El Museo del Louvre, emblema cultural de Francia y uno de los más visitados del mundo, cerró sus puertas este lunes en una decisión de último minuto tras el robo, el domingo, de parte de su colección de joyas reales. La medida sorprendió a cientos de turistas que ya se encontraban dentro del recinto y a otros que aguardaban desde temprano en la explanada frente a la pirámide de cristal.
La decisión de cierre fue anunciada hacia las 10:00, una hora después de la apertura habitual, sin explicaciones inmediatas más allá de «motivos excepcionales». El museo permanece ahora bajo estrictas medidas de control mientras la Policía francesa avanza en una investigación que ha conmocionado al país y puesto en entredicho la capacidad del Estado para proteger su patrimonio.
Un robo audaz y planificado
El atraco ocurrió el domingo por la mañana, cuando cuatro individuos accedieron al primer piso del museo a través de un montacargas instalado en la vía pública. Tras forzar una ventana, se dirigieron directamente a la galería de Apolo, donde se exhiben joyas de Napoleón Bonaparte y de la monarquía francesa. En apenas minutos, reventaron vitrinas y huyeron con nueve piezas de “valor incalculable”, según las autoridades.
Durante la fuga, una de las joyas —la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo— fue abandonada o caída, y posteriormente recuperada por la policía, aunque con daños visibles. Los ladrones escaparon en dos motocicletas y, hasta ahora, no han sido localizados.
Crecen las críticas por los recortes en seguridad
El asalto generó una ola de cuestionamientos al gobierno francés. El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, admitió este lunes que el robo refleja fallas evidentes: “Hemos fallado. No se puede permitir que un montacargas llegue al primer piso del Louvre sin ser detectado”, afirmó en una entrevista con France Inter. Aun así, aseguró que la policía «ganará al final», aunque no descartó que se trate de una banda internacional altamente organizada.
Mientras tanto, se intensifican los reclamos políticos. El senador comunista Ian Brossat recordó que en junio pasado hubo una huelga de trabajadores del museo que advertía sobre el deterioro de las condiciones de seguridad. En cinco años, la plantilla del Louvre se ha reducido en 200 agentes, afectando directamente al personal destinado a proteger obras y objetos históricos.
La ministra de Cultura, Rachida Dati, también en el centro de la polémica, se defendió señalando que “la seguridad del patrimonio siempre ha sido subestimada”, aunque evitó asumir responsabilidades concretas. Este lunes se celebró una reunión de emergencia convocada por el ministro del Interior, Laurent Núñez, con participación de Dati y altos mandos policiales.
Con información de Agencias