Por la violencia entre bandas, pueblo brasileño queda desierto y deja a sus animales hambrientos

Perros y gatos vagan hambrientos por las calles vacías de Iraponga, un distrito rural de Morada Nova, en el estado de Ceará, Brasil. La población huyó casi por completo debido a la violencia entre facciones criminales, dejando atrás a sus animales.

«Ellos están precisando de alimentos», relató un vecino sobre la escena de abandono entre casas y comercios cerrados, reportó G1. 

Hasta mediados de año, en el distrito vivían más de 2.000 personas entre plazas, residencias y pequeños negocios. Pero la tranquilidad terminó cuando se desató una disputa territorial entre bandas rivales.

Ciudad fantasma

La población comenzó a irse de forma masiva, generando un efecto dominó: al ver que los vecinos huían, otros también abandonaban sus casas. Los ataques a familiares de miembros de facciones y los disparos contra viviendas aceleraron el éxodo. El distrito fue declarado en agosto en «situación anormal y de emergencia» por la alcaldía, informó Brasil Paralelo.

Con la salida de la comunidad, Iraponga se transformó en una ‘ciudad fantasma’. El comercio cerró, el servicio de correos dejó de funcionar, la iglesia suspendió las misas por falta de fieles y la escuela fue abandonada de manera repentina, con los alumnos transferidos a la sede de Morada Nova, a 23 kilómetros. Hoy, el antiguo edificio escolar funciona como base de la Policía Militar. 

Las autoridades señalan que, tras la detención en julio de uno de los líderes criminales, la situación en el municipio se estabilizó y solo se registró un homicidio sin relación con los hechos de Iraponga. Sin embargo, la recuperación parece lejana: el silencio y los animales famélicos son, por ahora, los únicos habitantes del lugar.