Qué sucede? —le pregunta.
—¡Aún no sale Superman! —se lamenta el pequeño.
—No te preocupes, yo me encargo —le dice el oficial—. ¡Oye, Superman! —grita—. ¡Sal, no te haremos daño!

Al salir de la corte, un abogado se vuelve hacia su cliente, que tiene un gesto sombrío, y le dice:
—¿Por qué pones esa cara? ¡Te declararon inocente!
—Lo sé, pero ahora realmente estoy en problemas. ¡Acabo de ofrecer mi departamento en renta por tres años!

Un pordiosero se acerca a una ancianita en la playa.
—Por favor, señora —suplica—, no he comido nada en 24 horas.
—Qué bien —dice la abuela—, así no tendrás que preocuparte por sufrir calambres si te metes a nadar.

Un sacerdote, un ministro y un rabino quieren saber quién de ellos es mejor en su trabajo. Se internan en el bosque, encuentran un oso e intentan convertirlo. Más tarde se reúnen los tres.
—Cuando encontré al oso —dice el sacerdote— le leí el catecismo y lo rocié con agua bendita. La próxima semana hará su Primera Comunión.
—Le prediqué la palabra de Dios. El oso quedó tan sorprendido que me dejó bautizarlo —cuenta el ministro—.
Ambos voltean a ver al rabino, quien yace en una camilla rodante, con todo el cuerpo enyesado.
—Pensándolo bien —exclama el religioso—, quizá no debí haber comenzado con la circuncisión.

José, Miguel, María y Tomás hablan sobre los empleos de sus sueños.
—Me gustaría ser abogado —dice José—, para así poder defender a mis compatriotas.
—Me gustaría estar en el congreso —dice Miguel—, para proponer leyes que beneficien a mis compatriotas.
—Yo quiero ser doctora —dice María—, para poder atender a mis compatriotas.
—Y tú, Tomás, ¿qué te gustaría ser? —preguntá José.
—¡Yo quiero ser compatriota!

Una mujer frota una lámpara y aparece un genio.
—Eres una buena mujer, así que te concederé un deseo —dice el genio.
—¿Ves ese gato? Es la única compañía que tengo, pero me gustaría tener a un hombre guapo y fuerte a mi lado.
El genio acepta y, ¡puf!, el gato se convierte en un hombre parecido a Brad Pitt, con los músculos abdominales marcados. La mujer salta a su regazo y lo cubre de besos.
—¿Tienes algo que decir antes de que hagamos el amor? —le pregunta.
—Sí —responde el hombre—, apuesto a que desearías no haberme castrado la semana pasada.

Tras una persecución a alta velocidad, a  Raúl lo detiene un oficial de policía.
—¡Ésta es la mayor diversión que he tenido en todo el día! —exclama el oficial—. Si me da una buena excusa, no le daré una multa.
—Hace tres semanas —le explica Raúl—, mi esposa me dejó por un policía. Cuando vi que usted me perseguía, ¡creí que trataba de devolvérmela!



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