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El Comando Vermelho ha estado en el foco de las noticias regionales desde esta semana, cuando la Policía brasileña desplegó un megaoperativo antinarco que terminó con la muerte de 132 personas, entre ellas cuatro policías.
Uno de los objetivos del operativo era lograr la detención —o, en su defecto, la eliminación— de Edgar Alves Andrade, conocido como Doca. El delincuente, líder del Comando Vermelho, es señalado por haber cometido más de un centenar de crímenes bajo su mando.
Pese al despliegue de las autoridades, Doca no fue capturado y no figura entre los 133 detenidos que salieron de las favelas de Alemão y Penha. No es la primera vez que el delincuente logra escapar, ya que ha huido en varias ocasiones de prisión, lo que lo convirtió en uno de los líderes narcos más temidos y respetados de Brasil.
Doca estuvo detrás de un triple asesinato ocurrido hace dos años, cuando integrantes del comando confundieron a sus objetivos y mataron a tres médicos que participaban en un congreso. Tras el error, el propio Doca ordenó ejecutar a los sicarios responsables.
Según el diario Clarín, el líder criminal registra 176 antecedentes penales hasta 2023, todos vinculados al narcotráfico, homicidios, torturas y porte ilegal de armas.
Pero hay un hecho que resulta especialmente estremecedor, incluso para los investigadores que conocen su brutalidad: en 2020, Doca ordenó matar y torturar a tres niños de ocho, diez y doce años por haberle robado un pajarito. La instrucción fue precisa: “Primero los torturan y luego los matan”. Y así ocurrió.
Hoy, Doca es considerado el prófugo más peligroso de Brasil, y la Policía mantiene un amplio operativo para dar con su paradero. Sin embargo, hasta el momento ha logrado evadir todos los intentos de captura.
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