Vucic: Los disturbios en Serbia son parte de una «revolución de colores» de origen extranjero

El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, afirmó que las protestas en Serbia son parte de una «revolución de colores» organizada en el extranjero.

«Esto ocurre como parte de un intento de ‘revolución de colores’ organizada y financiada desde fuera, en la que no distinguen mecanismos y usan la violencia por todos los medios para apoderarse de algo», afirmó Vucic durante su visita a las derruidas instalaciones del Partido Progresista Serbio (SNS) en Belgrado, atacadas durante una protesta. 

Durante su recorrido, el mandatario se dirigió a los presentes y denunció a los responsables de los hechos. «Creo que esta noche la gente pudo ver lo que dije ayer. Cuando alguien te dice: ‘Mira cómo lo dejamos’, queda claro qué planea seguir haciendo. Eso es solo un indicador de lo que pueden hacer», señaló Vucic, convencido de que los atacantes «no tienen otra política que demoler y quemar». Añadió que se propone escribir un libro sobre «cómo se frustró la revolución de color y por qué Serbia abandonó las sanciones contra Rusia». 

El presidente afirmó que el Estado dará respuesta a estos actos y que no se plegará ante la violencia. «Intentan destruir los valores elementales a los que estamos acostumbrados. No nos esconderemos ni huiremos; estaremos presentes en todas partes y opondremos resistencia en todo lugar» aseveró. El mandatario subrayó que el gobierno buscará restaurar lo dañado y enfrentar las acciones de los grupos opositores.

• Desde la semana pasada, numerosas ciudades y localidades de Serbia han sido escenario de protestas antigubernamentales, en el marco de la ola de descontento que viene sacudiendo el país en los últimos meses, tras el mortífero derrumbe de una marquesina de hormigón en una estación de tren en Novi Sad en noviembre de 2024.
• Las manifestaciones opositoras de este año estallaron después que el Gobierno de Aleksandar Vucic se negara a atender un ultimátum emitido por grupos estudiantiles que pedían la disolución del Parlamento. Los manifestantes amenazaron con ejercer la «desobediencia civil» si el Gobierno no atendía su reclamo.