Federico Stanham, director ejecutivo de la Cámara Uruguaya
de Procesadores Avícolas (Cupra), conversó con Montevideo Portal acerca del
impacto de la gripe aviar en la industria avícola y los cuidados que hay que
mantener para que no se esparza.
Días atrás, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca
(MGAP) confirmaba el primer caso de virus de influenza aviar (H5) en la
historia del país. La enfermedad fue detectada en un cisne de cuello negro en la laguna Garzón, límite entre los departamentos de Maldonado y Rocha.
Como respuesta a esta situación, la cartera declaró emergencia
sanitaria en todo el país e indicó que la enfermedad ya estaba presente en
países de la región y las aves migratorias que portan el virus, contagian luego
en nuestro territorio. Esto se observa en las zonas de descanso y de
reproducción de este tipo de aves, especialmente humedales.
Desde estos lugares el virus puede pasar sucesivamente a
aves silvestres autóctonas, y de estas a aves de traspatio (gallinas o pollos
criados por familias) o, incluso, a mascotas.
En este sentido, Stanham se refirió a la transmisión del virus a los humanos y aclaró que se trata de una enfermedad “de las aves, no de
los humanos”, que afecta a aves domésticas, como pollos, gallinas, pavos y
patos y que es diseminada entre países por aves silvestres migratorias.
Precauciones
No obstante, indicó que existen riesgos de que haya
transmisión cuando se está en contacto con secreciones, sangre o excrementos de
aves enfermas. Para hacer frente a esto, es importante tomar medidas, como
no entrar en contacto con estos animales, sobre todo si se trata de niños, y
que, en caso de haber existido roce de algún tipo, desinfectar
las zonas del cuerpo que hayan estado en contacto con el animal.
A su vez, apuntó que las aves silvestres y las personas pueden trasladar el virus
en sus ropas, vehículos o materiales a las zonas de producción de aves
comerciales.
Por su parte, pese a que esta enfermedad no se transmite por
el consumo, el director de Cupra exhortó a la población a tomar
ciertas precauciones en el hogar: al realizar las compras, dejar la elección de
la carne para el final del proceso, de manera de reducir el tiempo en que está
fuera de frío y colocar en heladera o congelador, según el caso, inmediatamente
después de llegar al hogar; mantener correctamente refrigerado hasta el momento
mismo de la cocción.
A la hora de cocinarla, mantener la carne aviar cruda, al
igual que todas las otras carnes, separada de otros alimentos y no mezclar
utensilios (cuchillos, tablas) usados para manipular esta carne con los
usados para otros alimentos o carnes cocidas; lavar manos y utensilios adecuadamente
luego de manipular carnes crudas y siempre antes de tocar otros alimentos;
cocinar correctamente y no dejar los alimentos cocidos, si no serán consumidos,
fuera del refrigerador.
La temperatura mínima de cocción que asegura la inocuidad de
la carne aviar es de 75° a 82° en su interior. Sin embargo, según la carne o
sistema de cocción, puede ser necesario cocinar a más temperatura para lograr
la terminación deseada del plato: para carne blanca, 75°; para carne oscura
(muslos, patas), 77° y para carne picada, 82°.
“Grave amenaza”
La llegada del virus al país no tomó por sorpresa a las
autoridades que, en la temporada de migración de aves 2022-2023 (octubre-abril)
reforzaron el control de presencia de aves migratorias muertas en las áreas
protegidas bajo inspección del Ministerio de Ambiente.
Asimismo, “como ocurre con toda la producción nacional de
carne de cualquier especie, el MGAP realiza un control estricto de la faena de
animales enfermos y ninguna ave enferma es faenada”.
Sin embargo, la influenza aviar es una “grave amenaza” para
la producción comercial de carne aviar y de huevos. Es por esto que las aves se alojan en
galpones en los que se controlan las condiciones ambientales, la sanidad, la
higiene y se suministra alimento y agua.
Además, estos establecimientos cuentan con protección por
malla anti-pájaros, que evitan el ingreso de aves silvestres que pudieran
transportar el virus.
Ante la amenaza por la migración de aves, la página web
de Cupra puso a disposición una batería de medidas, entre las que destacan:
limitar las visitas a las granjas; controlar y desinfectar a la entrada y
salida a todos los vehículos que indefectiblemente deben ingresar a las granjas;
evitar compartir equipo y materiales con vecinos; colocar lava pies en todas
las entradas a los galpones; cambio de ropa y calzado previo al ingreso; asegurar
que la fuente de agua y alimentos para las aves esté libre del virus y además
esté correctamente aislada de todo contacto con aves silvestres y otras plagas;
identificar las granjas en las entradas desde las calles como “Zona de bioseguridad
– Prohibido el ingreso” y colocar obstáculos para el pasaje de vehículos y
personas, y llevar registros de entrada y salida de personas y vehículos,
importante para el rastreo de focos cuando estos ocurren.
En caso de detectarse la presencia del virus en un
establecimiento, se aplica el Manual de Contingencia para Influenza Aviar del
MGAP, que incluye la interdicción del predio y el sacrificio humanitario de las
aves afectadas.
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